Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

En la plaza (Montevideo 1968)

jueves, 07 de abril de 2022
Antonio había decidido conocer Brasil. Como sabía que hasta que no cumpliera 21 años no podía salir de Argentina sin autorización de sus padres, una mañana llevó a su vieja a una escribanía del centro a firmarle un permiso. Pasó por la embajada de Brasil y se agenció un folleto (incorporaba un vocabulario muy elemental) y un plano de carreteras. Con este material cartográfico y el bolso con unos mocasines, algo de ropa y una cámara de fotos instamatic, partió una mañana hacia el puerto a tomar el ferry a Colonia. Al llegar a la ciudad uruguaya estrenó su permiso notarial.

El comienzo fue muy lento, recién por la tarde llegó al centro de Montevideo. Para alojarse se decidió por lo más cercano que encontró, una comisaría, recordando que en el norte de Argentina esta opción le había funcionado. El cana de la puerta lo junó extrañado por el motivo de su presencia en el destacamento de las fuerzas del orden público. Lo dejó pasar con un gesto que traducía su curiosidad por adivinar qué velocidad le iba a imprimir el botinazo en el culo que le pegaría el oficial.

Una vez en presencia del citado oficial, presentó su documentación y expresó su singular petición: si tenían un lugar para dormir. El oficial lo miró y con lentas palabras por las dudas no comprendiera bien el español, le respondió,

Me parece que se ha equivocado, jovencito. Esto no es un hotel. Es una comisaría. Solo alojamos delincuentes y usted, hasta el momento, no parece serlo.

Mire, no tengo plata ni donde dormir. Mañana seguiré para la frontera de Chuy. Pensé que quizás...aquí...

Yo lo único que puedo ofrecerle es un banco de la plaza que está ahí enfrente -canchero, sobrador, lo quiso correr con la vaina, seguro de dar por finalizada la absurda conversación.

¿Me da su permiso? - Le sacó el facón.
Sí -Respondió asombrado, que otra cosa podía decir ya.
¿Cuál es su nombre para mencionarlo por si alguien me pregunta? - Lo cagó. El canchero era Antonio y el desorientado el oficial.
Oficial Martínez -Recuperó la voz firme y autoritaria.
Muchas gracias oficial, ¿me devuelve los documentos por favor?
Salió triunfador, eso es tener estaño de viajero.

Los bancos de la plaza eran los típicos, patas de fundición ancladas al suelo y con listones de madera pintada uniéndolos. Buscó uno protegido de las luces. La noche pintaba serena, cálida, acogedora, y la cama más dura que la m.... Colocó el pullóver debajo de las costillas, el bolso de almohada y en algún momento se durmió.

Lo despertó una mano zamarreándole el hombro en plena noche. Parecía que llevaba un rato en la tarea. Un uniformado le explicó de buenas maneras que ahí no podía dormir, que tenía que irse.

Sin levantarse, para no arrugar las sábanas, le explicó el permiso otorgado por su superior, el oficial Martínez. Y si no le creía podía preguntarle directamente a él. El cana no era gil, optó por dejarlo tranquilo antes que meter la gamba. Hizo un gesto parecido a una venia, pidió disculpas y se fue. Le costó, pero recuperó el sueño. Lo despertó la claridad y las voces de los transeúntes.

Llegó a Chuy, pasó la frontera con el permiso y arribó entes de la noche a la primera escala brasileña, Pelotas. ¡Estaba en Pelotas!

Andrés Montesanto. Fragmento de "Buscando a Elena".
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES