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El paisaje robado

miércoles, 21 de septiembre de 2022
La invasión de las vallas publicitarias en un municipio
incapaz de aplicar la normativa existente

Cuando busqué el significado del término feísmo no me esperaba dos cosas, la primera que el diccionario de la Real Academia la Lengua no registrara el vocablo y la segunda, encontrar tanta bibliografía existente sobre el término, referido al movimiento o tendencia artística que valora estéticamente lo feo. Por supuesto no conocía la existencia de artistas que se recreaban o recrearon en el pasado con la presentación y trabajos sobre objetos, personas, animales, situaciones y cosas repugnantes, con la clara intención de provocar en el que los observa o lee sensaciones de asco. Pero más me extrañó cuando, abundando un poco más en la información existente, era vox populi que flirtearon con el feísmo, lo abordaron intencionadamente en algunas de sus obras, o queriéndolo o no, a sabiendas o ignorantes de ello fueron de algún modo precursores de este movimiento, verdaderas figuras de la literatura, de la filosofía, de la pintura y de otras modalidades creativas. Nombres como Camilo José Cela, Charles Baudelaire, Francisco de Quevedo, Friedich Nitzsche, Francisco de Goya... han tratado lo repulsivo, lo desagradable, lo repugnante en algún momento de su dilatada creación artística.

Regresé al diccionario de la RAE para indagar sobre el vocablo más cercano a tal término y apareció fealdad, que la define sencillamente como: cualidad de feo. Era obligado buscar el término feo y las cuatro acepciones que recoge el diccionario vienen como anillo al dedo para el tema que quiero abordar en este artículo.

1.- adj. Desprovisto de belleza y hermosura. Así es, desprovisto de belleza se queda el paisaje tras instalar en él, enormes y antiestéticas vallas publicitarias.

2.- adj. Que causa desagrado o aversión. Exacto, eso produce a los conductores y viandantes el discurrir junto a espacios yermos, en otros tiempos agrícolas y actualmente abandonados, y por las proximidades de zonas urbanas que se asoman a la autovía GC-1 a su paso por el municipio de Telde y ver el paisaje secuestrado por decenas de vallas publicitarias.

3.- adj. De aspecto malo o desfavorable. No hay peor aspecto de un paisaje que aquel que le infiere una o más vallas, carteles e instalaciones de publicidad rompiendo su unidad paisajística, secuestrando el mar y el horizonte, desnaturalizándolo.

4.- adj. Desaire manifiesto y grosero. Exacto, un desaire a la ciudadanía, un insulto manifiesto y un modo muy grosero de intervenir un paisaje limpio.

Dejo el diccionario y cojo el coche. Necesito corroborar una sensación que, por desapercibida, pues nos acostumbramos a la cotidianeidad del día a día y nuestros sentidos se vuelven indiferentes a los impactos ya habituales, estaba seguro me iba a resultar impactante.

Recorro la GC-1 de punta a punta. La observación que quiero hacer es muy sencilla. Trato de identificar y contabilizar las vallas publicitarias que pueden observarse desde la autovía, en especial, aquellas que se encuentran en los espacios más próximos.
Ninguna en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, ninguna en Santa Lucía, ninguna en Agüimes ni en el municipio de Ingenio, ninguna en el municipio de las Palmas de Gran Canaria. Puede que se me escape alguna, pues no puedo negar que desde el vehículo la atención prioritaria es la carretera, pero de ser así, se cuentan con los dedos de una mano y son puramente anecdóticas.

Sólo había una excepción a lo largo de toda esta costa, litoral por donde el sol regala cada día con su presencia una imagen de vida, llevando la luz al paisaje y alegrando los corazones de los que se asoman a observarlo.

¿Cuál era esa excepción a un paisaje limpio de enormes paneles que secuestran la imagen de un nuevo amanecer? Telde. ¡Más de cuarenta vallas publicitarias secuestran el paisaje teldense! Es el único municipio del este de Gran Canaria que dinamita su paisaje, lo hiere de muerte, ocultándolo tras una sucesión de vallas, que como veremos luego, la mayoría de ellas sino todas se encuentran sumidas en la ilegalidad.

