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La luz en Ortigueira

martes, 18 de octubre de 2022
Normalmente, cuando hablamos de la luz nos estamos refiriendo a la luz artificial, en contraposición natural o solar. El hombre se ha provisto de iluminación artificial desde que conquistó y supo manejar el fuego.Primero lo hizo a través de las hogueras y las teas o antorchas, para, después, utilizar otros elementos como el aceite, la cera y otros combustibles para poder usarla en lugares distintos a lacocina o la chimenea. Gracias a estas distintas formas de luz artificial, las familias y las comunidades pudieron prolongar sus jornadas más allá la de la puesta de sol y, de este modo, poder reunirse para contarse sus logros y sus cuitas o para trabajar en espacios cerrados.

El alumbrado de los espacios públicos llegó con posterioridad al privado. La reclusión de la gente en sus hogares al caer la noche fue algo común en épocas pasadas. Y andar vagando por las calles a deshoras fue casi considerado caso como un acto delictivo o que podía implicar una infracción de las normas de decoro. Así fue como a la noche le salieron refranes como Capa de pecadores es la noche, señores, Lo que de noche se hace a la mañana aparece, De noche todos los gatos son pardos o La noche se hizo para descansar y el día para trabajar.

Aquí no vamos a hacer un repaso de todo lo sucedido en el mundo en épocas remotas, por lo que solo nos limitaremos a traer a estas páginas algunas evidencias de cómo se iluminaron con la aparición de las lámparas de gasalgunos espacios públicos de Ortigueira durante el siglo XIX.

La primera noticia que tenemos del alumbrado público en Ortigueira data de mediados del siglo XIX, más concretamente de mayo de 1863, cuando el Ayuntamiento señalaba en el acta de uno de sus plenos que Vicente Vea se haría cargo de la instalación de las farolas "por gas portátil" y de su conservación. El contrato con este rematante sería por un año y en su contrato se establecía que debería surtir de "gas portátil de luz en todas las horas de oscuro con su servicio y limpieza competente, y bajo las convenientes condiciones" (1). Las primeras farolas se pusieron en torno a la plaza del Ayuntamiento y el Cantón, que, solo unos años después llegaron a ser hasta 16 faroles los que iluminaron levemente sus espacios. Más adelante, en 1885, se pondrás nuevos puntos de luz en barrio de O Ponto, en las inmediaciones del Hospital de San Roque, y en La Magdalena, a petición de sus vecinos. Pero, como en aquellos momentos el presupuesto municipal era bastante escaso, para poder instalar estas nuevas farolas, la corporación tuvoque rebajar el número de horas en que estas estarían encendidas. Aunque en un primer momento, la decisión que tomó la corporación fue de que 9 de ellas permaneciesen iluminadas hasta las 10 de la noche y las otras 14 hasta las 11, finalmente se acordó, por las demandas de los vecinos, todas ellas se mantuvieron prendidas hasta las 11.

Tres años más tarde, es decir, en 1888, José Campelle y Ramón de la Peña le pedirán que ponga un farol de gas en el barrio de A Penela "por estar cercano a la Carretera por donde transita toda clase de personas" (2). Pero, en este caso, la corporación se negará "no conceptuando de absoluta necesidad el que se alumbre el enunciado barrio, no solo por componerlo corto número de casas y estar separado del principal casco de población, sino por no aumentar el presupuesto de gastos que se hace preciso castigar" (3). No obstante, un quinquenio más tarde, y contraviniendo lo que había argumentado anteriormente, pasará a dotar a A Penela de su farol. Aunque para ello se lo tendrá que sacar a la calle Oriente (actual avenida de Cuba), razonando su decisión del siguiente modo: "se acordó que el farol que se halla colocado en la calle del Oriente cerca de la carretera, sea trasladado al centro del barrio de la Penela, no solo por contener un grupo de casas bastante regular, cuando donde se encuentra no hay más de que una, sino por que se halla al abrigo de los temporales, lo que no sucede donde está fijado" (4).

