Víctimas y verdugos

Demasiadas mujeres continúan sufriendo las consecuencias de la violencia machista. Algunas no llegan a denunciar por miedo a sus verdugos, incluso llegan a firmar la separación o el divorcio, por mutuo acuerdo, en sede judicial para no perjudicar al maltratador que se va de rositas y mantiene abierto el camino para encontrar a otra víctima inocente y volver a reincidir impunemente.

Todos conocemos a mujeres que tienen que salir adelante como mejor pueden, con sus cargas familiares. Algunas se dedicaron a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos del matrimonio para luego una vez llega el divorcio, apenas recibir una pequeña pensión compensatoria, por parte de su ex pareja. Por cierto, algunos machos alfa tratan de negociar con las empresas el cobro de una parte del salario fuera de los cauces legales o bien trabajan para empresas piratas a cambio de dinero negro y así ocultar sus ingresos reales, perjudicando a su ex pareja y a sus propios hijos.

Las secuelas psicológicas, que padecen muchas mujeres, se eternizan en el tiempo, a pesar de la ayuda profesional. Quedan noqueadas y totalmente paralizadas para engancharse a la vida, Angustias, ansiedades y depresiones son algunas de las patologías más frecuentes que las anulan como personas, madres y trabajadoras.

Cualquier mujer maltratada tiene que seguir una serie de protocolos para su rehabilitación. No pueden aconsejarlas a que busquen un trabajo inmediatamente u otra nueva pareja. También hay ayudas económicas y habitacionales, si fuese necesario, para que puedan salir del infierno que han vivido, con total tranquilidad, evitando recaídas.

Por otra parte, tampoco podemos olvidarnos de que no sólo sufren las mujeres, también los hijos son víctimas y necesitan atención desde los departamentos de los servicios sociales de base o comunitarios, junto con la colaboración de la Consellería de la Mujer, Familia o Bienestar Social.