La entrevista

Antonio ese verano trabajó unos días como encuestador y trató de prepararse para el examen de la residencia. Estaba cansado, sin pilas, no se motivaba. A último momento decidió presentarse en Pediatría, y marcó tres establecimientos preferidos encabezados por el Hospital de Niños. Llegó el día del examen, se sentó en una fila alta del anfiteatro y se dispuso a sufrir y aceptar un resultado negativo ya que no estaba suficientemente preparado.

Lo primero que hizo fue un reconocimiento de los alrededores. Delante y debajo de él, a unos metros, vio a una de las alumnas más brillantes de la carrera, esa que hacía que todo el mundo cuchichease cuando pasaba, de diez absoluto. Obviamente era mayor que él, estaba requetebuena y nunca se molestó ni siquiera en mirarlo. Cuando repartieron las hojas impresas con cuatro temas diferentes para impedir copiarse, se le ocurrió mirar el que le había tocado a la mina. A esa distancia no podía leer pero si ver la longitud de las respuestas, cuatro por cada pregunta, con una letra al principio de cada renglón. Hizo las comprobaciones visuales y ¡oh sorpresa!, coincidían con el mismo tema.

La doctorcita era zurda y estaba abajo y a la izquierda de Antonio. Pensó que sería otra de esas oportunidades que se presentan cada tanto en la vida. Visión inmejorable. Acomodó su examen y se limitó a reproducir los redondelitos en determinadas filas como la señorita, ignorante del favor que le estaba haciendo. No leyó ninguna pregunta porque no podía distraerse ni un segundo. Sacó, mejor dicho, sacaron una nota altísima. Quedaba la entrevista personal a la que se le asignaba un buen porcentaje. Y en este caso no podía copiarse.

Le tocó primero en la Casa Cuna, con cuatro profesores delante. Le preguntaron si conocía algún docente de esa cátedra. Muy seguro respondió que al titular, señalando al joviev que ocupaba el centro de la mesa. Continuó respondiendo, dirigiéndose siempre al mismo profe. Que guachos, cuando terminó la entrevista, el del centro le presentó al titular que se había sentado en un extremo, se divirtieron gratis un rato con la chantada de campeonato que se había mandado.

La segunda entrevista fue en el Hospital de Niños, se comentaba que el profe titular, el más prestigioso del país, toda una leyenda, hacía preguntas insólitas. Por ejemplo, a uno que había pasado antes le pidió que demostrara porqué un árbol tenía vida y una piedra no. Es de imaginarse los nervios de los que esperaban a ser llamados, con qué podía salir.

Le tocó el turno a Antonio, esta vez no tenía dudas, además de haber visto la foto en algún sitio, estaba rodeado de jóvenes jefes de residentes. Después de una breve charla introductoria, durante la cual no le quitaban la vista de encima ninguno del quinteto, le llegó la sentencia.

—¿Qué pasaría si la tierra se sale de su órbita? —No tenía nada que ver con la atención médica a los niños, obviamente.
—La Tierra se alejaría del sol —seguían esperando que continuaraCada vez habría menos luz —¿Y?— preguntaban —Se haría totalmente de noche—respondía —¿Y?
—Desaparecerían las plantas, al no tener que comer desaparecerían los animales herbívoros y luego los carnívoros y finalmente el hombre.
—¿Y qué mensaje daría usted a la población mundial?
—Que se queden tranquilos, que se organicen...
—Eso lo diría mi tía Rosario, que además pediría que recen. ¿No se le ocurre otra cosa?
—Que racionen la comida y el agua, que se agrupen para darse calor, que aíslen las casas para mantener la temperatura, el que tenga una linterna que busque comida...
—Usted dice que desaparecerían los animales ¿cuál elegiría para que fuera el últimoen desaparecer? —Lo tenían contra las cuerdas, pensó un instante y respondió:
—La luciérnaga, nos daría un poquito de luz los últimos momentos.
Le pusieron la nota máxima y desde ese momento sería conocido como "el pibe luciérnaga". Entró de residente.

Fragmento de "Buscando a Elena", de Andrés Montesanto, médico, escultor y escritor de Málaga.