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El mundo que me toca vivir

martes, 27 de septiembre de 2022
Para nuestra amiga Mari Mar García Varela, con profundo afecto.

Soy de la generación que tenemos que ser listos porque, creyendo que nos defendíamos sabiendo leer y escribir, resulta que somos analfabetos profundos en muchos temas, por ejemplo, Informática. Y a este respecto recuerdo algo que siempre me resultó difícil de entender y es aquello de la justicia: "El desconocimiento de las leyes no exime de su cumplimiento". ¿Cómo pretenden que lo sepa si nadie me lo enseñó? Después de enterarme, me di cuenta que ese debe ser el artículo primero, que pone el mango de la sartén en los que detentan el poder. Cosas de ser despabilados.

Mi problema con las leyes es que, por respetarlas, me sobran muchas. Desde la ley del tabaco, que se pasan por la entrepierna muchos fumadores, hasta la del si es si; no porque no defienda los derechos de la mujer, sino porque a determinadas edades el valor del si es también condicional: si se puede.

Una cosa es promulgar una ley y otra muy distinta velar por su cumplimiento. ¿Ha visto usted alguna inspección sanitaria en los bares? ¿Quién controla a quien fuma en las terrazas? ¿Quién se encarga de buscar el mobiliario público que desaparece? ¿Hay personajes intocables por encima de ley que pueden hacer lo que les sale de allí?... Miles de infracciones, muchas más trascendentales que éstas, que quedan impunes por ineficacia de las autoridades y el personal encargado de estos menesteres. Unos y otros prefieren mirar a otro lado. El Buenismo que buscan frente al Malismo que usan. (En roman paladino: el creer que mirando a otro lado y perdonando son mejores que tú que denuncias los abusos y eres el malo de la peli).

El malestar ciudadano se sustenta en esa desagradable sensación de impunidad, abandono e irresponsabilidad. Y de ahí a la anarquía sólo hay un paso. Y, lamentablemente, hay muchos ejemplos.

Pero, volviendo al principio, a muchos de nosotros tampoco nos enseñaron a usar internet y no es hemos visto obligados aprender más o menos, buscando las teclas con la ayuda de alguien que nos comprende. No con el prepotente empleado de cualquier institución que, si no nos insulta, sonríe con displicencia, sino con la ayuda de un paciente amigo.

Nadie nos enseñó nada de muchas cosas y así hoy nos vemos en reciclaje continuo y obligados a saber entrar en las "app" de los hospitales, del banco o cualquier servicio necesario. Los únicos inaccesibles son los relacionados con leyes, reclamaciones, quejas... redactados con tan complejidad, tantos enlaces, así como ambigüedad... que nos resulta imposible cualquier gestión. Por ejemplo: Si la ley de Costas dice que una concesión administrativa caduca a los 75 años ¿cómo es posible conceder prórrogas, cambiar de actividad y seguir ocupando terreno público empresas privadas que no aportan ningún beneficio a la colectividad? Utilizar el recurso de los puestos de trabajo es una falacia más de los responsables de esta anomalía, porque resulta obvio que en otra ubicación también requiere personal. Hace mucho tiempo que escribí en gallego: A LEI DE COSTAS DEPENDE DE QUEN SEÑAN AS COSTAS. (La Ley de Costas depende de quien sean las espaldas).

Hoy, en la era de los avances tecnológicos, resulta casi imposible tratar de concertar una cita telefónicamente o poner una queja a las distintas administraciones. Ya sabe usted el proceso: permanezca a la espera, todos nuestros operadores están ocupados, después le regalan a usted una melodía relajante (ironías de la vida), vuelven a repetir las mismas cantinelas... hasta que desista. Es posible que llegue antes el juicio final. Imagínese la cantidad de improperios que sólo sirven para avinagrarnos.

