Los últimos días de diciembre nos exoneran del llanto, que ya es Navidad, esa bella mezcla de historia y cuento contado al pié de un árbol de luces, que mantiene vivas las tradiciones y despierta lo mejor del ser humano.
Por eso nos tomaremos, con tu permiso, unas vacaciones que nos ayuden a despejar horizontes y aclarar ideas, que falta nos hace después de once años y pico ininterrumpidos contigo, visitando cada semana esta Galicia Única y cantándole las verdades al Lucero del Alba, aunque el Lucero no las escuche.
Estos días permíteme vivir esa página por la que fluye la buena gente que protagoniza los relatos hermosos al pié del fuego... Aquí, en Galicia, la Navidad sabe a marisco y a capón de Vilalba. Tiene sonido de gaita de fiesta y su paisaje verde viste de blanco rocío el amanecer del valle y de nieve blanca los tejados de pizarra.
Es el encanto de las meigas, la puerta abierta del edén, el camino de las estrellas, la gente que cree en milagros, las campanas de Bastavales, las panxoliñas, la Catedral, la luz del faro, el paseo hasta Ézaro... ¡También el yule celta y el tizón de Nadal...!
...Y el regreso a casa de los corazones errantes o la inevitable ausencia de los que están lejos, la única canción amarga de una nochebuena y de un feliz mediodía... Desde Galicia te deseo otra vez...
¡Bó Nadal!
Así que... ¡Libera tu mente... y hazme el favor de ser feliz! ¡Te espero el año que viene...!
