Vaticinios

Me compré unas bellas sandalias color mostaza
en el zoco del Paseo Ahumada
epónimo callejero de los hermanos de Teresa de Ávila
tan chilenos como ella:
"Fue Dios servido que viniese entonces de las Indias
-Último Reyno de Chile- un hermano
mío que había más de treinta y cuatro años que estaba allá
llamado Lorenzo de Cepeda".

Quince lucas cobra el pequeño mercader
Me vine con ellas puestas y juro
que las féminas clavaban sus ojos en mis pies
como si fueran imán sagrado mis abarcas.

Al llegar a la rúa Morandé me sonrió una mujer del Tarot
tenía los labios de Stella Díaz Varín y me dejé llevar
Las figuras de las cartas caían patas arriba
la baza del ángel de la muerte me hizo un guiño aleve
desde sus espadas en cruz.

Esperé el vaticinio tras el tercer billete de luca
Vas a morir antes de llegar a la vejez dijo la tarotista
pero serás feliz en el tiempo que te resta.

A la quinta cuadra La Moneda de por medio
me susurró Teresa
"Porque ahora veo el peligro que
es tratar en la edad que se han de comenzar
a criar virtudes con personas que no conocen
la vanidad del mundo"

Caminé en silencio por el Paseo Bulnes
Me detuve en las armerías a contemplar
réplicas de la Parabellum
la más estética y eficaz de las pistolas
tan germana como Goebbels, Himmler o Goethe

Mientras acariciaba la culata marrón
reflexioné sobre el doble vaticinio.

La primera premonición no se había cumplido
la segunda del estado feliz
duerme en la oficina de trámites pendientes.

Apoyé el caño en la sien derecha
No pasa nada es de utilería rio el vendedor
Me dije como si lo dijera Teresa trashumante
Nada es comparable a caminar con óptimas sandalias
aunque estas no sean
las del Pescador
para caminar sobre las aguas.