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Doce años sin playa fluvial

jueves, 21 de julio de 2022
Doce aos sin playa fluvial
El recién reinaugurado Club fluvial de Friol. Fotos: La Voz de Galicia

En el año 2010 el entonces alcalde, señor Orozco, y el presidente de la Diputación, señor Besteiro, anunciaban la buena nueva: firmaban un convenio para que Lugo tuviese playa fluvial entre otras maravillas. Han pasado 12 años y seguimos a la espera, ¡quién se lo iba a imaginar!

Que no íbamos a tener playa este año era bastante previsible. Incluso aunque se lograsen instalar las bateas fluviales esas que nos quieren endosar como sucedáneo de una verdadera zona de baño en condiciones, seguiríamos siendo el hazmerreír de los muchos pueblos pequeñitos de nuestra provincia que, con unos recursos infinitamente más reducidos que los de la capital, disfrutan desde hace años de instalaciones envidiables.

No hay más que ver el ejemplo de Friol, un municipio vecino en que se acaba de inaugurar la remodelación de sus instalaciones, con unas piscinas junto al río y una cafetería que, si les soy sincero, me hace ponerme verde de envidia. Envidia de la mala además, de la que te hace bajar santos y pensar en qué manos está nuestro Lugo del alma.

Tras infinidad de promesas electorales y anuncios propagandísticos seguimos como estábamos pero con menos dinero en el banco, porque mi instinto me dice que los que vendieron las bateas nos las van a hacer comer, y por ellos como si las ponemos en el Rato. Total, en el inicio del Plan General proponían ese regato como ubicación para una escuela de piragüismo (es en serio... bueno, en serio que lo ponía quiero decir) así que bien podría ponerse una playa fluvial.

La culpa, por supuesto, es de la Xunta de Galicia, de quién si no. La mano negra de los poderosos que quieren que la ciudadanía no tenga una playa fluvial digna y gratuita para que se sigan asociando al Club Fluvial es quien tuerce todos los planes. Y si no, siempre podemos culpar al chachachá, eslogan que hasta tiene una canción.

El problema del informe de la administración autonómica es que está basado en criterios medioambientales y de seguridad, dos mantras que son muy difíciles de rebatir sin quedar fatal con la población, sobre todo cuando llevas años presumiendo de ser un ayuntamiento "green Vancouver" que hace casitas de madera (aunque no sepan para qué se van a usar) y proyecta barrios ecológicos súper divinos de la muerte (cargándose un humedal, pero bueno, tampoco hay que ser picajosos con esas cosillas).

Lo de mirar las notificaciones con calma, leer los informes que te mandan en 2019 para evitar problemas y buscar una ubicación adecuada en los ocho kilómetros de río que tiene Lugo (que ya son) mejor lo dejamos para mañana. A pesar de que nos quedemos un año más sin playa fluvial, siguiendo las enseñanzas de Escarlata O’Hara... ¡mañana será otro día!
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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