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Las viejas y los viejos al poder

jueves, 16 de diciembre de 2021
El otro día mientras ejercitaba el zaping vi a Joan Manuel Serrat en un programa de entrevistas. En un momento me puse de pié y empecé a aplaudir. Mi señora salió corriendo para volver con el tensiómetro y el termómetro, por las dudas. Comprobado que no tenía ni hipertensión ni fiebre, me preguntó qué mosca me había picado. Lo que motivó mi entusiasmo fue oír de Serrat una idea que me ronda la cabeza hace bastante tiempo. Dijo que las personas mayores de edad, que en las ofertas de viajes llaman "seniors" y que en mi barrio se los conocía como "los viejos", deberían agruparse en un partido político. Que, según este ídolo popular, provocaría en nuestra clase dirigente algo que en catalán yo traduje al lunfardo como "se les frunciría el upite".

Cuando veo por televisión manifestaciones de jubiladas y jubilados reclamando un aumento de las pensiones, que por la situación económica del país y por la megaloburocracia ganada elección tras elección, se tendrá que reducir a unos euritos, miserable limosna que nuestras actuales señorías y... ¿señoríos? del parlamento se adjudicarán como cumplimiento de sus promesas electorales, me pongo triste.

Y cuando veo las sesiones parlamentarias en que un puñado de diputadas y diputados con "masteres" fantasmas, amplia experiencia metiendo codos y sancadillas y mintiendo al respetable, se agreden con un ojo puesto en la calculadora de votos, me dan ganas de llorar.

El parlamento es el órgano en que depositamos el poder según nuestra constitución. Es la representación de todo el pueblo español, pero parece que no es así.

La población que ha pasado los sesenta años de edad representa nada más ni nada menos que el 30% de los votantes españoles, y si echamos una mirada a las dos cámaras, vemos que algo no concuerda. ¿Porqué en vez de salir a la calle a pedir el favor de los políticos y políticas teóriques que repiten las frases que sus asesores de imagen o expertos en campañas electorales le pasan, no salimos a pedir la cuota de poder que nos corresponde? ¿Por que no reclamamos el derecho de devolver a la sociedad parte de todo lo que nos ha dado? ¿Porqué no nos organizamos?

Día sí y otro también vemos en los telediarios a los futuros integrantes del movimiento quejándose que los bancos se han retirado de los pueblos, creándoles serias dificultades. Los alcaldes se unen a las protestas, protestas que los Consejos Directivos de las entidades se la pasan por los orificios de los cajeros, aduciendo falta de recursos mientras se aumentan sus suculentas asignaciones. Si una milésima parte de los miembros del movimiento, unas 12.000 personas, acuden a las sucursales de una entidad seleccionada, un día y hora determinado a retirar sus depósitos, vamos a ver cómo le hace el upite al consejero delegado. Y salvo que nos pongan una sucursal en la puerta de casa, o que nos envíen el efectivo a nuestro domicilio a través de un apuesto señor o una gentil señorita, a elección, votaremos una ley para crear un banco público gestionado por la Seguridad Social para pagar todas las jubilaciones de España. Chúpate esta.

Si hay que asaltar los cielos, como vociferaba un conocido predicador, nosotros ya estamos muy cerquita de la puerta haciendo la cola para ingresar. Un suspiro mal dado y nos metemos adentro, salvo algún renegado que no le alcance la nota y lo deriven al infierno. Pero no alarmaos, cuando tengamos el poder político vamos a solicitar a mi compi Francisco que así como derogó el Limbo, derogue el Infierno. Porque ya bastante tenemos con lo que hay en la Tierra para que nos amenacen con algo parecido. Y de paso recuperaríamos todo el combustible desperdiciado en molestar a esas criaturitas descarriadas, para calentarnos en Europa y hacerle pito catalán a Putin.

¿Se imaginan si la tercera parte de los asientos de la cámara baja fuera ocupada por personas mayores, de distinta ideología, que no necesitan mentir en sus currículos, que han demostrado sobradamente su capacidad y su honestidad, que sus ambiciones económicas y vitales están generalmente ya cubiertas? Además en el supuesto que quisieran aferrarse al asiento, por lo que les queda en el convento, no se alarmaría nadie de momento (me salió en verso).

¿Se imaginan como serían los debates? ¿Se imaginan al jefe de la oposición que en su turno de réplica le comente a la Presidenta del Gobierno que su nieto le ha ganado una partida al coso ese que jugaba la Celia? ¿Se los imaginan en los pasillos luego de un fuerte enfrentamiento ideológico, mostrando las fotos de los nietos a sus oponentes? Estas personas constituyen el capital humano más valioso de la sociedad, porque tienen aprobado, y con nota, la carrera más importante, la de la vida. Y que tuvieron que sufrir que unos dirigentes con escasa preparación y menos moral, decidieran que los viejos se tenían que morir solos, sin recibir la mínima atención, para no colapsar los hospitales que ellos mismos contribuyeron a desmantelar.

Andrés Montesanto, un viejo de Málaga.
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


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