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'Carta para el invierno'

miércoles, 09 de noviembre de 2022
Había un país donde no nevaba. Los niños anhelaban jugar y divertirse con la nieve, aquella que solamente veían en postales y por las noticias de televisión. En el colegio cuando estaba ya muy próxima la Navidad una profesora les dijo a sus alumn@s:
"Os pido que escribáis una carta que luego leerá cada uno en voz alta al resto de la clase."

Algunos dijeron:
- "Se la escribiremos a los Reyes Magos pidiéndoles muchos juguetes".

Otros aseguraban:
- "A Papá Noel, viene antes que ellos".

Pero, Lucía, comentó:
- "Yo se la redactaré al que nos viene a visitar todos los años y nos regala algo tan vital como la lluvia. Me parece muy bien que le pidáis regalos y juguetes a esos entrañables y atávicos personajes, pero sin el invierno ni ellos ni ninguna otra cosa tendríamos. Es tan trascendente que el mismo Dios lo escogió por cuna de Jesús".
Los demás condiscípulos quedaron en silencio, pero, desde ese día, deseaban que llegara el de la lectura de esas epístolas para saber que le decía Lucía al invierno.

Como todo llega, en esta nuestra vida, pronto fue la data de la exposición de esos escritos. No sabemos, aunque si lo imaginamos, el porque la maestra dejó la de Lucía para el final de todas. Uno tras otro leyeron relatos muy bellos y emotivos dedicados a sus padres, a los Reyes Magos, Papá Noél... Nadie se atrevió a copiar la idea que había dado ella, esa misiva dedicada al invierno.

La clase entera estaba atenta y expectante y la educadora también por oír las palabras de Lucía. Salió y procedió a la lectura de su texto que así decía:

"A vos, invierno querido, os dedico estas sencillas letras:
Esta carta que os remito es para manifestarosen primer lugar lo muy agradecida que estoy, como todo ser vivo, por vuestra periódica visita ya que, gracias a vuestra venida nos libra del sofoco a que nos somete el tórrido y agobiante verano. Vuestro mayordomo, el fiel otoño, os precede y con sus aires va desvistiendo a muchos árboles para hacer una dorada alfombra que tiende en los suelos y que vos, más tarde, agradecido a ellos, y sin mostrar rencor hacia las plantas perennes que no hicieran otro tanto, las convierte en fertilizante abono para todos los vegetales. A nosotros los humanos con vuestro veste de frío consigue que busquemos el mejor calor, ese que no valoran muchos y que es fundamental para mantener nuestros valores, la vida de recogimiento familiar, la intimidad tan necesaria para reencontrarnos. Lo que si os ruego encarecidamente, en nombre de todos mis compañeros y de este bonito pueblo, es que este año nos presentes a tu hija, esa que otros niños del mundo conocen y tanto se divierten jugando con ella.
Sin otro particular, un abrazo entrañable de,
Lucía."

Al acabar la profesora le preguntó:
"¿Quién es la hija del invierno?"
Se disponía la pequeña a contestarle pero, en ese instante, antes de que abriera la boca la niña, llaman a la puerta. Era el director que accede al aula y con él entró una fuerte corriente de aire que llevó por la ventana la misiva que acaba de leer Lucía que estaba colocadasobre la mesa.

La jovencita, al ver marchar a la epístola por uno de los vanos del muro que daban al exterior, mostró algode tristeza en su bellos ojos porque era la única de sus compañer@s que quedaba sin su carta. Pero le animaba el saber que era cosa normal que se la llevara el viento, ya que era de agradecer el que la recogierauno de sus heraldos, el viento, para llevársela a sus manos.

Aquella noche Lucía no conciliaba el sueño, notaba un agradable y extraño calor. Por la mañana la despertó el ruido y alborozo de los vecinos suyos gritando:
- "!Mirad, haynieve, nieve!"

Al verla sintió mucha dicha y cuando llegó al cole la profesora dijo:
- "Gracias a ti, Lucía, ya sé quien es la hija del invierno. Para recibirla saldremos tod@s a jugar con ella al patio."

Transcurrieron años, Lucía se hizo mujer pero a l@s niñ@s de allí y a todos los lugareñ@s nunca les falta en invierno la visita de la nieve, aunque nadie sabe que todo se debió a una carta infantil.

El invierno nos trae el mejor regalo, los dones para que germine un mundo solidario y que los sueños de la dichosa infancia, esa inmarcesible flor, florezcan a sus puertas en la bella y entrañable fiesta que tiene por nombre Navidad. Nunca consideremos al invierno un encierro, pues gracias a él accedemos al mundo más maravilloso, el de la dulce esperanza de una infinita primavera de FRATERNIDAD.
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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