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Los globos del vivir

jueves, 24 de noviembre de 2022
El aire de la calle es imprescindible para la vida por eso no solo los niños necesitamos de ese, pues también los mayores, como mi abuelo, precisan oxigenarse por eso muchas veces pasamos muy buenos ratos mi abuelo y yo sentados en un banco de nuestra plazoleta o en otro sitio, haciendo con ello callejear nuestra imaginación Aquel atardecer de verano, como solía hacer en otros momentos vespertinos, me senté en una silla al lado del abuelo en la puerta de la casa. Dándoles ambos la espalda al astro rey del que habíamos quedado cansados durante las agobiantes horas caniculares. Observábamos la gente que paseaba por la calle y los que lo hacían por nuestra coqueta plazuela.
Mirándome, con la ternura propia que desprenden los ojos de un anciano, me dijo:
- "Te gusta viajar conmigo en mi singular globo".
Quedé sorprendido pues estábamos muy bien acomodados en unas sillas de eneas y mostrando mi preocupación, pues creí que desvariaba, le pregunté:
- "Abuelo, disculpa estos asientos no son globo alguno. En verdad que me gustaría elevarme de los suelos para ver desde los cielos las bellas panorámicas de esta tierra riojana"
Atusándose su blanco y poblado mostacho contesta:
-"Mira, hijo, en las diferentes etapas de la vida volamos sin ser Ícaro ni Dédalo. Te voy a contar como son esos vuelos sin alas, los que hacemos en este globo- al decir esto señalaba hacia su alopécica cabeza- que todos tenemos sobre los hombros."
Interesado como siempre por sus palabras le respondí:
-"Cuenta, cuenta, abuelo, deseo conocer que tipos de viajes son esos."
Él, acercando su silla a la mía, como mostrando darle más confidencia y secretismo a su relato así comenzó:
-"Hay los siguientes globos: El colorista de la infancia, el de la juventud y el de la vejez."
Con la precipitación propia de mi edad le interrumpo diciendo:
-"Te olvidas de cuando somos mayores, el de los adultos."
A lo que él, esbozando una burlona y sarcástica sonrisa, me aclara:
-"Pequeño, ya lo verás cuando llegues a la edad de tus padres, en esa etapa de la vida no se vuela ya que estamos muy pegados al suelo, nuestros pies parecen de plomo y la tierra no nos deja despegar. Es tan grande el bagaje que tenemos que no nos cabe en globo alguno. Todo nuestro esfuerzo está en quedar cuidando y protegiendo la casa para que crezcan y se formen nuestros hijos; por eso en esa fase nos limitamos a ser como pájaros sí, porque nos tienta el revolotear pero antes está cuidar del nido, asegurar el alimento y formación de nuestra prole. Durante esos años, la adultez, nos resignamos con querer lograr que nuestra descendencia prepare sus alas para que lo haga lo más alto que pueda, aunque claro sin que nunca se las vaya a derretir el sol de la ambición y arrogancia."
A lo que le respondo:
-"Bueno, pues háblame de esos otros tres globos de la vida."
El anciano me contesta: -"¿Por cual comienzo, por ese en el que voy yo, por el que tienes tú en tus manos hoy o por el que tendrás dentro de pocos años, ese de la juventud?"
Le digo: - "Por el mío, quiero saberlo manejar con tu ayuda pues , ya lo has vivido y viajado en él"
Sonriendo explica:- ¡"Ah, picaro, sabes que es el mejor y que yo siento mucha nostalgia de cuando en él viaje y ahora me consuelo al verte a ti subido él..."
Prosiguiendo comenta:- "Cuando viajamos en ese colorista y multicolor globo , desde esas alturas solamente vemos un paisaje placentero, dominado por el juego. Todo es dulce y que sea así, pobrecito del niño que le pinchen o queman su globo..."
Iba a continuar y, como algo incrédulo, le interrumpo: -"Es posible que nos estropeen ese viaje, que incineren la bonita infancia."
