El progreso

Progresismo es aspirar y conseguir que las generaciones sucesivas vivan mejor que las anteriores. Evidentemente, tendrá mucho que ver con el asentamiento de los derechos fundamentales -no son negociables- y los sociales -no pueden ser mercancías. Aprendí además que el Estado debía organizar la solidaridad -sustituyendo a la caridad- preocupándose y ocupándose para mitigar las desigualdades entre ciudadanos y los desequilibrios entre territorios.-España urbanita y España vaciada-.

En nuestro Ordenamiento Constitucional -artículo 43- compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública de forma integral, es decir, desde la prevención, hasta la rehabilitación y reinserción de quienes han sido víctimas de enfermedad y se han sometido a los instrumentos científicos de la asistencia sanitaria.

Los dos años de pandemia deberían haber servido para reflexionar. Somos más frágiles de lo que nos creíamos. Y buena prueba ha sido la presencia de una enfermedad infecto contagiosa contra la que hemos tenido gravísimas dificultades para enfrentarnos. Vaya por delante que, como sanitario y ex parlamentario, echo de menos por razones socio sanitarias, la correspondiente comisión de investigación científica en Las Cortes y El Senado de España, para analizar tanto lo sucedido con sus errores, como las responsabilidades. Y no lo hago con fines punitivos. Lo hago como cura de humildad en una sociedad que había olvidado las existencia del tercer mundo, sus carencias y consecuentes "plagas" transmisibles. Pero también, para darnos cuenta de algunas consideraciones simplistas, de las que me quedo con dos. "Cuando se nos estropea un grifo, entre llamar al concejal o al fontanero, siempre elegimos al segundo". Pues con las enfermedades transmisibles, de cadena epidemiológica conocida por los expertos en salud, debemos confiar en los sanitarios con experiencia, y no dejarlo en manos de comités políticos -¡zapatero a tus zapatos!-

La globalización no sólo afecta a la economía y a los mercados. También a la llegada de enfermedades "pestilenciales" que tienen su reservorio en la miseria de ese tercer mundo que nunca sale en los informativos de los grandes medio audio visuales. A pesar de esa callada y abnegada misión que realizan las ONG y los cooperantes en materia de salud, voluntarios que saben y advierten de como siguen presentes las viejas enfermedades infecciosas que pueden dar el salto al norte de Mario Benedetti.

El otro espacio socio sanitario parece que se ha hecho imparable. El cambio climático no sólo provoca cataclismos naturales. Es que está relacionado con la etiología de enfermedades muy graves -Melanoma-. Y sin embargo, sólo lo reconocemos a título individual cuando en nuestras cercanías vemos morbilidad y mortalidad por tal situación, que sumado al capítulo de las enfermedades profesionales por vertidos cada vez más frecuentes, o por el tabaco, al que señalamos íntimamente ligado al Cáncer, pero que sigue siendo una ingente cantidad de recursos que ingresan en las arcas del Estado.

El concepto de progreso deberíamos conectarlo, no sólo con los kilómetros construidos en tren de alta velocidad, con las nuevas fuentes de energía, con los vehículos eléctricos, las nuevas generaciones de ordenadores y el acceso a las redes sociales. El progreso debemos relacionarlo con métodos y conocimientos sobre los que insisten los caudales públicos, para estar preparados eficientemente para garantizar el derecho a la salud.

Una vez más -retroceder para avanzar- con el reconocimiento de las antiguas enfermedades que si no las atajamos con investigación y alerta, van a desencadenar como en estos dos últimos años cambios negativos en morbilidad, mortalidad y esperanza de vida.