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La flor del bien

martes, 04 de enero de 2022
La Flor del Bien, la que el Creador con su bondadosa mano sembró en las tierras de Belén, cada año, y ya va a contar cinco décadas, florece en Terra Chá. Es su néctar la ambrosía de la salvación, la que buscan las humanas y laboriosas abejas para hacer de su corazón el panal espiritual de la colmena de la humanidad.

Era por los tiempos de comienzo de los setenta cuando los dos Josés, sacerdote y feligrés, tienen, con la ayuda de la luz de la fe, la gran idea de hacer germinar lo que hoy, transcurridos cincuenta años para este venidero, se convierte en la Flor de Begonte, esa que ha sido regada durante estos años por jardineros abnegados como fue Teté y lo seguirá siendo D. Xulio Xiz y el padre D. Jesús que son pilares fundamentales sobre los que se levantan las dovelas de todos esos cuidadores de la Flor que son tantos que resultaría larguísima la lista de nombres.

¿Y sus pétalos? Para conocer algunos de ellos valga este cuento como ejemplo:
Un anciano que vivía en el lejano oriente , viendo como lentamente se iban apagando sus días, con la voz propia del que tiene experiencia y sabiduría pidió a sus hijos lo siguiente:
- "Si deseáis que acabe los días en este terrenal mundo con felicidad hacedme un favor."

Los tres vástagos al unísono respondieron:
- "Padre, bien sabes que tanto a ti como a nuestra difunta madre siempre os honramos. Dinos que podemos hacer por ti y, puesto que somos fuertes como robles, al momento te complaceremos."

El padre con una sonrisa, la propia de las personas creyentes, les respondió:
- "Para cumplir mi deseo no es necesario de vuestra fuerza. Preciso que antes de fallecer tenga uno, al menos uno de los pétalos de la Flor del Bien."

Los mozos le preguntan con curiosidad:
- "¿Qué flor es esa?"

El progenitor contesta:
- "Es la que brota cuando llega cada Navidad en un lejano lugar. Tuve un sueño en que un ángel me dijo que en un punto pequeño y muy bello del orbe, muy cerca del lugar donde se acaba la tierra conocida, es donde está la Flor de la que os hablo y, que para tener una muerte en paz, era conveniente tener en mis manos un crucifijo y algún pétalo de esa."

Los tres jóvenes respondieron:
- "Tú nos has dado todo en esta vida y mereces que te traigamos cada uno un pétalo para que, cuando llegue ese momento, marches con tu deseo hecho realidad."

El anciano lloroso estrechándoles en un abrazo amoroso les dijo:
- "Sé que en esa arriesgada empresa puedo perderos porque tendréis que recorrer sitios inhóspitos, plagados de peligros y que quizá no os pueda ver. Os expongo a riesgos terribles pero peor es que por no tener parte de la corola de esa caiga en Gehena."

Los muchachos callan respetuosamente y se disponen a preparar sus mochilas para emprender tan largo viaje.

Al despedirse del señor le aseguran esto:
- "Si llega la próxima Navidad y no tienes en tu mano parte de esa flor es que tus hijos ya no viven pues, si en verdad hay un lugar del orbe donde está, la encontraremos o pereceremos en el empeño."

El hombre llorando dice:
- "Si no estuviera tullido yo mismo iría en persona por ella y no arriesgaría la vida de mis descendientes."

Los chicos debaten si ir juntos o por separado y, deciden hacerlo unidos ya que así les sería más fácil defenderse de los peligros."

A los pocos días de haber salido de su hogar se encontraron con un ser extraño al que le preguntaron si sabía el camino para llegar hasta la Flor del Bien, pero aquel raro personaje no era, ni más ni menos que el mismo Belcebú quien les dijo:
- "La Flor del Bien es la del placer y está aquí dentro de este libro."

Sacó de su mochila un manual que se titulaba "Las Flores del Mal" que, en este caso, no eran las literarias de Baudelaire.

Los muchachos le responden:
- "Ahí no puede estar esa".

El diablo incitándoles a la curiosidad grita:
- "Abridlo y encontraréis los más bellos rojos pétalos!!"

El mayor en edad de ellos cogió el libro y, al abrir la primera página, percibió un olor a azufre que era umbral del mismo infierno. Al instante desapareció, entró de lleno en una fiesta demoníaca quedando convertido en uno más de los sicarios de Satán. Al darse cuenta del error voceaba por salir pero, ya era imposible. La curiosidad le había hecho vender su alma a Mefistófeles.

Los otros dos hermanos, al ver que desapareció el mayor y que también con él se había marchado aquel desconocido, comprendieron que ya no volverían a encontrar a su hermano. Prosiguieron el camino muy afligidos y, después de vadear un gran y caudaloso río, se detuvieron a descansar bajo un olivo y allí se les apareció otro ser de apariencia dulce y angelical quien les dijo:
- "Siento deciros que vuestro hermano ya ha quedado para siempre enganchado en las espinas de las Flores del Mal, las que ladinamente y esculcante os presentó el demonio, pero yo, al ver que no habéis caído en esa trampa, os guiaré. Soy San Rafael y llegaréis a encontrar la Flor del Bien."

