Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Eugenio Montes corresponsal de Prensa

lunes, 21 de febrero de 2022
Ler con sosego, case cen anos despois de ser escritas, as crónicas periodísticas de Montes, produce unha sensación tan gratificante, que é difícil de describir, este escritor da Xeración do 27, ben podía ser considerado do Renacemento tardío, de forma sutil leva ao lector a dar un de paseo por o Xardín dos Medicis, envolveo na atmósfera do Romanticismo, refrescalle a memoria dos Clásicos, establecelle un diálogo con Federico II de Sicilia e Alfonso X de Castilla, conversa coa mirada de Leonardo, Tintoretto, Velázquez ou Tiziano. O vello adaxio "España mi natura, Italia mi ventura", é a historia viva de Montes, el sempre se considerou un exiliado do Renacemento, disconforme coa época que lle tocou vivir, non gostaba da radio, da tv, do cinema nin viaxar en avión.

Eugenio Montes posuia unha capacidade memorística impresionante, unha mente privilexiada, áxil e desperta, xunto cunha curiosidade infinita. A estas capacidades había que engadirlle unha sólida formación en dereito, filosofía e letras, psicoloxía e socioloxía. Era un auténtico erudito que encarnaba a perfección o "Polymmath" ou Polimata do seu tempo.

A faceta de periodista viuse fortalecida por a sua capacidade de observación, análisis, sintesis, crítica e de relación. Via os escenarios ou a noticia desde arriba e en movemento, así lle saían con tanta facilidade as metáforas e a relación causa-efecto dos acontecmentos. As suas crónicas, ditadas ao teléfono e con urxencia eran verdadeiras obras de arte, máis que un proveedor da noticia, para iso estaban as axencias, que tiñan máis e mellores medios, Montes era un glosador da mesma, con que maestría utilizaba todos os recursos, qué forma tan nítica de captar a atención do lector, de sacar un diagnóstico e de apuntar ao pronóstico fácil de deducir, cunha terapia ainda sen descubrir ou moi difícil de aplicar por os riscos colaterais que levaba consigo.

O seu estilo literario é unico, moi difícil de modelar e case imposible de imitar, a sua obra está moi dispersa, afortunadamente moitas das suas crónicas están compiladas e publicadas en Melodía italiana; El viajero y su sombra; Elegías europeas e Visión de Portugal.

Toda a maestría do seu periodismo está resumida nesta crónica:

A B C en Viena

Un país en torno a un ataúd. La emoción de Viena en los funerales de Dollfuss. «Austria, barricada de Europa». Publicada o 29 de xullo de 1934 no diario ABC.
A noticia é comunicada por teléfono, tal como o faguía habitualmente Montes.
O título xa é unha gran noticia que esperta curiosidade, interés e atención, en realidade son tres títulos, xunguidos por un fío condutor: país-ataúde; Viena-funeral e Austria barricada de Europa.
É de destacar a sutiliza coa que entra Montes nun tema tan doloroso, tan profundo e de tanta transcendencia para Europa, con delicadeza márcanos a hora e fálanos do escenario cotián, que semella non darse conta dun feito, que acaba de acontecer, e que vai marcar un antes e un despois na historia política de toda Europa.
"Seis de la mañana. Pasaportes. Gorras de aduaneros. Unas casitas aldeanas con tejas rojas por las que sale, lento y madrugador, el humo rural del desayuno. Hay gavillas en las eras, muchachos que cantan cerca del andén, en el corralillo del guardavías".
E comeza a entrar na traxedia:
"(...) las revoluciones parecen lo que en realidad son: una locura que nace y muere en los bajos fondos de las ciudades. Una locura o, quizá mejor, un crimen, sin el menor contacto con lo que hay de profundo, de perdurable y de aldeano, en las patrias".

Sigue marcando o tempo, a súa fluidez, e a metáfora da traxedia nos ollos do tren a noite e o sono:
"Seis y media de la mañana. Ya corre el tren por la tierra austríaca. Con ojos sucios de carbón, de noche y de sueño".

E de repente a prensa pasa a ser o centro do escenario:
"(...) leo los primeros periódicos vieneses.
Al frente, ocupando la primera página de todos ellos, una esquela de Dollfuss (...) Siempre fue nada menos que todo un hombre y a la vez toda una idea".

A continuación entra no análisis, con unha carga de sentimento profundo:
"Ahora, tras su martirio, será para nosotros algo más grande aún: será una llama eternamente encendida. Muriendo por su patria, murió por la civilización, por la paz y la dignidad del mundo. Porque Austria es hoy la barricada de Europa contra todos los bolchevismos. (...). En nuestra lucha contra los bárbaros del siglo XX nos sigue lo más noble del mundo entero. Somos el espíritu de la tradición europea contra la demagogia nacional-socialista".

