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La Calle de Quiroga Ballesteros

lunes, 17 de enero de 2022
Siempre me ha gustado mucho la colección de edificios que podemos contemplar en esta calle, todos más o menos coetáneos, pero cada uno con un singular estilo. Bonita colección de ellos, tal vez necesitada de una buena mano de pintura para lucir en todo su esplendor.

En el cruce con Bolaño Rivadeneira encontramos cuatro majestuosas construcciones dignas de enaltecer una esquina. Tal vez no muchos de nosotros se hayan recreado en su contemplación, quizás por aquello de estar construidos en hormigón, o por lo que sea. Me gustan y mucho, por ellos mismos y por ser representativos de estilos que en Lugo tuvieron arraigo y generaron una época de la que aún disfrutamos. En cuanto a lo del hormigón no sé porqué entre nosotros tiene desprestigio por parte de personas que La Calle de Quiroga Ballesterosno saben distinguirlo y desconocen cuánto debemos a él si hablamos de la belleza de nuestras calles.

Pero volvamos a Quiroga Ballesteros, una calle que debe mucho a este material. Podemos preguntarnos qué fue de aquella fiebre constructora que nos inundó con unos edificios que aún nos gustan y generan admiración. Hoy parece que en Lugo desapareció tal fiebre capaz de dignificar y alegrar la ciudad, pero pasear la vista por esa colección de hermosas fachadas es un recreo para el amante de la construcción urbana. En ella, las casas son muy diversas, pero todas muestran un manifiesto y conseguido deseo de belleza y logran, además, una armonía urbana muy de agradecer cuando paseamos por la ciudad.

Si hablo de los edificios, quiero detenerme en los portales de acceso, siempre cuidados y estudiados. Con sus puertas, que conviene mirarlas como exponentes de un tiempo en el que los mínimos detalles se cuidaban con cariño. Ante ellas podemos imaginar a los grandes arquitectos detenidos en minucias ornamentales tratando de sumar funcionalidad con belleza, pericia y acierto.

Hace un tiempo, no mucho, corrió un rumor que decía que alguien de mucho mando quería cubrir la calle, o taparla. Una mala sombra se cernía sobre Quiroga Ballesteros. Luego se habló de humanizarla y se humanizó. Me gustaría que alguien me explicase qué se entiende por humanizar cuando se habla en términos urbanísticos.

La calle ha sido peatonalizada, lo cual considero un éxito y un regalo para los múltiples peatones que la utilizamos. Bienvenida sea, pero hay muchos modos de hacerlo y no me gusta el que se ha adoptado. Yo esperaba jardineras, más de las que se han puesto, y con una profundidad suficiente como para permitir que algunos árboles enraizasen en ellas de modo adecuado. Las que se han puesto tienen unos 30cm de profundidad. No creo que muchos árboles puedan arraigar en ellas, tal vez algunos bonitos arbustos.

En Lugo poseemos una hermosa colección de modelos de bancos para ofrecer descanso a los peatones. En Quiroga Ballesteros se han colocado unos pocos con forma de prismas desnudos que, incluso, resultan altos para muchos usuarios. Sólo dos de ellos poseen asientos de madera y uno tiene respaldo. Los demás son de piedra pura.

También aquí llegó la marea del granito hecho loseta de diferentes tamaños y superficies, pero todas de un color aburridamente gris. Sólo, frente a cada portal, se han colocado cuatro grandes piezas, cuadradas, que presentan grabado el número del edificio en cifras relativamente grandes.

Yo veo dura la humanización de esta calle, con la coletilla de no haber enterrado la instalación eléctrica, que luce visible entre tanta modernidad. No sé a quién se le despistó el detalle. Habrá que hacer más obras para enterrarla.

El comienzo de la calle es grandioso, con el ábside gótico y los edificios de los mercados. La Plaza de Abastos y su fachada adornada con placas y bajantes de cobre, me hace pensar en edificios venidos de lejos. Pero el final me deja atónito. Un pedregal abandonado del que nos dicen que es hermoso.

Entre tanto desafuero que es posible encontrar en esta calle, los faroles del Mercado de Quiroga Ballesteros, cayendo desde la clave de cada arco, con su estructura de metal dorado y de fundición, forman un elegante conjunto ajeno al tiempo, que tanta humanización no ha hecho más que resaltar por su serena belleza.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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