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Hambre de normalidad

lunes, 11 de abril de 2022
Hambre de normalidad
La mortandad en Lugo, de las menores de España. Fuente del gráfico: El Progreso

En Lugo hemos tenido relativa suerte con el coronavirus. Somos la provincia con menor tasa de mortandad por Covid de toda España. No hay una explicación sencilla, porque aunque el sentido común nos indique que la dispersión de la población ayude, si vemos otras provincias con población aislada han tenido peor suerte, la explicación se viene abajo.

Tal vez haya ayudado el sistema de seguimiento, o simplemente ha sido chiripa. Quizás influyese que en Lugo hemos sido muy cuidadosos en general con la gente mayor, uno de los colectivos más sensibles a este virus. Los geriátricos tomaron medidas muy drásticas que aparentemente fueron efectivas, ya que aquí la mortandad fue la mitad que en el resto de Galicia, a pesar de episodios terribles como el de la residencia de O Incio, donde murieron más de 20 personas.

En todo caso, parece que, ahora sí, la pesadilla va acercándose, si no a su final, sí a una estabilización que nos permita dejar atrás esta sensación de miedo perpetuo.

Todos estamos deseando volver a la normalidad que el Covid nos arrebató, poder pasear por un comercio sin tener que ir medio embozados por la mascarilla, recuperar la vida que se alteró, quizá para siempre en muchos casos ya que aunque las normas digan que podemos prescindir de algunas medidas habrá quien siga manteniéndolas por prudencia... o por un trauma colectivo que nos va a costar mucho tiempo superar.

Aunque nunca he sido muy niñero no puedo evitar pensar en los críos que ahora tienen siete u ocho años y que llevan desde los cinco o seis siguiendo unos protocolos que a nosotros nos parecen fuera de lo común pero que para ellos son parte de esa normalidad totalmente anormal. ¿Cómo llevarán dejar a un lado ciertas medidas para hacer una vida que en muchos casos ni recuerdan?

Tenemos que hacer un esfuerzo colectivo para perder el miedo que se ha instaurado como parte del día a día, volver a salir a la calle sin esquivar a los vecinos y tomar un café tranquilamente sin mirar alrededor para ver quién está sentado cerca y si lleva la mascarilla. No va a ser tarea fácil porque el pánico es una sensación irracional (aunque en este caso quizá no tanto) y por mucho que nos expliquen que entramos en otra fase, la mayoría nos fiamos lo justo de los anuncios oficiales a la vista del historial, en que por exceso o por defecto las medidas de la administración no han ido de la mano de la realidad.

En Lugo vas por la calle y ves que un gran número de personas sigue portando la mascarilla a pesar de que no sea obligatoria en exterior, y es probable que pase lo mismo a partir del día 20, dentro de dos semanas, cuando se elimine la obligación en casi todos los interiores.

Habrá un plazo de adaptación, pero todos marcaremos en el calendario el día que volvimos a la añorada normalidad, si Putin, la guerra y la escalada de precios lo permiten.

Muchos ánimos a todos.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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