El escudo de Ortigueira: emblema de muchos municipios españoles
Los ayuntamientos más pequeños de la provincia de Almería que mantiene en sus escudos emblemas orteganos son los de Cantoria (3.200 habitantes), Zurgena (2.300 habitantes) y Albánchez (700 habitantes). El de Cantoria también se halla en la
comarca del Valle del Almanzora, en la zona del mármol, su principal recurso económico. La mayor parte de su población se dedica a la transformación de la piedra, aunque también se ocupa de cultivar su rica vega.
La localidad presenta un nuevo trazado, con calles rectas y casas uniformes. De entre ellas, sobresale su iglesia parroquial, dedicada a Nuestra Señora del Carmen. El templo fue erigido en el siglo XIX sobre otro anterior de estilo renacentista. En su interior, a causa de su amplitud, se tiene la impresión de estar dentro de una verdadera catedral; algunas de las pinturas expuestas en sus paredes pertenecen al Museo del Prado.
El Palacio del Marqués está situado en la pedanía de Almanzora, sobre las ruinas de un alcázar musulmán. Este, en un primer momento fue caserón edificado por Juan de Benavides, el capitán del Almanzora y Señor de Jabalquinto y de Almanzora. En 1637, pasó a ser propiedad de la Casa de Benavente, y, más tarde, el X marqués de los Vélez, Antonio Álvarez de Toledo, lo transformó en un palacio de estilo neoclásico, obra que le encargó a Ventura Rodríguez.
Otro de los lugares de interés turístico de Cantoria es la Ermita de San Cayetano y San Antón. Primitivamente esta fue la iglesia de un pequeño núcleo situado enfrente de su antiguo emplazamiento. Pero, a raíz de las guerras con los moriscos de las Alpujarras, la villa fue destruida, construyéndose otra en sus proximidades. Sus habitantes adoptaron entonces su ermita como iglesia parroquial hasta que fue erigido su nuevo templo. La hospitalidad de los cantorianos ha provocado que en ella se haya asentado un gran número de extranjeros. De hecho, no es extraño ver como ciudadanos de otros países participan activamente en los festejos populares, así como en su vida cotidiana.
Otra localidad menor a la que nos hemos de referir es Zurgena. Situada a 83 kms. de Almería, cuenta, entre sus monumentos más importantes, con la Torre del Reloj, construida en la parte más alta del pueblo sobre una antigua edificación árabe, o la iglesia de San Ramón Nonato. Por su interés reciente, también se puede visitar la antigua Estación de Ferrocarril, que dejó de funcionar en 1985. Su edificio ha sido restaurado para servir de espacio escénico a todo tipo de eventos culturales.
Este municipio estuvo ocupado por los romanos. De hecho, la denominada Ruta Verte es la antigua calzada romana que unía las poblaciones de Granada y Murcia, pasando por la Alfoquia. De esta se conservan algunos restos cerca de una vieja gasolinera. La ruta sigue la rambla que va a Cerro Limera, donde se encuentran vestigios de épocas pretéritas. Como les ocurrió a muchas otras localidades, Zurgena vivió su momento de mayor esplendor con la llegada del ferrocarril al Valle del Almanzora en 1885.
Su Semana Santa y sus fiestas patronales en honor a San Ramón Nonato son las grandes festividades del municipio. Entre sus actividades peculiares que se realizan durante estas están el Juego de la Bandera, un encuentro de banderas de las diferentes hermandades, y las Pujas, durante las que se subastan las andas del paso de San Juan, el más popular de los que componen los desfiles procesionales de Semana Santa.
Para finalizar este recorrido por la heráldica ortegana nos detendremos en un ayuntamiento que cuenta con menos de 1.000 habitantes: Albánchez. Este fue conquistado en 1436 por las tropas murcianas dirigidas por Alonso Yáñez Fajardo, quedando, tras la caída de Granada, bajo la jurisdicción del marqués de los Vélez.
Su actividad principal fue la agricultura, llegando a tener unos 2.190 habitantes en sus más de 500 casas. También fue una referencia importante en la industria de la transformación del mármol. Actualmente, el turismo se ha convertido en su actividad económica más importante, debido a que posee unos bellos lugares, aunque de difícil acceso, ya que se encuentran en las estribaciones septentrionales de la Sierra de los Filabres, una ruta accidentada, montañosa y árida, pero con gran encanto. Allí están la Caldera del Tío Lobo, en los alrededores del Pico Albánchez, un paraje que cuenta con un cauce profundo que se adentra entre las rocas, dando origen a un acantilado digno de admirar, al igual que las águilas reales que lo sobrevuelan en algún momento. Otro lugar a visitar es la Cueva de los Esqueletos, donde se hallan restos de sus antiguos pobladores, junto con algunas flechas y enseres.
Su castillo, actualmente en ruinas, es una construcción musulmana, de la época visigótica. No menos importante es la Fuente de los Siete Caños, una obra bastante ingeniosa del siglo XVI que se ha conservado como prueba irrefutable de las genialidades del pasado. Construida para servir de lavadero y abrevadero para el ganado, es un ejemplo claro de la economía rural tradicional porque en ella el agua se aprovecha para el consumo personal y el regadío de las huertas de toda la zona y de las moreras, cuyos frutos son el alimento preferido de los gusanos de la seda que sirvieron para una de las principales actividades económicas del siglo XVIII. La Torre del Reloj, construida en 1883, es todo un símbolo de la modernidad de su tiempo.