El abuelo con tono enfadado y molesto aclara: -"Sí, bonito, no todos los niños del mundo tienen la suerte de gozar con ese infantil viaje. Son muchos los que , por culpa de sus progenitores, ven como su globito se desinfla, y ni siquiera llega a ascender porque queda abrasado lo que debía ser bella infancia."
Continuando con la explicación dice:- "Dichosos los pequeños como tú que emprenden el viaje en el globo más grandioso sabiendo que ascienden a la altura hermosa acompañados siempre de los padres y maestros, los que le van enseñando, cual monitores, en ese itinerario de aprender jugando, de crecer valorando lo que les rodea. En esos momentos la vida es una feria pero, ya te digo, lo es porque los tiovivos y atracciones son todas de ilusión y nunca bajas de ellas siempre y cuando haya una familia que te enseña a manejar el globo del que serás tú su tripulante y capitán."
Le respondo:- "Es verdad, abuelo, la infancia es una etapa de aprender pero, aprender sobre todo a ser feliz."
"-Bien -dice el anciano- ahora te voy a hablar del otro globo, ese en el que embarcarás dentro de pocos años, la juventud. El viaje en él será de un ir y venir, de buscar y buscar para ver si encuentras una formación laboral y también esa chica de la que te enamorarás y la invitarás a subir al globo para compartirlo para siempre ambos juntos . Arrojarás todo el lastre del mundo para logar conseguir la altura que requiere el amor. Y, cuando hayas encontrado esa pareja y un puesto de trabajo estable, entonces descenderéis, pues como te decía, al pensar formar una familia hay que estar con los pies en el suelo y dejar de volar.”
Mirando para los cielos, como creyendo que ese globo lo veo aún lejano, le pido que tome tierra con sus palabras y me hable de su globo: - "Por favor, háblame del tuyo".
Me responde: - "El mío, pequeño, es el que maniobro sosegadamente, son vuelos rasantes. A veces pienso que puedo chocar con mi globo en cualquier edificio por muy bajo que sea ese. Aunque yo quiera conducirlo al tuyo o al de la juventud, esos están muy lejos , aunque, claro, los prismáticos de la imaginación me acerquen esos. Mi desplazamiento es tardo, empujado por la más mínima corriente de aire va hacia el ocaso y procuro, en esa marcha que a mi me parece rápida, ir repartiendo y arrojando desde la borda consejos como los que te doy a ti para que los que me sigan sepan disfrutar del viaje en cada uno de los globos y que no sean ellos mismos, por las prisas por volar, quienes produzcan ventoleras inhumanas que golpean la barquilla y la precipitan sobre los acantilados o los alejan de los suyos. En el globo de la vejez muy pocos son los que quieren acompañarnos para compartir ese viaje, temen que se desinfle y , en cualquier momento, pierda todo el gas, creen que lo abordará la muerte, como así será."
Cuando terminó me abracé a él diciéndole: - "¡Abuelito, gracias por enseñarme las diferentes clases de globos pero, te aseguro, que aunque yo vaya en el de mi infancia, siempre habrá especiales y reservados momentos para subir al tuyo, pues me encanta tu globo, desprende la mejor de las luces, la que guía a los demás globos, sin tu experiencia sería muy difícil surcar el aire, pues sin la estela que dejan los vuestros, la de los mayores, no podríamos levantar siquiera un palmo del suelo."
Desde el interior de la casa se oye a mamá que nos llama:- "¡Entrad , papá, deja de viajar con tus historias y venid a cenar. Ya está bien de calle!"
Descendimos de nuestros globos y pasamos al interior de la casa, ese globo del hogar que siempre está amarrado en tierra pero preparando el avituallamiento necesario para abastecer, cual nave nodriza, a las otras aeronaves. Pero mañana volveremos a la calle, necesitamos sus aires para que partan nuestros globos rumbo a nuevas aventuras...
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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