Galicia, Galicia, Galicia...

En Galicia continúan las llamadas "colas del hambre". Más de 600.000 personas viven en situación de pobreza. Más de 200.000 jóvenes emigraron, en los últimos diez años, fuera de la Comunidad Autónoma en busca de trabajo y no por gusto. La desigualdad social se acrecienta. Miles de familias no saben lo que es tomarse unas vacaciones, principalmente las que perciben rentas sociales, el IMV o de sectores económicos como la agricultura, ganadería, pesca o de la conservera.

Muchos trabajadores continúan siendo vulnerables porque sus retribuciones apenas llegan al salario mínimo, a pesar de tener cualificación profesional y prestar servicios a jornada completa.

Muchos empresarios se oponen al incremento de salarios y a rebajar sus beneficios empresariales, en tiempo de crisis económica y social como la actual. Algunos abren las puertas de las opciones políticas, proponiendo la rebaja de impuestos. Las mismas recetas, los mismos errores, la misma miseria.

Los suicidios continúan produciéndose y los desahucios también sin que preocupe demasiado a los gobernantes de la Xunta de Galicia, aunque tengan competencias en materia sanitaria y de vivienda.

La asistencia sanitaria pública cada vez se encuentra más deteriorada y abandonada, por falta de medios materiales y humanos. Muchos sanitarios se marchan a otras comunidades o países por tener unas mejores condiciones laborales y salariales.