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Operación: Cuñada (6)

martes, 24 de mayo de 2022
En cuanto a la dueña, doña Placeres, maestra en la Escuela Nacional Mixta de O Pombal, de par del viejo convento, ella no se metía en nada; ¡aquel pazo, para ella, era prestado!

-Hermano, estuve matinando que ahora, con esto del purín, en lugar de topos tendremos típulas. Más es, ¡que no sé si será perjudicial para las truchas...! Acuérdate que en esta casa siempre se comieron truchas del Azúmara, mayormente en Cuaresma..., ¡y a ti bien que te gustaban! ¿Estás dispuesto a pasar sin ellas?

Pero el cubano algo aprendiera de los gringos; algo, no, mucho:
-¡Economía, muchacho, que ya lo dijo Mr. Malthus! ¡Las truchas se compran, y la leche se vende! Aquí, en este país subdesarrollado, hay que poner negocios de vender, "estilo Holanda", que así les llama el Ingeniero. Yo llegué a rico vendiéndoles a los gringos...; ¡de todo! ¿Querían ron? ¡Tomad ron! ¿Querían hembras? ¡Aquí tenéis, de las mejores, de las que no precisan un colchón; un hatajo de mulatas con las nalgas macizas! El labriego se empeña porque no tiene mercancía de la que precisa el mercado... Tratándose de vender, lo que sea..., ¡fuera el alma, que ahora ni el diablo las quiere! Vender, siempre vender, que eso de empeñarse..., ¡ni empeñarse ni empreñar, que de eso se pagan réditos, siempre! Mira sí sé cómo trabaja la usura, que esas artes luego me dieron tanto beneficio como plata les saqué a los enamoramientos de aquellas hermanas de la caridad, ¡y no precisamente de la del Cobre! Si no llego a despertarlas, ellas se lo hacían a los gringos, ¡gratis datis! ¡Burras, ellas, todas ellas, pues un gringo sin plata es como un vaso de agua, auténtica sosería!

Sólo en una ocasión las tuvo gordas con el Arcipreste, que cuando volvió de predicar en una Misión que hubo allá en Mosteiro se encontró con la capilla del pazo llenita, hasta la misma ara, de sacos de patatas, repletos y bien cosidos, ¡para cuando viniese a por ellas el camión de aquel Pol de Vilafrío! ¡Y menos mal que no había santos, pues aquellas imágenes de los siglos XV y XVI ya las vendiera Darío a pretexto de que les entrara la carcoma... En aquel rife-rafe venció el cura, que hasta maldijo en latín, así que, desde que le vaciaron la capilla, requirió albañiles, pintores, imagineros..., a costa del hermano putero, claro!

Quien sufrió y calló, como siempre, según dicho queda, fue la maestra del Pombal, doña Placeres, que incluso le tapiaron, con las torretas de los silos, aquellas vistas que miraban cara a su Cavozas natal, donde aún vivían sus padres.

En cuanto a la niña, Manolita, esta padeció algo menos en aquella revolución capitalista pues la cogió en la Normal de Lugo, ¡normalizándose! Y de paso, suspirando por su cadete, por su Orlandito de la Olga, que se le fuera a la Escuela General Militar de Zaragoza, camino del Generalato, ¡para aprender a conquistar imperios! Buen camino, sí señor, ese del Imperio, máxime en aquellos tiempos en los que la milicia era una salida, una de las mejores, para engrandecer, de nuevo, a los hidalgos. El estraperlo ya pasara, y el boom de la construcción no llegara, así que..., ¡Zaragoza! Tanto se fomentó aquel elitismo castrense, aquellos compartimientos estancos, que incluso se les exigía a los oficiales que aportasen referencias, siempre sometidas a la Superioridad, con respecto a las virtudes, limpieza de sangre, etcétera, de todas y cada una de sus novias, de las aspirantes a su boda. ¡Esto no es una novela, que en la Historia está! Pero en este caso concreto, esta armada tampoco fue invencible.
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De la tierra de los piornos a la de los arganes, o de Piornedo de los Ancares a los yermos de Ifni:

