Desde décadas atrás, los juegos de cartas forman parte de la vida de grandes y chicos. En general, son la alternativa idónea al momento de compartir con amigos y familiares,
aunque algunos recurren a los juegos individuales en momentos de ocio a solas.
En este sentido, el
Solitario figura entre los juegos de cartas más populares. Si bien a simple vista no pasa de ser una actividad lúdica, la práctica trae consigo una serie de efectos insospechados, muchos de ellos asociados a la salud a mediano y largo plazo.
Desarrollo inesperado de diferentes habilidades
Tanto jóvenes como adultos recurren a las diferentes versiones de Solitario en busca de diversión en sus ratos libres. Sin embargo, son pocos los que conocen los beneficios reales a nivel de la salud y el bienestar general.
Dedicar al menos una hora al día a partidas de
Carta blanca o cualquier versión de Solitario tiene efecto positivo en el desarrollo cognitivo. Ganar las partidas demanda el uso del pensamiento lógico y matemático.
Debido a que el jugador debe pensar de forma estratégica y táctica, la práctica constante contribuye a mejorar el funcionamiento cerebral. Sin esfuerzo y, de manera divertida, el cerebro poco a poco se capacita para la resolución de problemas de la vida cotidiana a partir de la lógica.
Impulsa la memoria y la concentración
Todos pueden beneficiarse de las ventajas de jugar
Solitario Spider, Carta blanca o cualquier variante del juego clásico; sin embargo, los niños y adultos mayores son los más favorecidos. La actividad fortalece las funciones cerebrales responsables de agilizar el pensamiento, así como la capacidad de atención y concentración.
La memoria también se ve potenciada, se ralentizan los efectos del envejecimiento, aspecto que supone retraso del deterioro cognitivo. Los desafíos de cada partida ayudan a despertar la creatividad en busca de nuevas formas de ganar.
Tolerancia a la frustración
Frente a la ausencia de un adversario directo, el desafío viene dado por la auto superación. El jugador se reta a sí mismo, bien sea para resolver la partida en menor tiempo o completar un determinado número de victorias.
En este sentido, la posibilidad de perder no conduce a la frustración, todo lo contrario, despierta el interés por volverlo a intentar y dar lo mejor a fin de alcanzar el objetivo.