Un año después la villa de Ortigueira dispondría de iluminación en todas sus calles gracias a la incorporación a los tres nuevos faroles que se colocaron en la carretera, la calle de la Concordia y entre el Hospital de San Roque y la casa de Jesús Bermúdez (5). De cualquier forma, y como la luz desprendida por estos era bastante tenue, algunos vecinos siguieron demandando nuevos puntos. Así lo hicieron los vecinos de la calle Curuxeiras, quienes, en 1996, le solicitaron que les instalara otro "por ser [esta] muy transitable" (6). Pero el Ayuntamiento decidió que, por el momento, solo podría cambiarles de sitio el farol que ya la iluminaba, para situársela en un lugar más apropiado y "más útil al vecindario" (7).

En aquel momento se estaba produciendo una las transformaciones más importantes de la humanidad desde la creación de la rueda o conquista del fuego o de la escritura: el primero de ellos fue el ingeniero químico Pedro José Solano, quien, en 1896, se encontraba "accidentalmente en esta Villa, como Director de las minas de hierro de Cuiña" (8). Durante su estancia, le pidió al Ayuntamiento su "apoyo moral [...] para dotar a esta población de luz eléctrica" (9). Además de esta curiosa asistencia, le solicitóque le concediera el "suministro del alumbrado público y particular de la Casa Consistorial y Hospital de San Roque" (10), que dotaría con una "intensidad lumínica de diez y seis bugías [bombillas]" (11), y que tendría un coste para él un 25% inferior al que pagarían los vecinos y comerciantes "por igual unidad de tiempo y luz" (12). Otra petición que le hizo fue la de que le facilitara "cinco peones por seis u ocho días pagados por el Ayuntamiento para los trabajos preliminares de levantar el plano de la Villa [...] y autorizarle la colocación de los montantes para el cable [postes], en su día" (13). Como pago por estos servicios, el Ayuntamiento recibiría una copia del plano. Pero, según parece, al no poder soportar la economía municipal sus demandas, la corporación alegó que, aún "aceptando en principio tan laudable pensamiento" (14) le era imposible, "por ahora, cual el solicitante lo manifiesta en un otro sí, designar las luces que se han de colocar y los sitios donde para el alumbrado público deban ponerse los montantes, hasta tanto no este hecho el mencionado plano" (15).

Pese a todo, el ingeniero siguió adelante con su proyecto de realizar el plano de Ortigueira, aunque, eso sí, prescindiendo del resto de las operaciones programadas. Y, un año después, Pedro José Solano le presentó un "plano detalladísimo de esta Villa en escala mayor de uno porquinientos perfectamente dibujado, para colocar en un cuadro con proyectos de ensanche, a fin de que sirva para determinar al ser reformadas las alineaciones de las calles y demás necesario al ornato público, por el coste exclusivo del dibujo de quinientas pesetas, a pagar a la entrega de aquel" (16). Pero, nuevamente, su propuesta fue rechazada, al negarse el Ayuntamiento a adquirírselo por no disponer de "consignación en el presupuesto vigente y la penuria del erario municipal no permite hacer ese gasto" (17). Así que el ingeniero y director de minas se fue de Ortigueira sin lograr ninguno de sus objetivos: ni consiguió la concesión del alumbrado ni le vendió su plano al Ayuntamiento.

Casi diez años después, en 1905, será otro ingeniero, el canario Antonio Molina y Galindo, quien le haga una nueva propuesta paracrear en el municipio de Ortigueira una red eléctrica. Este especialista en infraestructuras había terminadosu carrera en la ETS madrileña de Caminos Canales y Puertos en 1856. Y siete años después se había incorporado al primer contingente de ingenieros españoles que se radicaba en Cuba a las órdenes del recién creado Ministerio de Ultramar. A lo largo de su extensa estancia profesional en la isla caribeña, Antonio fue pasando por varios puestos oficiales enla Administración colonial española. En el primero de ellos lo hizo como ingeniero encargado de la construcción de varias infraestructuras, y, a partir de 1873 -esto es, diez años después de su llegada-, ocupará, primero, el puesto deinspector general de Obras Públicas, y después, en abril de 1881, el de administrador de Correos en Cuba.

