Navidad, Tiempo de Fraternidad

No cabe duda, que cuando llega la Navidad, a todos se nos mueve un poquito el corazón para expresar nuestra admiración y reconocimiento por los trabajos de aquellos seres humanos, miembros activos del trabajo solidario, que llevan a cabo como auténticos adalides de ayuda hacia los demás, una entrega de su persona al resto de semejantes necesitados de asistencia o amparo, en todos y cada uno de los campos de la actividad social; impulsando, el "Plan de la Divinidad" que, no es otro que la "evolución de todo en general y, de cada hombre en particular".

Recuerdo un ejemplo que un piadoso sacerdote, instructor en mi adolescencia, proponía como paradigma de la incomprensión por parte del hombre, de los designios personales, nacionales o internacionales que afligían a la humanidad en general y a cada ser humano en particular.

Decía aquel santo varón, que toda persona, no deja de ser en cualquier caso, el pequeño párvulo que acompañado del padre, es llevado en su primer día de escolarización entre gritos, suspiros de desdén, gimoteos y sollozos ante lo desconocido e incierto; enfrentado a un abanico de aspectos que no comprende y, en su desesperación, tomando al progenitor bajo el prisma de su "infantil punto de vista", como el arquetipo del auténtico malvado, como un ser despreciable que trata de hacerle sufrir sin una lógica coherente.

Pero, seguía explicando el buen hombre; el "Padre", tiene un "Plan" para su hijo, aunque éste no lo sepa...

La propia humanidad y el hombre, son libres para aplicar las distintas velocidades que han de imprimir en sus máquinas para cooperar en el "Plan de la Divinidad". Ocurre que, hombres y mujeres de buena voluntad, son sabedores en su "conciencia", que están trabajando en ese "Plan", para implantar poco a poco, y de acuerdo con las posibilidades que cada cual posee y, en lo que se llega a comprender con nuestra mente finita como la "evolución". Iniciando y realizando actividades solidarias que benefician a toda la "humanidad una", siendo con su ejemplo constructores y moldeadores de la opinión pública, procurando eso sí, siempre llevándolas a cabo a través de la inofensividad y la síntesis. Desarrollando como línea básica de trabajo, las correctas relaciones humanas.

Todos los que sirven a la humanidad de una u otra forma, deben saber que existe un propósito y un objetivo detrás de todos los acontecimientos de la vida diaria. Tal comprensión, ensancha, alegra y expande la conciencia. Los llamados "Servidores de la Humanidad", se caracterizan por trabajar desinteresadamente, repudiando la violencia y, evocando el sentido de fraternidad, por ser todos hijos del mismo Padre.

Son sus puntos cardinales: la entrega a los necesitados, la tolerancia, la inclusividad, el ecléctico practicante, sin que ningún "partidismo" condicionante límite su trabajo. Sin credo o formulación dogmática que ate, condicione, agarrote y a la que haya que estar supeditado. Su móvil primigenio cuando se manifiesta como buena voluntad, y se proyecta sobre el hombre, es el "Amor al prójimo". Es al fin, una nueva disposición personal que debe ser instalada en todos los corazones.

Ese servicio desinteresado, como parte de la "Ley del Amor con mayúscula".