Dios lo libre a usted de sufrir una urgencia, porque tanta golfería es insoportable. Ayer alguien me comentaba que no se podía dar de baja en una compañía telefónica porque en las tiendas físicas le decían que lo tenía que solicitar por internet. ¿Y si das orden al banco de no pagar? Es posible que te metan en la lista de morosos. Muy fuerte ¿no les parece? Vivimos en el mundo donde los atracos de estas empresas gozan del amparo de las leyes, que están hechas para justificarlos y a los ciudadanos nadie nos toma en serio. Dice el anuncio: "soy mayor, pero no tonto". Personalmente, me mienten tantas veces, que lo dudo. Y me siento indefenso.

Es el resultado de seguir confiando en esos inútiles políticos, que autorizan estas barbaridades y legislan para favorecer los intereses de las empresas dejando a la ciudadanía desamparada. Siempre mendigando los votos de los mayores, pero ahí está la realidad de sus actuaciones. Miren hasta donde llega la evolución de estas cosas y la desfachatez de ciertas regresiones, que no modernidades, que ahora en los bares, ya me pasó varias veces, no hay nada más que determinadas marcas de cerveza o vino y uno se ha de adaptar, si quiere, a la dictadura empresarial. La razón no es otra que los contratos de exclusividad con determinadas marcas. Hasta ahí podíamos llegar: ¡Que beba yo lo que quieren ellos! Afortunadamente hay otros bares y remedio... de momento. Porque, como sigamos consistiendo todo, vamos a tener que hacer cola y adaptarnos a sus horarios.

En el Franquismo el despotismo en la administración con los ciudadanos era, desgraciadamente, habitual. Las cosas cambiaron y ahora todo son amabilidades y sonrisas atentas. El problema siguen siendo las soluciones. Hay ventanillas únicas, buzones de quejas y sugerencias, entrevistas con el con el teórico responsable, después lo tiene que consultar, más adelante tiene mucho trabajo, por último se le olvida porque pasó mucho tiempo y, cuando creía usted que llegaba la solución, resulta que presentó la documentación fuera de plazo.

No, no llame usted a la policía local porque, si le cogen el teléfono, en ese momento, no hay ninguna unidad disponible, ni tampoco llame después porque le pasará lo mismo. Visite usted el bar de la esquina y a lo mejor, si le hacen caso, tiene suerte. Nunca permanezca a la espera cuando llame por teléfono por una emergencia.
Arréglese usted lo mejor posible y corra en busca de la solución, porque las esperas telefónicas son lo peor para el infarto, el estrés y la desesperación.

Desidia, pasotismo, cuentitis, comodidad, irresponsabilidad... y detrás de todo un egocentrismo de vanidad y superficialidad asustante e insultante, que demuestra la cantidad de incompetentes que hay en los distintos organismos y convierte a sus jefes, nuestros próceres, en fantasmas. ¡Total unos pocos más!

Pero nosotros no podemos decir nada porque no somos COOL (no estamos a la moda) y vivimos en OFFSIDE (fuera de juego) porque para ser TRENDING TOPIC (merecer consideración y estar en la onda) necesitamos renegar de nuestros orígenes, aceptar a pies juntillas la cultura yanqui y utilizar el papanatismo de cultivar la lengua de la pérfida Albión antes de conocer el uso de la antigua CH. Porque, en el País del Mimetismo y la picaresca, sumidos en los complejos de inferioridad de muchos cretinos, se nos olvidó que antes ARANTXA, TXUS y TXETXU se escribían con la CH (dos dígrafos aclara ahora la RAE), pero me imagino que tal atraso es un anacronismo histórico repleto de racismo, y feminismo trasnochado (Antes se decía chocho, chichi u otras lindas guarrerías ante el espanto de las mentes más puritanas).

Pero es posible que el culpable haya sido tanto TXORIZO. Porque otra cosa no habrá en España, pero txorizos, con TX y CH los hay... Y ahumados, y de partidos, con pedreguí, y con poco tocino y hasta carcelarios. Pero bueno, esos son los menos. Los puede encontrar usted en el camino de Santiago, en el banco de su confianza, comulgando en la iglesia... en todo sitio y lugar. Otra cosa no tendremos, pero pícaros y ladrones para sufrir y exportar.

De momento, vive usted en España para seguir aguantando. ¡Qué pena!.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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