A finales del siglo XIX, más concretamente en 1896, fue designado vocal de la sección 2ª de carreteras de la zona norte de España, lo que le permitió conocer Galicia y sus potenciales aprovechamientos empresariales. Así fue como, en 1905, llegó a Ortigueira, donde le planteó al Ayuntamiento la posibilidad de abrir un expediente para tramitar "la servidumbre forzosa de paso de corriente eléctrica, al objeto de obtener del Excmo. Sr. Ministro de Fomento la autorización necesaria para establecer una línea de transporte de electricidad desde el río Sor, en Mañón, a Ortigueira, cruzando la telegráfica del Estado en varios puntos distintos" (18). Dos semanas más tarde, el Ayuntamiento le contestó al Gobierno Civil que "por lo que respecta a servicios municipales, nada tiene que oponer ni reclamar en contra de la pretensión aludida, advirtiendo sin embargo que no habiéndosele remitido relación nominal de los particulares sobre cuyos predios se trata de imponer la servidumbre forzosa de paso no ha podido hacérseles saber unipersonalmente la pretensión del Sr. Molina Galindo, limitándose por tanto la Alcaldía a la fijación de anuncios en los sitios de costumbre del Distrito, acompañando a los mismos un ejemplar del Boletín oficial nº 283 del 13 de Diciembre último en que fue inserto el del Gobierno civil" (19). A pesar de haber presentado oficialmente su informe al Ayuntamiento y a la Diputación Provincial de A Coruña, la obra nunca se llegó a realizarse, y, como todos los orteganos saben, la primera luz eléctrica de la comarca no provino del río Sor sino de la conducción situada en el río Forte en Landoi.

Para Molina, esta fue la única petición eléctrica que les hizo a las administraciones gallegas, ya que, pocos años después, también solicitó otra para construir una central hidroeléctrica en el Tambre, a su paso por los municipios de Noia, Brión y Negreira, que sí llegó a término. En este caso, su licencia le fue otorgada por medio de una real orden de 15 de abril de 1907 (20). Para entonces, el ingeniero civil ya contaba con más de 60 años, y solo unos pocos años después fallecería, por lo que, en 1914, su esposa, Gertrudis, puso a su nombre la empresa, y tres años más tardese la vendió al importante empresario del sector Wenceslao Fernández Garra, quien poseía una alta participación en otras industrias eléctricas a través de EPVR (Empresa Popular de Vigo y Redondela), así como en el Banco de Vigo y en buques de pesca, como armador.

Wenceslao Fernández llevó a otro nivel el salto de Tambre, al unirle a su empresa otros financieros coruñeses y compostelanos, y la potente Sociedad General gallega de Electricidad. Finalmente, en los años 40, la hidroeléctrica del Tambre le fue vendida a Fenosa, que varias décadas más tarde también adquirirá la Eléctrica Ortegana en manos de la familia Sandomingo.

NOTAS:
1. Acta de la Sesión Ordinaria de 30 de junio de 1863.
2. Acta de la Sesión Ordinaria de 4 de marzo de junio de 1888
3. Acta de la Sesión Ordinaria de 4 de marzo de junio de 1888
4. Acta de la Sesión Ordinaria de 22 de diciembre de 1893.
5. Acta de la Sesión Ordinaria de 1 de abril de 1894.
6. Acta de la Sesión Ordinaria del 2 de agosto de 1896.
7. Acta de la Sesión Ordinaria de 2 de agosto de 1896.
8. Acta de la Sesión Ordinaria del 13 de enero de 1896.
9. Ibidem.
10. Ibidem.
11. Ibidem.
12. Ibidem.
13. Ibidem.
14. Ibidem.
15. Ibidem.
16. Acta de la Sesión Ordinaria del 10 de enero de 1897.
17. Ibidem.
18. Acta de la Sesión Ordinaria del 24 de diciembre de 1905.
19. Acta de la Sesión Ordinaria del 7 de enero de 1906.
20. Además de la central eléctrica del Tambre, Antonio Molina también era propietario de una concesión eléctrica en el término municipal de Tolán, en Toledo.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


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