Noticias que solapan la realidad social

Cualquiera que haga un seguimiento a las cifras epidemiológicas de la pandemia, no puede estar tranquilo. Oficialmente, la sexta oleada ha gripalizado los efectos del virus. Pero para cualquier sanitario las cifras de morbilidad y mortalidad en la oleada de los últimos cinco meses sigue siendo muy preocupante. A pesar de las vacunas y de las mascarillas, hay contabilizados más de trece mil muertes. La curva de la pandemia está repuntando otra vez, en esta última semana con cerca de 300 muertes. Además, los expertos que no los políticos, no se creen las cifras totales -serán mayores- de 101.703 muertos en dos años. Por cierto en Galicia tenemos 2.000 contagios diarios. La buena nueva es que hay menos presión en los hospitales.

La guerra en Ucrania ha servido para solapar lo anterior. Hasta el CIS señala la preocupación de los españoles sobre el grave conflicto televisado, con unas consecuencias que van desde el genocidio hasta la crisis humanitaria y el peligro de extensión mundial a estilo Armagedón. Y conste que estamos sufriendo una guerra informativa. Los motivos, la participación con ayudas bélicas, el número de víctimas y la mediación de las potencias Occidentales, llegan hasta nuestros hogares, tamizadas.

Lo que antecede sirve a la causa de la crisis económica sin precedentes. Tanto España como sus aliados de la UE solapan el fracaso de una economía dependiente de esas fuentes energéticas cuyos precios impactan sobre la vida cotidiana y de ahí las huelgas del transporte, la insostenibilidad de los precios para los bolsillos populares o las crecientes bolsas de pobreza mientras una minoría hace negocios, pues cualquiera con afanes retrospectivos historicistas sabe que las guerras son siempre un gran negocio para determinados sectores minoritarios con poder económico. Me llamó la atención descubrir que algunos de los artefactos antitanques que usa el ejército de Ucrania se fabrican en Zaragoza -Instalaza-.

En la cadena de cuestiones pendientes para ser atendidas y solapadas ante la que está cayendo, debo incluir aquella preocupación por la España vaciada, la que dio escaños por Ávila, León y Soria, antes por Teruel. Nuestro país sufre al menos dos fenómenos demográficos que deberían preocupar y ocupar más allá que las palabras de políticos en campaña. El envejecimiento poblacional. La concentración de la población en las grandes urbes. El vaciamiento del campo se me antoja de alguna forma relacionado con esa necesidad para importar de Ucrania cereales y maíz, cuando nuestro país, al menos en el siglo pasado, era autosuficiente en tales, o en aquellos campos pletóricos de Girasol que además formaba parte de la agricultura de montaña en la Álava que durante tantos años viví, con cuatro cultivos muy apreciados: vino, girasol, remolacha azucarera y patata de siembra.

No puedo por menos que añorar aquellas letanías. "España necesita reformas y regeneración". Fue el estribillo de la nueva política frente al bipartidismo partidocrático. También ha quedado solapado. Y lo que es peor. Las gentes corrientes una vez más se han visto decepcionadas por como la vieja política ha solapado y desanimado a quienes saltaron a la arena del redondel para lidiar al morlaco -toro de Osborne- que representa los vicios, complejos y fracasos propios del hombre de la "la cepa hispana" que señalaba Don Antonio Machado en su poema "Del pasado efímero".