NO a una iglesia unida a los poderes opresores y
SI a una Iglesia que apoya a los sectores más desfavorecidos.
A causa de unas circunstancias históricas, la Iglesia jerárquica ha intervenido

poderosamente en la estructuración de la sociedad occidental y en la justificación sagrada de sus últimos fundamentos éticos, jurídicos, filosóficos y políticos, por lo que se ha llegado en repetidas ocasiones a una especie de teocracia. Con muchas dificultades ha admitido las premisas del mundo moderno, a saber, el que se deriva de la Reforma y de la Ilustración. Los poderes de la Iglesia han sido a menudo sacralizados al modo pagano, con lo cual ha menguado su genuina autoridad cristiana. No es de extrañar que se haya proclamado la infabilidad papal, que se haya condenado el modernismo, hayan crecido los concordatos y se haya consagrado el género humano al Corazón de Jesús. En repetidas ocasiones, la Iglesia jerárquica ha caído en la trampa de la beligerancia, utilizando de modo indirecto sus poderes como grupo de presión. Las rivalidades que la Iglesia oficial ha tenido con los movimientos organizados de la clase obrera, con las corrientes críticas de los intelectuales y con las crecientes autonomías éticas de los sectores de futuro, han producido una ostensible erosión de la Iglesia como institución de poder, como propietaria de recintos educativos, como guardiana de costumbres burguesas y como aliada de movimientos y organizaciones conservadoras y reaccionarias.
El Vaticano II ha supuesto una extraordinaria recuperación, interna y externa, de la misión de la Iglesia en el mundo moderno, sobre todo a nivel de propósitos y enunciados. Hoy se le pide y exige a la Iglesia, por parte de un sector cristiano de base popular y laical qué recupere su misión evangelizadora, sea institución crítica de libertad, apoye con su fuerza moral las reivindicaciones de las clases sociales y grupos más desfavorecidos, cese sus concordatos con los poderes y suscriba acuerdos con el pueblo liso y llano. Siendo evangélica en su interior y profética en su exterior, será la Iglesia de Pedro y Pablo.