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martes, 05 de abril de 2022

El amigo chileno observa

los fulgores

del horizonte

Son pasadas las diez de la noche

el verano sostiene aÃºn el brasero

del crepÃºsculo

Santa MarÃa de Vilaquinte

A Touza MeixÃ³n FrÃo A Torre A Forxa ViÃ±Ã¡s Galiza

Se enfrÃa el aire y se templa el optimismo

ConchiÃ±a saluda en el cruce

de la corredoira

QuÃ© tal home cÃ¡ndo chegaches

Onte pola maÃ±anciÃ±a

respondo

Los ojos azules de la mujer

distraen hondos surcos

del entrecejo

El tiempo horada la piel

implacable arado cotidiano

El amigo chileno cree estar mirando

una fotografÃa sepia

colgada en la pared

QuÃ© lindo el ocaso

le traiciona su seseante castellano de Indias

No hay colores mÃ¡s lindos que estos

Mira a ConchiÃ±a como huÃ©sped cortÃ©s

a la espera de una sonrisa

Pra vostede que veÃ±e de fÃ³ra

serÃ¡n bonitos

non pra min que estou metida na merda

El amigo chileno recibe la frase

como una bofetada

me mira desde su desconcierto

tragÃ¡ndose la amabilidad forastera

ConchiÃ±a ha recorrido los caminos

de su edad octogenaria

en jornadas de catorce horas

de sol a penumbra

de llamada a requiebro

desde la ordeÃ±a hasta la siega

lunes y domingo son iguales

salvo dos horas para la misa

charla apresurada en el atrio

cara al cementerio donde

los muertos no saben ni disfrutan

del descanso eterno

prometido por el pÃ¡rrroco

acreedor de diezmos y primicias

entre el vino de la eucaristÃa y

los brindis del yantar en casa ajena

No hay postales que valgan

para ConchiÃ±a

tampoco relatos de lejanas riquezas

habladurÃas de vanos triunfos

al otro lado del mar

tintinear de monedas en trajes indianos

de impostadas holguras

Imos a casa pra beber unhas copas

dice ConchiÃ±a

y su mano cae sobre la espalda

del chileno como la hoz sobre el pantrigo

No hay mantel sino sencillas viandas

al centro el pan de Gabriela y

la enorme jarra do viÃ±o da casa

Alzamos en silencio las gruesas copas

La espesa y Ã¡cida sangre sabe

a irremediable uva derramada

en faenas y ceifas sin cuento

Ninguno de los dos se atreverÃ¡ a tomar una fotografÃa.

Moure Rojas, Edmundo

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Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora

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