¡Mi Teniente! Pienso que, por carta, y siendo desde tu Galicia, me dejarás llamarte así, que también tus soldados, ¡les estoy oyendo, que me lo trae este viento sureño!, te dicen, "¡Mi Teniente!". Pero ellos, como no tienen confianza contigo, te lo dirán erguidos, cuadrados, sacando el pecho!
Hoy, aquí, ya de Maestra, en esta escuela de Piornedo de los Ancares, estamos ultimando el trimestre, y por ende, preparándonos para que, cuando les hable de Belén, por Navidades, sepan y entiendan que hay otros mundos, otras tierras, otros continentes... Refiriéndome a África, mostrándosela en el mapa, casi se me escapa, que estuve a punto de decírselo, que tengo por allá abajo un rapaz, un chico, ¡un Sidi, un Campeador!
No me creían que España tenga desiertos..., poblados! Y tampoco les fue fácil de entender que a ese Ifni, que según me dices trae su geonomástica de un santón que les enseñó la doctrina coránica, la de Muhammad, en lugar de "don", o de "Señor", le aseñoran de "Sidi"; y que ese beato, por llamarle de algún modo, está enterrado ahí mismo, en las mismísimas puertas del desierto, en un morabito blanco, al borde de un asif, que viene a ser un riachuelo, un regato, que casi no lleva agua pero que se hace invadeable en los torrenciales. También les hablé de una playa-embarcadero besada a diario, constantemente, por siete olas, haya o no temporal. ¿Derechos de autor? ¡Tú mismo, las fotos, en tus cartas...!

¿Qué? ¿He entendido bien cómo es ese infierno que me espera? No, hombre, no, no te Operación: Cuñada (6)alarmes, que tampoco me alarmé yo con las descripciones que me has hecho en las tuyas: Contigo, de luna de miel..., a la luna que sea! Y luego está que algún día vendremos para Galicia, destinado a la VIII Región Militar.
A propósito de tus cartas: Ayer, que hizo mejor día, bajé a la feria, a San Román de Cervantes, y compré una cinta de seda para atarlas todas juntas, tal y como se merecen. ¿Qué haces tú con las mías, tal que con la presente? Espero que las tengas a buen resguardo, que dicen que los militares sois unos machistas impenitentes, y que os sentís gallitos mostrándoselas a los compañeros.
Esto de la feria me hace recordar que tuve una carta de mamá en la que me dice que el pasado día 7, como cayó en domingo, fue a la feria de Mosteiro, y estuvo con doña Marisa. ¡Dios, como se quieren, las dos, que siempre me habla de la tuya en los términos más encomiásticos! Hablaron de nosotros, ¡siempre lo hacen, supongo!, y me dice que está "impaciente" por verte cumplir esos dos años de destino forzoso ahí en África, que su esperanza está en que, después de eso, con esos méritos, o puntos, o como se diga, consigas una vacante en la Capitanía de Coruña, para que no tengas que salir, nunca más, de nuestra tierra. Por mi parte eso de "impaciencia" es un término, un concepto, que no me lo enseñó la mía, que no quiere reconocer su existencia, así que, por mi parte, voy llevando estas ansias, esta espera, con bastante disimulo; ¡con el posible!
Como hace mucho frío, propio de la estación en estas latitudes por otra parte, aún no me he ido de este local, de la escuela; recelo salir, que se me hacen temibles estos cien metros, con la nieve de una cuarta, así que, peor para ti, que te resultará excesiva esta carta, escrita a trozos. Pero tarde o temprano tendré que atrochar el fango para irme a la casa donde me hospedo. Ya te dije que en ella se está bien, bastante bien, que tienen el ganado cerca de las cambariñas... ¡Quien me diese, a tal momento, esos brazos tuyos, fortísimos, propios de un Marte, para que me transportases desde aquí, desde el local de la escuela a la casa de la posada!

En este mini edificio del Colegio atizo sin parar a una estufita que me pusieron, pero resulta insuficiente por minúscula. Es una especie de "salamandra" de hierro, que Operación: Cuñada (6)apenas caldea este ambiente. ¡Un "ambiente!" del diablo, sólo que en frío! Realmente quien me la puso fue el señor Alcalde de Cervantes, que resultó ser un amigote de mi padre, "colega" suyo en sus comilonas de Lugo. El caso es que me hizo un gran favor.
De leña proveen estos vecinos, los padres de los niños, que lo hacen con toda generosidad, aunque se queden ellos escasos. ¡Dios se lo pague! En particular el señor Clodio y su esposa, Elvira, los de la casa-palloza donde paro, son buenísimos, con esa sencillez, con esa naturalidad, propias de la gente que vive lejos de ese artificio al que llamamos civilización.
Desde aquí, desde mi mesa, en la que te estoy escribiendo..., ¡y ya parece un testamento...!, percibo una estampa de Navidad hermosísima. Como nadie la retrata, que hoy estamos incomunicados, la voy a dibujar en esta carta, mi amor, que así la recibes con mis deseos, con los mejores..., a falta de un christmas!

