La gestión del litoral

Cinco legislaturas en el Parlamento Vasco. Tres en Las Juntas Generales de Álava -Parlamento Foral- Dejando a un lado el macabro espacio de la violencia por motivos políticos, tengo que reconocer la cantidad de veces que sentí envidia Galaica por cómo funcionaba la ordenación del territorio en Euskadi y como la Administración Pública Vasca -Común y Foral- modernizaban un país con apenas dos millones de habitantes y tres pequeñas provincias que declararon "Territorios Históricos" y así fueron tratados de usía por la Constitución de 1978, dándoles un Estatuto de Autonomía pleno de competencias, generosas aportaciones económicas al discutir de igual a igual con él Estado los recursos económicos que se generan por su riqueza industrial y autogestión tributaria. Sin duda y por mucho que se quejaran al servicio de la Construcción Nacional modelo PNV, la Comunidad Autónoma Vasca era y es un fragmento de Estado con incomparables privilegios, al menos vistos desde el Fisterra.

¿Y Galicia, además de señalarse como nacionalidad y Territorio con Derechos Históricos, que ha sacado en limpio en todos estos años con vigencia del Estado de las Autonomías?. Viene a cuento por la reivindicación legítima, social y política, para intervenir en la ordenación de un litoral con más de 1.600 kilómetros de costa. Que pronto han salido los "cónsules" de Madrid advirtiendo que tal pretensión no se ajusta a Derecho Constitucional y que deberíamos emprender la complicada y lenta modificación del Estatuto de Autonomía. La de veces que he visto como Cataluña, sin modificar su Estatuto, le daban desde el poder central la capacidad para interpretar que formando parte de un Estado Plurinacional podía gestionar a su antojo toda suerte de espacios socio económicos.

La costa gallega forma parte de Patrimonio de la Humanidad desde el momento que lo es de la Historia y el Territorio de nuestra Galicia. Hay que ordenar tal espacio. Hay que consolidarlo como sustrato fundamental para la economía Galaica. Hay que dotarlo de equipamientos y servicios, pero especialmente con las mismas infraestructuras que las vascas -puertos pesqueros, comerciales y deportivos-. Hay que defender integralmente tal riqueza natural frente a los vertidos. Hay que prepararse para las vicisitudes del cambio climático en su pugna tierra-mar.

Nadie mejor que los gallegos residentes en la madre Galicia dos Mares para saber cómo evitar ciertas colonizaciones al servicio de un turismo inculto y egoísta que en otras Comunidades ha desencadenado el fenómeno subcultural de la turismofobia.

Hubo una vez alguien que sabiamente se comprometió a iniciar la gestión para fusionar Ayuntamientos por motivos de eficiencia económica. ¿Dónde quedó tal pensamiento?. ¿No es momento oportuno y necesario para aminorar las cargas de tanto aparato administrativo funcionarial y ser muy prudentes con las inversiones a inventario electoral clientelar?.

En tal debate no puedo ni quiero dejar pasar como mera anécdota la petición de un ferrocarril moderno a modo de tranvía y primera alternativa para el transporte por el Cantábrico en dirección a Francia. Ya está bien de acordarnos con "cariño" del romántico FEVE-TRASCANTABRICO en pleno Xacobeo, para luego dejarlo morir a diferencias de esos ferrocarriles de la Generalitat o Eusko Trenbideak que permiten vertebrar los territorios de la costa Cantábrica y Mediterránea en Cataluña y Euskadi.