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viernes, 18 de marzo de 2022
Desde el siglo XIX y más aún desde mediados del siglo pasado, los medios de comunicación han convertido la información en una herramienta política, de ahí la atribución del estatus de cuarto poder y la importancia de consultar las fuentes para tener una visión más amplia y objetiva, que permita formular una opinión razonada y ajustada a la realidad.

Aunque ese conocimiento habitualmente trajinado no siempre es superficialmente accesible, leyendo entre líneas se alcanza el arcana imperii, locución latina cuyo significado podría traducirse por los secretos de los poderosos, refiriéndose por lo general a aquella política que se desarrolla en la parte oscura del poder, alejada, o aparentemente oculta de la vista del la opinión pública.

En tanto en noviembre del pasado 2021 Polonia cerraba su frontera para evitar lo que definió como una avalancha inasumible de refugiados sirios -un par de cientos-, mientras en marzo abrió la puerta de par en par a más de un millón y medio de ucranianos sin que se haya despeinado ni un pelo. Al mismo tiempo, el Presidente del Gobierno de España replicaba a la oposición que la subida exponencial del coste de la energía se debía a la guerra "ilegal" de Rusia. La lógica pregunta subsiguiente es si existen guerras que sean legítimas, que al parecer las hay. Así, al mismo tiempo que Moscú consideraba ilícita la ocupación de Afganistán, Iraq o Damasco, la Fuerza Aliada Internacional la consideraban indiscutiblemente reglamentaria.

Esta apreciación abunda en que las Relaciones Internacionales no se basan en leyes imposibles de aplicar, sino en acuerdos bilaterales y el ejercicio de la fuerza, ilustrando simultáneamente porqué se acoge a los blancos ucranianos, rechazando a los tostados libios, iraquíes, afganos, libaneses, palestinos y sirios. Sencillamente porque, por mucho que gimotee, Europa nunca ha dejado de ser racista y supremacista.

A la par que tal sucede, los europeos observan expectantes y confundidos la situación del continente, sin alcanzar a atisbar por qué, pese a sus continuas advertencias, tanto la OTAN como los Estados Unidos finalmente no han intervenido en Ucrania, ahorrándose no sólo esos efectivos que pululan por los países limítrofes, sino incluso haciéndose los remolones con el comprometido abastecimiento de un arsenal que Ucrania implora.

Para desentrañar lo que realmente está sucediendo habría que remontarse al desmembramiento de la antigua Unión Soviética, cuando Mijail Gorbachov dejó en manos de Ucrania unos territorios considerados rusos, pese a la imprecisión de las fronteras del momento. He aquí la razón por la que en 2014 Rusia incorporó la Península y la República de Crimea a la Federación Rusa, y por qué reconoció la independencia de los territorios de Donetsk y Luhansk, reivindicación que a la postre Occidente reconoce entre dientes, aunque invoque a la vaca sagrada de la paz para justificarse.

Cuando en Junio de 2020 Putin puso al electorado ruso contra las cuerdas para asegurarse un trascendental voto que le permitiese perpetuarse 36 años en el poder, se convirtió en un estadista con visión a largo plazo, frente a los políticos occidentales, sujetos a legislaturas cuatrienales con vocación inmediata. Esto explica porqué al Kremlin le ha sobrado tiempo para crear opinión pública en su territorio y diseñar una estrategia para ocupar los territorios que considera propios.

Sin duda ese peligroso concepto de guerra legal, más allá del brete en el que queda el Viejo Continente, pone de relieve que cuando alguien es verdaderamente inteligente no siente la necesidad de decir tonterías en una conversación. Por eso proclamaba la gran pedagoga, médica, psicóloga y psiquiatra italiana, Maria Montessori, que todo el mundo habla de paz pero nadie educa para ella sino para la competición, lo que intrínsecamente constituye el germen de cualquier guerra. Sólo cuando al fin se eduque para la cooperación y la solidaridad se estará educando para la paz.
Mosquera Paans, Miguel
Mosquera Paans, Miguel


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