E vai visualizando o duelo, tanto interno como externo, o loito ocupa o primeiro plano:
"(...) mientras el tren rueda monótono por los campos de Austria camino a Viena. Conforme avanza el sol y entra a chorros la luz por las abiertas ventanillas se va entristeciendo en doloroso contraste (...). En cada estación suben gentes enlutadas que van al entierro del canciller. Asociaciones de antiguos combatientes, con la ropa negra un poco raída y el pecho cubierto de medallas. Mujercitas de luto con ropas de viuda. Quizá Austria enviudó también. Y por eso el país entero afluye a congregarse en torno a un ataúd".

Despois da excelente entrada, aparecen moi ben marcadas as diferentes partes do ritual funerario, na que nos mostra a dor de toda unha cidade, a visión do cadáver, a marcha fúnebre, as bágoas do soldado, a despedida e o sentimento colectivo: La ciudad, enlutada; Dollfuss en el féretro; Marcha fúnebre; Lágrimas de soldados; Murió en olor de multitud

De súpeto, a unha hora exacta, o loito faise dono do escenario: La ciudad, enlutada.

"Diez de la mañana. Estamos en Viena. Cuelgan largas banderas negras de todos los balcones. Faroles enlutados. Gentes enlutadas. Tranvías enlutados con crespones en el trole y en los alambres. Vuelan por encima de las calles bandas negras de tejado a tejado. En la plaza Municipal, una inmensa muchedumbre se apretuja para ver por última vez un cuerpo que pronto se va a comer la tierra".

Dulcifica e engrandece a figura de Dollfuss morto, describe a dor da viúva e sobriedade do inicio da despedida: Dollfuss en el féretro.

"(...) Dollfuss en un ataúd de negro y oro. Las manos cruzadas como un rezo. Y una expresión beatífica, un olor a cera, a oración y santidad, (...) Mínimo y dulce fue el canciller en vida. Ahora, en el ataúd, parece grande. Cuando se muere por lo que él murió y como él murió, la muerte (...) agiganta. (...) Ahora la multitud se abre en dos filas para dejar paso a una señora (...) La cabeza hundida entre velos. Un largo manto y un largo y roto sollozo. La viuda de Dollfuss. (...) A hombros de cuatro amigos sale el ataúd. Sobre el ataúd, una bandera roja, blanca y roja con una cruz encima. Sobre la bandera, un solo ramo de sangrantes rosas".

Descripción detallada do inicio da marcha fúnebre. Transmite unha comuñón de dolor e un cosmos dentro dun caos aparente: Marcha fúnebre
"En medio de la plaza Municipal hay un gran catafalco. (...) Como colgada del cielo, una enorme banderola negra. Y en medio, tapiándose la cabeza para esconder su dolor bajo las alas, el águila imperial de los Habsburgo: "Tu infelix Austria". (...) Rodean el féretro los antiguos camaradas de Armas, (...) El pueblo se apiña en fila, que va desde el Ayuntamiento al cementerio, a lo largo de dos leguas de silencio y de pena. (...) La carroza inicia el lento, lentísimo cortejo. (...) Rasga un clarín el aire, con un gemido que desangra al viento. Suenan enlutados los tambores. Y el llanto universal de las campanas tiene también como una voz de luto. (...) Las milicias patrióticas contienen a la multitud en la acera. (...) el presidente de la Confederación (...) pronuncia unas palabras, que se ahogan en su propio sollozo y en él sollozo popular, que ya no se puede contener y rompe y no concluye nunca".

Montes volve a marcar o tempo, os fitos do recorrido e a humildade do dolor sentido e profundo: Lágrimas de un soldado.

"A las cuatro de la tarde, el cortejo divisa la torre gótica de San Esteban. (...) Tras el féretro viene el coche del presidente, los coches del Gobierno, (...) en "taxis" de alquiler, humildemente, la madre del canciller y sus familiares, vestidos con atuendos pobres y modestos de campesinos. En las naves de la Catedral, (...) suena con emoción indescriptible el Miserere. (...) Todas las Abadías del Danubio han enviado a Viena a esas gentes qué viven sólo para la meditación y la paz. (...) Entonces vi en aquella atmósfera cálida, compungida, católica, cómo corrían las lágrimas por el rostro con cicatrices de un viejo soldado".

Cerra a crónica, de novo marcando os tempos, co pobo como protagonista con candeas acesas, xentes axeonlladas nunha atmosfera na que respira heroísmo e santidade: Murió en olor de multitud:
"(...) Por el aire pasan tres escuadrillas de aviones. (...) En las ventanas hay cirios encendidos y gentes arrodilladas. A la hora del crepúsculo, cuando el cielo intima con la tierra, lo bajaron al cementerio de Hietzing. (...) el pueblo católico de Austria (...) le siguió hasta el último instante. Murió en olor de multitud, como los héroes, y murió en olor de santidad, como los santos".

Esta crónica tan completa e tan ben detallada e estruturada mereceu o premio Mariano de Cavia do ABC, no ano 1934.
Rivero, Manuel
Rivero, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES