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Carne de cañón

lunes, 10 de octubre de 2022
Cualquiera con una noción mínima de Historia sabe que el desencadenante real de la II Guerra Mundial fue el embargo al que sometieron los vencedores a Alemania, sumiéndola en un castigo inasumible que colapsó su economía. Tras una caída en picado, fruto de una inflación galopante que aún se agitaba con la resaca del crack de 1929, el marco alemán en 1939, evidenció que la economía germana era lo más parecido a un agujero negro. 80.000.000 de germanos sujetos a una punición insostenible pasaban privaciones y hambre pura y dura, en un país donde salía más barato forrar una pared con billetes de curso legal que con papel pintado.

Los vencedores no tuvieron nunca en cuenta al pueblo, sólo a los instigadores del primer conflicto bélico a gran escala que involucró a la vieja Europa y todas sus colonias en el orbe. Pero el castigo fue aplicado con rigor a toda una nación de gentes que, no sólo jamás habían tomado decisión alguna -ni les dejaron- a favor ni en contra de incorporarse a un enfrentamiento armado, sino que incluso debió asistir al estrago de toda una generación de jóvenes forzados a una leva, sin posibilidad de elección.

Fue esa hambruna y deterioro social el campo de cultivo idóneo donde se gestó el totalitarismo nazi que acabó involucrando a medio mundo y arrasando a la otra mitad, y es precisamente ese expolio, penuria e incautación, además de la reparación ulterior por los daños causados, lo que dificulta aún más la conflagración ruso-ucraniana, en el ámbito de una colisión forzada por terceros países, donde ambos contendientes plantean posturas más próximas de lo aparente. Los dos, Rusia y Ucrania, han transitado de un modelo ultraconservador dando un giro hacia una dictadura encubierta, donde los misiles se alternan con la propaganda en una guerra que tiene mucho de marketing y de mediática.

Zelenski, un abogado, curtido en los medios que antes del ejercicio de la política ocupó su tiempo como actor, guionista, director y productor de cine y televisión, ha sabido secarle partido a su experiencia propagandista. Su controvertido contrincante, el también abogado y político Putin, le va a la zaga en el control de la información tras su paso como oficial de inteligencia exterior durante 16 largos años, por el Comité de Seguridad del Estado de la URSS, más conocido como el todopoderoso y hermético KGB.

Si hay algo de lo que son conscientes uno y otro, es de las represalias que sufrirán de caer vencidos y, en particular en el caso del moscovita, con la plena consciencia de que la Unión Europea ambiciona el control sobre sus hidrocarburos en la misma medida que Estados Unidos codició el gas y petróleo kuwaití y sirio.

Quien crea que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra se equivoca de lado a lado. El ser humano es el mamífero más empecinado en darse de bruces cuantas más veces mejor con el mismo pedrusco. No aprende del presente y mucho menos del pasado, y está siempre dispuesto a entrar en combate por un simple "quítame ahí esas pajas".

Ese es el punto justo desde donde habría que reflexionar en las posibilidades objetivas de armisticio. Hitler fracasó en su intento de dominar Europa por el mismo talón de Aquiles que Napoleón. Los dos fueron cortoplacistas, como la mayoría de los políticos europeos y los dirigentes de la U.E., sujetos a un mandato cuatrienal, donde la visión de Putin es a largo plazo -a espejo de los grandes estadistas-, tras afianzarse a tiempo vista en el Kremlin. Como todo líder absolutista o casi, ha entendido que las sociedades estatales e industriales dotaron al estado de la capacidad de ejercer la violencia sobre sus propios ciudadanos para controlarlos. Ahora un montón de muchachos que incluyen a pacifistas confesos, con sus familias como rehenes, marchan al frente, demostrando una vez más el fracaso de una humanidad empeñada en hipotecar su mayor riqueza, la esperanza en el futuro que representa la juventud de todos los pueblos, condenándolos a ser carne de cañón y ejemplo de que no existen guerras ilegales ni justas, sino sólo adultos estúpidos que atrincherados tras sus mesas, arman a sus hijos para que se maten por ellos.
Mosquera Paans, Miguel
Mosquera Paans, Miguel


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