Curiosamente, el número de vallas contabilizadas a lo largo del tramo de autovía que discurre por suelo teldense es muy similar al número de vallas que, hace ahora dos años y medio, exactamente en noviembre de 2018, la corporación municipal del momento anunciaba a bombo y platillo, a través de su titular de área, que la concejalía de urbanismo ordenaba retirar 39 vallas de los márgenes de la GC-1, es decir todas las existentes.

Dos años y medio después, nadie ve que se haya eliminado ninguna. Es más, en aquella ordenanza que se encontraba en clara consonancia con la gestión del Cabildo en aras a erradicar todas las vallas publicitarias de este corredor paisajístico, primera imagen que se oferta al turismo, el ayuntamiento se comprometía a retirarlas si la propiedad privada y los concesionarios de la publicidad no lo hacían en diez días de modo voluntario, pasándoles luego la facturación correspondiente de dichos gastos a cada propietario. Recogía también la noticia que el Cabildo había comprometido con el ayuntamiento de Telde para tal labor una partida presupuestaria de 93.000 euros.

A fecha de hoy, tres de mayo de dos mil veintidós, todos nos preguntamos por qué no se hizo. Leyendo los comentarios de esa noticia en Telde Actualidad, los ciudadanos teldenses aplaudían la medida, aunque reconocían también que la consideraban tardía, pues era Telde el único municipio remolón a la hora de aplicar la legislación existente en cuanto a vallas publicitarias. También reconocían algunos lectores, irónicamente, algo que el tiempo les dio la razón, que no era más que otra de las promesas vacías de las que hacía gala la corporación a sabiendas de que no iban a llevarse a cabo.

Está claro que tras la frustrada intención de erradicar esta lacra paisajística había algo extraño, se escondía algo más que simple desidia y me propuse indagar un poco. Si a las vallas publicitarias de la autovía se unían las de aquellos puntos estratégicos con mayor afluencia de vehículos y personas, el computo de las existentes en el municipio superaba el centenar. ¡Telde estaba vendido a la publicidad! ¡Telde convertido en un municipio-cartel! Si encima muchas de esas vallas se encontraban en solares abandonados convertidos en escombreras, la imagen que ofertaba -y desgraciadamente oferta- el municipio era deplorable.

Pero si, además, la mayoría de ellas se encontraban sobre suelo municipal, el agravante era tal que no se entendía como la Fiscalía no se personaba ante una corporación que no puede eximir sus responsabilidades ante un hecho que vulnera sus propias normas explicitadas en el PGO.

Había llegado el momento de bucear en la legislación vigente. Sabía que en su día una ley estatal tratara de erradicarlas por completo de las carreteras. Busqué dicha Ley estatal y a continuación la normativa canaria vigente. Ahí comenzaron mis sorpresas, mis dudas sobre la legalidad de las mismas, mis sospechas de que tras las vallas que afean nuestro paisaje se esconden intereses económicos u otros intereses que se me escapan.

El conflicto viene de viejo. En el año 1989 -hace más de treinta años- el ministerio de Obras Públicas a través de las Direcciones Generales de Carreteras y Costas instaba a retirar 5.000 vallas publicitarias de las carreteras y costas españolas. Aducían razones de seguridad vial y estética. No tardó en llega la respuesta de AEPE (Asociación de Empresarios de Publicidad Exterior) llevando la orden ministerial a los juzgados.

Aducían éstos, fundamentalmente, que se encontraban las vallas en propiedad privada. Por su parte, justificaba el Ministerio la medida por razones de seguridad vial y respeto del entorno y el paisaje.

El artículo 24 de la Ley de Carreteras era claro y conciso: "La prohibición de publicidad en cualquier lugar visible desde la zona de dominio público de la carretera".

