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Cocido de Lalín: la necesidad hecha arte

viernes, 02 de diciembre de 2022
Parto del hecho, que la comida, es o puede ser arte, una de las artes, el arte del sabor y del olor, a semejanza como los demás: artes visuales, del sonido, del movimiento, de la palabra...

A semejanza, como no todas las pinturas son obras maestras o geniales, no todas las comidas o platos o degustaciones llegan al grado de perfección, de equilibrio entre las partes, en este caso alimentos, formas o colores a la hora de la colocación o implatación/emplatación -de emplatar-, del punto de cocción o de la medida de la sal o de la cantidad de agua o de la temperatura de degustación...

Además en el caso que comentamos, a mi modo de ver, los platos o comidas típicas o populares, han sufrido, como algunos indican de Shakespeare, un proceso de evolución de siglos, es decir, un texto escrito que ha pasado por diversas generaciones de/con representación, una idea teatral, pongamos el caso, se va depurando generación tras generación, porque se van sintetizando los puntos esenciales, las emociones e ideas universales y profundas del ser, conscientes e inconscientes.

Puede que al hipotético y estimado/a lector/a, le haya sorprendido que compare una comida popular y típica con el gran vate inglés. Pero pienso que esto representa como realidad y metáfora lo que es una comida popular, es el proceso, de siglos y generaciones, de ir encontrando el punto justo. Antes cuándo se cocinaba con leña, es hallar la medida de todo, el tiempo, del que poco hablamos, la temperatura de la que nos olvidamos. Tiempo y temperatura y las vueltas que hay que darle a la comida en el fogón, y, si de forma más fuerte o radical o despacio.

Además de los gustos del paterfamilias, o de los vástagos de todas las edades que se sientan en la mesa, sin olvidar al abuelo o a la abuela, que ya con muchos años, quizás le falten los dientes, y hay que tener en cuenta, como se cuecen los productos alimentarios... Y, también, porqué no, indicarlo y decirlo, los gustos personales o las manías de cada miembro familiar...

Con los elementos vegetales, animales, minerales, aire y fuego, combinados se crea la escultura del cocido de Lalín: costilla, rabo de cerdo, lacón, cabeza, garbanzos, repollo, sal, unto, chorizo, panceta, huesos de espinazo, lengua, pata de cerdo, patatas, carne de ternera, muslo de gallina, grelos, aceite de oliva, agua y fuego... Con una docena de notas, a distinto ritmo y tiempo, se conforman posiblemente billones de cantatas y óperas y sinfonías y cuartetos... Supongo que en la ópera de las comidas, típicas o del autor o de la nueva cocina, sucede lo mismo, con tres elementos o cinco o diez se pueden formar/conformar un regimiento/división/cuerpo de ejército de platos diversos y diferentes. Lo que sucede con la comida típica o popular o de siglos, es que se han ido depurando/sintetizando/conceptualizando los elementos y los tiempos y los modos y los colores y las formas...

Podríamos indicar que en la comida, sucede como en las muñecas rusas, unas dentro de otras. Pero que no debemos olvidar, que un plato está o forma parte de un individuo, que a su vez, está dentro de una familia, y, esta familia dentro de un pueblo o lugar habitado humano, y ese pueblo está dentro de un territorio natural o naturaleza... Podríamos continuar abriendo el abanico... con lo cual, no solo hay que saborear el plato en/con un redondel como una plaza de toros, donde el torero y el toro son trozos de chorizo, de cerdo, de grelos... sino también la historia de la localidad/concello, la historia de/y la Naturaleza que rodea. Y, si es posible entrevistar/dialogar/recordar y al mirar/remirar/admirar la comida, que existe un corazón detrás que lo ha hecho, un cocinero/a, un agricultor/ganadero, una transportador/transportista, un camarero/empresario que te lo presenta... Alrededor/dentro de la comida existen muchas personas, que nos decimos/somos humildes y modestas y anónimas... pero díganme, el mundo funcionaría sin millones, el noventa y nueve coma noventa y nueve, de seres humanos somos anónimos...

Lalín hay que indicarlo, no solo está incentivando y poniendo en el mapa mundial una variedad de cocido, sino que lleva ya décadas con la fiesta y la feria del cocido, y, también un mes del cocido. Ya que están promocionando este conjunto de alimentos populares en un plato, yo me atrevería sugerirles, porque no piensan realizar un museo del cocido o del cocido de Laín... que puede ser virtual, o, puede ser, también material, en alguna antigua casona o monasterio o convento que exista en sus vértebras y corazón, que esté medio abandonado, podría ser un lugar perfecto. Pero ya podrían empezar con un Museo o Fundación Virtual sobre el Cocido de Lalín. Ahí dejo la sugerencia/carta de paloma al futuro...

Y, ya que mi juventud de viejo, que estoy empezando a andar, me atrevo ya de paso, que en la Web del concello/concejo/ayuntamiento abran un archivo de documentación con enlaces a todos los artículos periodísticos sobre esta temática, libros, bibliografía. Y, también, si es posible, vayan coleccionando para ese futuro museo, no solo los carteles de dicha feria, sino obras que podrían tener relación, musicales, plásticas, esculturas, literarias, visuales, etc., con esta temática, del cocido en general, del cocido gallego, del cocido de Lalín. Las posibilidades son muchas. Los que materialicen este proyecto si es que cristaliza en trocitos de información, pueden tener muchas posibilidades de desarrollo...

[¡¿Y, ya que han creado una Feria, creen unos días o un día, de invenciones nuevas del cocido de Lalín, variedades, modificaciones, ingenios, creaciones...!? ¡¿Un cocido de Lalín, una variedad que tenga huevos cocidos enteros de perdiz o de gallina...!?].

Dicen, que dentro de unas generaciones, la IA, la Inteligencia Artificial ocupará mucho lugar en la sociedad-cultura humana. Pero pienso, que tardará mucho tiempo, supongo, para que esos sistemas informáticos sean capaces de saborear un buen cocido de Lalín, en ese equilibrio de fuego y calor y temperatura y sal y aceite y cerdo y...

No podemos terminar este artículo sin homenajear al maestro Cunqueiro, maestro de las letras, maestro de los platos, maestro del enigma/misterio/imaginación que todo ser humano arrastra, consciente e inconsciente. ¡Maestro de al menos veinte mil artículos periodísticos...!
Caminero, Jmm
Caminero, Jmm


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