Los jóvenes hicieron caso y así, camina que camina, llegaron a Galicia. Una vez en Terra Chá el mensajero divino les señaló hacia el pueblo de Begonte y dijo:
- "Ahí, desde hace cincuenta años, por Navidad , gracias a la semilla gallega, florece la Flor de la Humanidad. No hace falta que preguntéis por ella pues son muchos los que aquí acuden ; siguiénndoles, entraréis en el jardín de esa Flor."

El bondadoso ser, después de terminar de pronunciar esas palabras , se convirtió en una brillante estrella de rutilante cabellera que se detuvo justamente sobre el punto de Begonte donde se halla ubicada la iglesia.

Cuando llegaron a ese lugar y con su mirada puesta en aquella luminosa estrella vieron que estaban ante las puertas del Centro Cultural .Siguiendo las palabras de indicación del celestial mensajero y, junto con los demás visitantes del Belén de Begonte , entraron donde está éste y entonces quedaron tan asombrados y perplejos que exclamaron:
- "Dichosos nuestros ojos que han llegado a ver lo más grande, los destellos de luz espiritual que salen de esta colorista y bella Flor".

Al salir comentaban ambos:
- "Hermano, hemos visto a la Flor del Bien, pero cómo hacemos para llevar a nuestro padre al menos un pétalo, pues él nos pidió uno de ellos."

El sacerdote D. Xesús Domínguez Guizán que estaba a la puerta del Centro Cultural al oír su conversación les dijo:
- "Su padre tendrá tres de los pétalos del Belén de Begonte. Aguarden, por favor".

Subió las escaleras que llevan a la planta de arriba y, cuando bajó, traía en sus manos un ejemplar de 'El Libro del Belén de Begonte', del que es autor D. Xulio Xiz; junto con otro manual, el último libro recopilatorio de las obras ganadoras de los Certámenes de Poesía y Periodismo de la última edición y además los calendarios que llevan en su portada la estampita del Belén de Begonte.

Se los entrega y, al mismo tiempo les comenta:
- "Aquí tienen tres inmarcesibles pétalos de la Flor del Bien, este Belén de Begonte quien a su vez es pétalo de aquella que hace milenios brotó en tierras de Judea, pero este ha surgido gracias a germinar la semilla galega. Llévenlos a su progenitor y que Dios les bendiga por ser hijos ejemplares y exponer su vida por ayudar a cumplir el deseo de su anciano padre. ¡Buen viaje!."

Ellos, agradeciendo esos pétalos, responden:
- "Nos alegra que nos dé tres pétalos, pues una trilogía de seres humanos fueron los hijos que tuvieron mis padres; los tres fuimos preparados por ellos para hacer el mismo camino. Lo iniciamos juntos pero el mayor fue tentado por el demonio y no ha podido llegar aquí. Aunque físicamente era muy fuerte, su debilidad moral era muy grande."

D. Xesús les consuela:
- "Recen por él, confiemos que al final del camino de la vida le vuelvan a encontrar."

Felices marcharon guardando cuidadosamente los pétalos y, comprometiéndose a perder la vida antes de que alguien se los arrebatara.

Tras muchísimas duras jornadas de camino llegaron a su terrenal casa. En la puerta de la misma, sentado pacientemente en un banco estaba su padre. Al ver que venían solamente dos pensó:
- "Pobre hijo mío, le ha pasado lo que le ocurre al ambicioso, al de voluntad débil, caer en la tentación. Él creía ser el más fuerte y era el más débil porque no supo rechazar Las Flores del Mal."

Se abrazaron muy felices y, llenos de gozo entregaron a su progenitor aquellos pétalos del Belén de Begonte. Le iban a contar el motivo de la ausencia del hermano pero él les dijo:
- "No digáis nada, sé todo. Me lo ha llevado el diablo, pero con estos pétalos y mis oraciones lo rescataré."
El resto de sus días los pasaba el anciano leyendo una y otra vez aquellos libros y mirando en el calendario begontino los que de su existir le iban quedando.

Una jornada de Navidad falleció el longevo anciano teniendo entre sus manos esos pétalos y en sus labios rezos para salvar el alma de su hijo. Cuando llegó a los cielos se encontró con aquel descendiente suyo arrepentido que le pedía perdón por no haber rechazado Las Flores del Mal y agradecía que fueran redimidos sus pecados con los pétalos que nunca marchitan, los del Belén de Begonte que es Flor del Bien.

Sirva esta historia para felicitar anticipadamente al Ayuntamiento de Begonte por ser solar del jardín de Galicia donde en Navidad florece esta Flor que todos hemos de cuidar, el Belén de Begonte, que tiene por jardín ese Centro Cultural "Xosé Domínguez Guizán" y que goza de contar, desde sus orígenes, con unos jardineros maravillosos, cristianos abnegados, quienes, con su colaboración entregada, riegan día a día la planta bonita de la fe que crece y crece siendo sus raíces abonadas con la fertilidad que supone el respeto y amor a la tradición.

"!A la Flor del Bien todos nuestros parabienes, porque si hay Flores de Pascua, ella es para toda Galicia su Navidad!."
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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