Las pallozas están en un segundo plano, que aquí por delante, aquí mismo, con un camino de carro en medio, tenemos las paredes de la huerta de la señora Etelvina, ¡forradas en hiedra! Si nos fijamos un poco, donde solían estar los "couceiros", los tallos de las coles, ahora vemos unas ringleras de enanos chepudos, todos ellos con sus capas blancas, blanquísimas, como almidonadas, que parecen estar hechas con lino del telar casero. Lo que les entreveo, que será por culpa de los pliegues de sus capas, son unas orejas enormes y verdosas, tan grandes, que semejan berzas. ¡Qué deformidades las de estos enanos, pero no me asustan porque son pacíficos, o más exactamente, inmovilistas!
Detrás de la línea de los paredones, se supone que en el lindero, en el arró, que dicen aquí, bracea una formación de capudres, (Sorbus aucuparia), y todos ellos rezando un rosario de cuentas encarnadas. ¿No serán abalorios de un collar...? Si esto fuese Lugo, yo opinaría que se trata de una mano de rubíes, de los de engarzar, enracimados y tirados al azar en los estantes de una joyería.
Ya en el último plano, en el general, al fondo del cuadro, en lontananza que dicen los poetas castellanos, tenemos la cima, la cumbre, de estas montañas enormes, monstruosas: el Mustallar y los Tres Obispos, que sólo se distinguen de los nublados ahora a la noche, que se abrió paso, no sé de qué forma, una ráfaga de sol; un sol amarillo, enfermizo, ictérico, propio de esta invernada.
(Voy cambiar de "péñola", pues de tanto escribir, se desgajó esta, que es de corona, pero tengo reservas). De la casa-palloza de la señora Elvira a tal momento sale una humareda enorme, oscura, fantasmal. Eso significa que están atizando fuerte, y más bien con leña verde y húmeda. Tanto puede ser que lo hagan para derretir los chicharrones de la matanza, como que estén preparando un brasero para ofrecérselo al Niño Dios, ¡por si llega aterecido! (Me parece que será para algo más prosaico, tal que para tenerle unas brasas a la Maestra..., que siempre les llega con la cabeza caliente y los pies congelados). Descarté eso del Niño Dios porque aquí no tienen bueyes que le echen vaharadas, ni mulas que le troceen la paja de su cunita. ¡Sólo tendría pastores, y para eso, éstos ya están convertidos, convertidos y bautizados!
Esta pluma parece que va algo mejor, así que seguiré contigo mientras me quede un chisco de luz en esta ventana... Mi querido Orlando, por veces me entran unas ganas atroces de escribir un libro; si, un libro, con mis pensamientos, con el corazón en la mano: Sería una especie de diario..., pero he decidido que lo mejor es anticipártelo, capítulo a capítulo, carta va y carta viene. Si te lo digo todo, ahora, sea en un libro o en cartas, ¿de qué hablaremos después, después de la boda?
¿Te acuerdas de que siempre nos entendimos bien, ya desde la infancia? Yo diría que a la perfección, sin casi hablarnos, con simples miradas. ¿Se dará en nuestras almas eso que dicen de la telepatía; tendremos, acaso, un hilo telepático, anímico, trenzado por nosotros mismos en nuestra inocencia, de tanto que llevamos jugueteado juntos, fuese en tu casa o en la mía? Tendré que preguntárselo al tío "Deogracias", pues con tantos secretos de confesión igual le tienen confesado algo de eso, pero..., ¡no lo dice! Orlandiño, en serio: ¿tú sabes algo, crees en la telepatía?
Las tuyas, enrolladas según las tengo, como si fuesen pergaminos de una biblioteca, son para mí otra especie de libro, que lo voy titular, desde ya, "Memorias de un Teniente de Academia destinado en la colonia de Ifni". ¡Ah, no, que ya sé que no se puede decir "colonia" sino Territorio, Territorio de Ifni, Territorio de Soberanía, que me lo tienes advertido, pero, ¡suena tan falso, a mi corto entender...!
De propósito: Aún no sé cuándo te corresponden esas vacaciones..., eso de la "colonial". ¿Es posible que vengas este verano, cando me den el "punto", o sea, el punto y la coma?
Ya se ve poco, pero aún tengo que pedirte un favor: Se trata de un recomendado del tío Mingos, que le tienes en ese Campamento "Ronson", supongo que haciendo la instrucción. Aquí te va su nombre, en un papelito... Mi tío, ¡que pronto lo será tuyo!, me dijo esto, así, literalmente, que ya sabes que gozo de una memoria magnífica; para algunas cosas, excesiva: "...Muchacha, estate tranquila, que rezo por él, día a día, para que no le hagan daño los moros, pues los quintos me dicen que no son de fiar". A ver si lo entiendes, ¿quiénes no son de fiar, los moros o los quintos?
De aquí no paso, que ya tuve que encender la vela. Siempre tuya, aunque por ahora, sólo de pensamiento,

Manolita
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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