En el rifi-rafe jurídico, al parecer decantado más hacia el lado gubernamental ante el hecho constatado de la erradicación de miles de vallas en las carreteras españolas, la asociación arriba indicada pidió al ministerio un plazo de cinco años para la supresión de las vallas y la clarificación de los tramos urbanos donde se permitieran. Se propuso retirar los carteles a 100 metros de distancia de la carretera y limpiar el campo de viejas estructuras, propiedad muchas de ellas de empresas ya desaparecidas.

Cada Comunidad ha dado pasos en estos años para la erradicación de estos soportes que dañan y afean el paisaje propio hasta el caso en que en muchas de ellas es imposible ver valla publicitaria alguna a lo largo de estas grandes vías: autopistas y autovías.

No es preciso buscar mucho en la legislación canaria para ver que el papel lo aguanta todo. Disponemos de una legislación que, aplicada con el rigor que dictaminan sus leyes, no existiría una valla, no sólo en las márgenes de la autovía, sino en multitud de suelos rústicos y otras figuras de protección que igualmente amparan esos espacios, pero el problema es que se incumple sistemáticamente.

Les expondré brevemente las más notables:
La Ley del Suelo y de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias, Ley 4/2017 de 13 de julio BOC 138/207, comienza desglosando las competencias de la Agencia Canaria de Protección del Medio Natural, y registra como una de ellas la inspección e instrucciones pertinentes obre la ocupación, transformación o uso del suelo rústico. Es muy importante esta explicitación como veremos en el articulado de la Ley.

En su título II: "Utilización del suelo rústico". Capítulo I, Artículo 58, recoge textualmente:

1.- Todo acto de aprovechamiento y uso del suelo rústico deberá respetar las siguientes reglas:
1 a.- "En los lugares de paisaje abierto y natural, sea rural o marítimo, no se permitirá elementos cuya situación o dimensiones limiten el campo visual".
1 d.- Este es aún más explícito: "No será posible la colocación y el mantenimiento de anuncios, carteles, vallas publicitarias o instalaciones de características similares".
Sólo con leer detenidamente esta Ley y este artículo, me pregunto dónde está la labor de la Agencia Canaria de Protección del Medio Natural cuando la sucesión de vallas sobre los terrenos de Malpaso, suelo rústico de protección de litoral, con alto valor paisajístico, cultural y etnográfico, pues existe un yacimiento arqueológico en esos riscos, incumplen totalmente el artículo en cuestión. ¿Cuántos expedientes se han incoado para eliminar las vallas en el municipio de Telde en todos estos años?
Incumplen de igual modo esta Ley las que se encuentran en El Goro, las que se encuentran a ambos lados de la autovía en los dos sentidos de la misma, en La Estrella, a la altura del barranco Real, delante de la urbanización industrial de Jinámar costa, a la altura de las Remudas, a la altura de ambas gasolineras existentes en la autovía…
¿Qué está pasando?
Seguimos analizando la misma ley. En su Capitulo III, artículo 74 leemos:
1.- Cualquier uso, actividad o construcción ordinaria en suelo rústico está sujeto a licencia municipal.
En el artículo 372 explicita los tipos generales de infracciones donde se clasifican en leves, graves y muy graves y en el artículo 391 cuantifica las sanciones: "Se califica de infracción leve y multa de 60 a 3000 euros la colocación y mantenimiento de carteles y cualquier soporte de publicidad o propaganda.

Según esta Ley Canaria, no hay duda de que todas las vallas publicitarias que observamos en Telde a lo largo de la autovía GC-1, deberían contar con una licencia municipal o un comunicado escrito en vigor. Si es así, ¿cómo puede otorgarlas el ayuntamiento si es ilegal según la ley dichas instalaciones? Y, en el caso de que carezcan de licencia municipal, ¿cómo puede ser que no se hayan levantado expedientes sancionadores a todas y cada una de ellas, al tiempo que instar a su erradicación definitiva?

Ahí quedan las preguntas para quien tenga interés en profundizar en ellas y exigir las responsabilidades correspondientes. Yo me limito a plantear la denuncia y exponer públicamente los hechos.

