Que Santiago nos muestre el camino

Todavía me impacta. "No preguntes que puede hacer tu país por ti... pregunta que puedes hacer tu por tu país". Frases como esta hicieron de JFK un mito para " la nueva frontera". Algo así como la llegada de una bocanada con aire de las montañas para limpiar el mal ambiente. Por esto, por atreverse a cambiar el mundo, los poderes fácticos americanos se unieron en una conspiración que terminó con la saga.

Y es que muchas de las respuestas las encontramos escudriñando en la historia. Ahí estuvieron siempre los problemas de la humanidad. "Nuestro vínculo común más básico es que todos habitamos este planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos valoramos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales". Tal reflexión compartida a las puertas de las amenazas entre oriente y occidente, a buen seguro que agitadas por esos poderes más o menos ocultos que hacen negocios gracias a los cuatro jinetes del apocalipsis, mientras la masa o mayoría silenciosa, manipulada y alienada por los grandes medios de comunicación vive o sobre vive a la espera de que el poder democrático resuelva sus problemas o detenga el camino hacia la autodestrucción. Supongo que los habitantes de Roma, antes de su caída, tuvieron la misma postura camaleónica.

No puedo evitarlo. Lo primero que hago con el nuevo día es acudir a los informativos. Cuanto más me informo más me asusto. Vuelven los fantasmas que asolaron el primer tercio del siglo XX en el primer tercio del siglo XXI. Hasta Henry Kissinger parece preocupado. Yo que le creía con el mando a distancia desde el club Bilderberg o Dabos y por tanto miembro de esos gobiernos en la sombra que juegan al ajedrez con este planeta y sus habitantes, nos avisa sobre el peligro que encierra la conducta geopolítica que camina por derroteros muy peligrosos. Es como si el asunto se les hubiera ido de las manos a los que diseñan crisis, guerras y cambios en la estructura de la población mundial. Claro que no sería la primera vez. Ya les pasó con aquel hombrecillo al que le dejaron avanzar, contagiar y desencadenar la segunda guerra mundial.

Mientras las gentes disfrutan sus vacaciones estivales sin pensar en el futuro y tratando de resarcirse del pasado pandémico, las noticias que no pueden ocultar fluyen y son síntomas inequívocos del otoño-invierno que nos aguarda. Y lo malo es que no parece inquietar al tejido social. Es como si la pandemia hubiera sido introito calculado para la gran tragedia que puede dar al traste con nuestro sistema occidental al que Putin señala como decadente.

Busco y no encuentro noticia alguna que me tranquilice. Me he convertido en un optimista informado, es decir en un pesimista. Por tanto doy gracias a Prisciliano por permitir que dese hace veinte años viva en este rincón de la Galicia Cantábrica en la que puedo perderme entre playas, fragas y parroquias dónde el campo de la feria es vecino del Campo Santo.