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Con la marcha atrás puesta, y acelerando

jueves, 17 de febrero de 2022
Días pasados durante un programa televisivo, una conocida cantante alertaba del retroceso que está viviendo España. Yo hace tiempo que noto algo parecido. Es como si la sociedad ha llegado a la cima de la curva y ha comenzado la desescalada. Pero no solo en España, pasa en todo el mundo.

Cuando cayó el muro de Berlín, fui de los tantos que creímos que se había terminado la absurda guerra fría y los conflictos de intereses de los dos grandes bloques que había entonces. Ilusiones del viejo y de la vieja, como dice el tango. Con la democracia consolidada en este país, creímos que se terminarían de curar las heridas dejadas por la Guerra Civil y la dictadura franquista, con el diálogo y la sensatez. Parece más probable que un día se aparezcan los tres Reyes Magos a traer regalos a mis nietos y los pueda convidar con una copa y hacerme un selfie con ellos.

¿Qué pasó? Si después de décadas de elecciones y ejercicio democrático, aparecen Trump, Bolsonaro y el Boris. Y Putin, Ortega y Maduro no sueltan la teta ni abajo del agua. Y ni hablar de Castro y asociados, ¡más de sesenta años mordiendo el pezón!

Es como si de los dos ejes de un vehículo, uno se acelera cada vez más, amenazando con desintegrarse, como pasa con la tecnología y la boludez del metaverso, y el otro empieza a girar en sentido contrario, como le pasa al entendimiento social. No hace falta ser ingeniero mecánico para imaginarse el final del vehículo que nos transporta a todos. A algunos descerebrados, que ocultan este defecto con un turbante o con un mantelito, se les da por construir una pista de esquí en pleno desierto o levantar el edificio más alto del mundo, mientras no permiten conducir a sus esposas e hijas. Y miles de turistas pagan dineros por visitar esta joya del progreso, y todos los fanáticos del fútbol van a recrearse con las maravillas de estos beduinos convertidos en multimillonarios, que son capaces de descuartizar a un periodista y sonreír a la cámara al mismo tiempo.

Hace unos días la nieta de mi vecino, de apenas diez años, le dijo alborozada a su madre, que en el colegio le iban a enseñar a follar. Yo me sonreí por la ocurrencia de la niña, pero seguro que algunos padres de sus amiguitas no. Frase inocente, motivada quizás por algún proyecto ideológico de une teórique universitarie, que difundido por un altavox, crea un pánico en la feligresía religiosa que juran ver al mismo diablo en las aulas. Y todo al pedo, como dirían en mi barrio. Enfrentado a los españoles, cavando trincheras, en vez de lograr un consenso para enseñar la verdadera Historia de este país. Los logros e infinitos progresos que se obtuvieron a partir del 78. Entre todos, buscando el objetivo común. Modernizando España a pasos agigantados. Hasta que apareció un iluminado hablando del Régimen del 78. Y ahora otra vez rojos y fachas, progres, comunistas y feministas contra la ultraderecha, como si los votantes de estos partidos no fueran españoles con los mismos derechos a elegir que los demás. Acelerando con la marcha puesta en retroceso.

Los políticos, cada vez más guapos y cada vez más miopes, deberían estar vendiendo cupones de la ONCE. Si algunos ni siquiera distinguen los tres botones que tienen delante, como para fiarse de su visión del futuro. Porque el problema de la ultraderecha no son sus gritones dirigentes, son los millones de españoles que la votan. Y la votan no por mérito de sus líderes, sino por oposición a un modelo político que se pretende instalar sin consenso, sin una mínima educación y debate. Especulando, negociando votos, sillones y favores para durar un poco más de tiempo. Yo insistía, hace treinta años, viendo la salida del trono de la virgen de la Macarena en Sevilla, que si Franco se presentaba a las elecciones generales sería capaz de ganarlas. Los que se sonreían ante esta ocurrencia del sudaca recién llagado, dentro de poco me compararán con Nostradamus. Y eso que todavía no les ha surgido un dirigente carismático y capaz.

¿Y Europa? Otra vez la Guerra Fría, pero con un súper congelador asiático que, calladamente e imitando a Arzalluz, mientras otros agitan el árbol, él recoge los frutos. Echale un galgo dirían en mi barrio. Mientras tirábamos cohetes comprados en los chinos, estos nos ajustaron el lazo. Y los líderes europeos que un día celebraron la erradicación de la energía nuclear y el gas, otro día reconocen que son energías verdes. Y así vamos.

Pero a no desesperar, seamos optimistas, cuando tengamos el metaverso ese, seremos completamente felices y guay, viviendo en un escenario virtual, clickando likes, teniendo millones de amigos y viajando por todo el mundo sin movernos del sillón. Solo tendremos que bajarnos la aplicación y pagar las cuotas de las plataformas.

Andrés Montesanto, alias Nostradamus.
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


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