Permítanme continuar, pues tanto la legislación insular como municipal abundan en las mismas prohibiciones, convirtiendo de tal modo esta manifiesta ilegalidad en un reírse de los ciudadanos en su propia cara, pues legislación hay para empapelar varias vallas.

Veamos el Plan General de Ordenación de Telde (PGO) Comienza recogiendo toda la normativa que hemos señalado como criterios autonómicos e insulares y por consiguiente, está claro que toda colocación y mantenimiento de vallas publicitarias está prohibida por todas las legislaciones, pero además lo explicita aún más:
En su Capitulo VIII.- "Normas em suelo rústico", en su Sección 1ª.- Régimen jurídico urbanístico del suelo rústico, en el Artículo 115: "Condiciones generales del suelo rústico", comienza con una categorización del suelo rústico, en la que no entraremos pues su punto 4 está muy claro: "La publicidad estática está prohibida en general en todas las categorías de suelo rústico".

Leen ustedes bien, está prohibida en todas las categorías. Entonces, ¿qué está sucediendo en Telde?

Más interrogantes acuden a nuestra mente, pues la realidad tiene difícil comprensión.
¿En nuestra Comunidad cuál es el criterio para aplicar la ley y dónde está el rigor en la vigilancia de estos espacios si hay agencias y servicios que pueden llevarlo a cabo?
¿Alguien le puede decir a la ciudadanía quién es el responsable de controlar la legalidad o ilegalidad de todos estos soportes publicitarios en el suelo municipal teldense y, una vez conocido, saber si se han llevado a cabo los correspondientes expedientes de sanción, el por qué siguen ahí y en caso negativo, depurar responsabilidades?
Antecedentes de que estos soportes publicitarios suponen una ilegalidad manifiesta hay muchos, pero les voy a señalar uno muy reciente, del 7 de abril del presente año, es decir hace veinte días más o menos. Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Comandancia de las Palmas han procedido a denunciar a una empresa por la instalación de cinco vallas publicitarias en terreno rústico de protección paisajística y terreno rústico de protección agrícola en Tamaraceite, en el municipio de Las Palmas de Gran Canaria. Como era lógico, pues está prohibida la instalación de vallas en este tipo de suelos, carecían de autorizaciones municipales para su instalación. Son responsables de estos hechos tanto la empresa publicitada como el dueño de los terrenos.

Si la legislación es así de taxativa, ¿Por qué en Telde se incumple con total impunidad?
Si en el Plan General de Ordenación Urbana vigente en Telde, la mayoría de los terrenos donde están instaladas las vallas están considerados: suelo rústico de protección agrícola, suelo rústico de protección marítimo-terrestre, suelo rústico de protección de litoral, suelos rústico de protección hidrológica, suelo rústico de protección de infraestructuras (zona de afección de la autovía) y por lo tanto incompatible su uso para soportes publicitarios como los denunciados en Tamaraceite ¿Por qué no se tramitan las denuncias correspondientes? ¿Por qué no se han retirado en todos estos años? ¿Cuántos expedientes se han llevado a cabo? ¿Cuántas sanciones económicas se han cursado?

Si son ilegales, es improbable que alguna de estas vallas haya obtenido licencia municipal para su instalación. De ser esto cierto ¿Quiénes son los responsables de tanta desidia y falta de celo en el cumplimiento de sus obligaciones? No quiero pensar en la responsabilidad de estas personas en el caso de que alguna de estas vallas ubicadas en este tipo de suelos cuente con autorización municipal, cuando incumple la normativa y legislación vigente.

Pero los hechos incomprensibles sobre las vallas publicitarias en nuestro municipio no acaban ahí y esto que voy a divulgar, aún es peor su cabe.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando comprobé que una buena parte de las mismas se encuentran sobre suelo de propiedad municipal. ¿Cómo? -dirán ustedes. -¿Sobre suelo público? Exacto.

Todas las vallas que hay desde el parque de bomberos hasta las instalaciones de Alcampo están sobre suelo público. Igualmente, las que hay en la trasera de Leroy Merlin, en la rotonda que lleva a la urbanización de La Estrella, un nudo viario con la mayor cantidad de vallas, También están ubicadas sobre suelo público. Y el que hay antes de salir a la autovía a la altura de la gasolinera dela Estrella, y el solar para uso deportivo que hay delante de Decatlon y... podemos seguir, aún más con todos aquellos suelos de compensación urbanística que también son públicos. Sólo tenemos que comprobarlo consultando una herramienta pública de enorme valor: El IDE Canarias (Infraestructuras de Datos Espaciales de Canarias), una aplicación que nos permite visualizar la ubicación de cada una de las vallas y la categoría del suelo sobre el que se asientan.

Entonces ¿Qué sucede? ¿Un ayuntamiento incumpliendo su propia legislación recogida en el PGO, incumpliendo toda la legislación canaria sobre este tema específico en suelo municipal? Ustedes juzgarán.

No se trata de culpar a la actual Corporación, se trata de denunciar el abandono por parte de todas las corporaciones que le precedieron... y la actual. Sólo una diferencia las separa. La actual tiene la oportunidad de acabar con este cáncer paisajístico, lavar la imagen de un ayuntamiento, el de Telde, inoperativo y débil, sin criterios, pusilánime, donde cualquier agresión a las leyes vigentes tiene cabida, ya sea referente a vertidos, a construcciones ilegales, a extracciones de áridos, a vallas publicitarias fuera de ordenación... La honestidad de la actual se pondrá a prueba ahora, a raíz de esta información que ellos ya conocen, pues las denuncias en medios durante todos estos años fueron muchas. Sólo es necesario tomar la decisión unánime de limpiar definitivamente el suelo municipal de estas aberraciones ilegales, dejando de ser el punto negro de una costa que, otras corporaciones con mayor coherencia, decisión y respeto por el medio natural han llevado a cabo en pro de sus paisajes y sólo necesitando aplicar la legislación vigente.

Son muchas preguntas que exigen rápidas y claras respuestas. Estoy acostumbrado a que estos artículos reciban el silencio de los representantes públicos y la satisfacción de muchos lectores agradeciendo la voz, pero no es suficiente. En este caso concreto no se trata de un artículo de opinión. Se trata de ilegalidades manifiestas e impunidad con los responsables, como lo son también las escombreras ilegales y los vertederos de basuras.

Existen servicios como la fiscalía de Medioambiente, el SEPRONA, la Agencia Canaria del Medio Natural y Urbano, partidos políticos, asociaciones vecinales, ecologistas que pueden exigir la aplicación de la ley, así como depurar responsabilidades, seguro que las hay, por dejación de funciones, por permisividad manifiesta, sin dejar de pensar, eso me han manifestado ciudadanos con los que he tratado este tema, que pudieran existir oscuros intereses, económicos, políticos, trato de favor..., que permiten que el paisaje de Telde, a su paso por la GC-1 y sus zonas comerciales sea un paisaje robado.

Y es muy triste que así suceda. No pueden nuestros representantes públicos dar lecciones de rectitud y eficiencia, de honestidad y futuro si en estas labores básicas de gestión sobre lo legislado no son capaces de ser dignos representantes de un municipio orgulloso de su pasado y que mira su presente y futuro con ojos menos mezquinos y corazones más comprometidos.

Deseo que estas palabras supongan un revulsivo, no sólo para nuestros munícipes sino para los anunciantes y empresas publicitarias, que han convertido el deterioro del paisaje común, el paisaje de todos en un lucrativo negocio. Deseo también que cada ciudadano que sienta secuestrado su derecho a un paisaje limpio, libre de adefesios antiestéticos e ilegales, haga valer su voz, denunciándolo y boicotee a los productos y empresas que se prestan al juego sucio, usurpando, en contra de la legislación vigente, en cada valla los horizontes marinos y terrestres del disfrute de todos.
Espiño Meilán, José Manuel
Espiño Meilán, José Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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