
Las huidas hacia adelante siempre han sido propias de personas cobardes, que pretenden suplir con "por mis cojones morenos" cualquier atisbo de legalidad o justicia. Esas acciones suponen, en definitiva, una forma infantil de no reconocer los errores e insistir con terquedad en encaminarse al precipicio, porque prefieren despeñarse antes que admitir que se han equivocado o que han obrado mal.
Ejemplos hay a docenas, y seguro que se encuentran ustedes con ellos a diario, y son peores cuando las consecuencias son comunitarias. Desde el ayuntamiento que sigue adelante con un proyecto absurdo por no dar el brazo a torcer, al presidente de un colectivo que mete la pata con los medios del club y en lugar de aceptar los hechos y dimitir de su cargo propone a los socios manifestarse contra las autoridades para que cometan una ilegalidad. No me creo que no hayan pensado en alguien para alguno de esos casos, y en el último no es difícil ponerle nombre y apellidos: Tito Valledor.
La ilegalidad que propone el señor Valledor es bastante obvia. Exige, ni más ni menos, que se prevarique, que se dicte una resolución injusta a sabiendas de que lo es, y pretende de la Confederación Hidrográfica que haga eso. Ha pasado de pedir una "mesa de diálogo" a amenazar directamente: de no avenirse a su voluntad, aunque sea contraria a la ley, se ve capaz de movilizar a los 18.000 miembros del Fluvial que, por lo visto, considera de su propiedad (tanto al club como a los socios).
El tema más obvio es el de venirse arriba y amenazar nada menos que a la Alcaldesa de Lugo, los presidentes provincial y autonómico de los socialistas gallegos y al Presidente del Gobierno. Le ha faltado mandar cartas a Ursula von der Leyen, el Papa Francisco, Biden, Putin (por si acaso) y Carlos III de Inglaterra, ahora que está de moda lo británico. Quizá ande flojo de idiomas, no tengo ni idea.
Pero dejando eso a un lado, me pasma la pereza, el pasotismo y la complicidad de esos 18.000 socios del Fluvial. Ni una protesta contra el señor Valledor por utilizarlos como carne de cañón, como infantería electoral en una guerra que han decidido él y su directiva por su cuenta y riesgo para tapar las irregularidades por las que se ha sancionado al Club (y lo que vendrá). Ha utilizado la Asamblea, que se ha plegado cobardemente a sus deseos, para expulsar a quienes osaron a poner en duda su todopoderosa majestad societaria, y aunque el juzgado le ha dado obligado a recular, los asociados no dicen ni pío. Y mucho menos se ha iniciado el proceso para la más que obvia y necesaria moción de censura a un Presidente y una Directiva que han demostrado sobradamente su capacidad para, a este paso, destruir el Club Fluvial de Lugo.
¿Quién se cree que es este señor para amenazar a mi Alcaldesa? ¿De verdad piensa que a a poder inclinar la balanza electoral?
Lo peor es que tal vez no sólo lo piense él. A la vergonzosa cobardía de los socios del Fluvial se une la de los demás representantes políticos, que se esconden para no salir a dar la cara y decirle al señor Valledor lo que tienen que decirle: no es usted quién de amenazar a nadie, y no le consentimos que pretenda intimidar a Lugo en la persona de nuestra Alcaldesa.
Señores representantes políticos... ¿Acaso creen que todo vale para vencer en las urnas en ocho meses? Pues a ver si así les vale este razonamiento: ¿de verdad piensan que Lara Méndez no va a ser capaz de usar esto como prueba de que no cede a chantajes y salir reforzada? Porque si hay una confrontación y los aspirantes al trono local no se ponen del lado de la legalidad y se demuestran "blandengues", quizá se lleven una sorpresa en las urnas. Yo mismo seré incapaz de votar a alguien que no se posicione contra este chantaje.
Es hora de romper ese atronador y vergonzoso silencio por parte de quienes tienen que dar un paso adelante: socios del Fluvial y representantes públicos, hagan lo que deben y acaben de una vez con este puñetero circo. De lo contrario serán cómplices de este disparate.