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La nueva generación de dirigentes políticos

martes, 23 de noviembre de 2021
Una de las características en el comportamiento de los dirigentes es su pertenencia a un determinado siglo. Y así la historia proclama las disidencias entre generaciones. Pero más aún, las dificultades que tienen para adaptarse aquellos que les toca vivir entre dos siglos.

Durante el siglo pasado, la escuela, familia, lectura y tertulia, eran instrumentos para adquirir conocimiento que iban ordenando nuestros pensamientos. En este siglo XXI la influencia de las redes sociales y las grandes compañías que operan con audio visuales, saben y ejecutan, mensajes directos y subliminales, encaminados a esculpir actitudes y aptitudes. Además, la pérdida de las fronteras y compartir la soberanía con entes que sobrepasan a nuestro propio país, hace que la formación del ciudadano transcurra entre graves colisiones en los derechos fundamentales y seamos más vulnerables a los procesos de alienación dirigidos por lo que antes llamábamos poderes fácticos y que ahora son clubes selectos tipo Bilderberg o Soros.

Cada día y desde las tertulias televisivas de cierto nivel -liberamus domine de la basura- señalan, algunos eruditos bien intencionados, como la democracia ha sido pervertida por la partitocracia o partidocracia. El papel y la conducta en los partidos políticos cada vez está más lejos de los viejos orígenes que desde el mundo griego se otorgó a la democracia frente a las tiranías.

¿Cómo se puede plantear una sanción a la representante de la circunscripción electoral de Barcelona por el PP, doña Cayetana Álvarez de Toledo, que haya expresado su opinión o se haya abstenido en una votación en Las Cortes, por ser consecuente con sus ideas?. Por cierto. Una mujer con enorme formación cultural, magnífica dialéctica y un patrimonio que no necesita de la política para vivir. Lo que le hace diferente a la inmensa mayoría de los aplaudidores, fontaneros del poder, abrazafarolas y oportunistas, siempre atentos para ser los primeros en cepillar la chaqueta al que coyunturalmente manda en la sede central de la empresa partidaria.

Lamento que todo siga igual. Los llegados para tomar asiento en las Cámaras Legislativas, procedentes de listas cerradas que encabeza el logotipo del partido, son antes que nada bien mandados. Pero no obedientes, ni siquiera oyentes, de lo que dice el pueblo soberano. A tal sujeto de derecho democrático, sólo le dedican sonrisas los quince días de la campaña electoral, cuando pasean su palmito por calles y mercados, para luego ir con el aplausómetro a los mítines que transmiten los informativos, en los que el líder, espera se le encienda la luz roja, para soltar la frase que han acuñado los asesores de imagen y pensamiento, como publicidad necesaria llegará hasta los hogares, y así hacer clientela de consumo. Es decir. Teatro, puro teatro.

Lamento que la disidencia siga considerándose alta traición. Y es que los partidos políticos han querido emular a dos viejas estructuras jerárquicas. La Iglesia y el ejército. Las órdenes ni se discuten, ni se comentan; se cumplimentan sin más. A lo que añado, los versos libres, los librepensadores, los críticos positivistas, los adelantados a su tiempo, los sensibles que poseen facultades para crear nuevos estilos, en la política están no sólo mal vistos, es que son enemigos de la obediencia debida al líder y su corte de mandarines.

Lamento que la prensa haya dejado de ser libre y deba atender sus necesidades económicas de subsistencia relacionadas con la publicidad institucional o las subvenciones ordenadas desde los presupuestos institucionales. De ahí la falta de espontaneidad en un espacio de la sociedad civil que fue en otros tiempos tribuna para debate, crítica y transmisión del pensamiento entre pueblo y élites culturales. Hasta los Premio Nobel saben que para alcanzar tal honor y mantener su vigencia, han de ser oportunos con el pensamiento oficial del que manda, o instrumento de una de las partes en litigio con la otra en la pugna entre modelos de oriente con occidente.

Me gustaría que vivieran personajes del siglo pasado, como Ortega, Unamuno, Julián Marías, Marañón y otros que aportaron ideas, analizaron su tiempo, escribieron contra corrientes, diseñaron el futuro. Les imagino escribiendo con libertad y bajo su experiencia fruto del conocimiento y la sensibilidad sobre lo que acontece. Y es que puedo aceptar los errores, lo que no puedo aceptar son los silencios impuestos y las mentiras a inventario del sillón colocado en el machito.

¿Cómo se puede liar una bronca entre quien se ha examinado electoralmente, en su Comunidad, y quienes temen tal resultado positivo para la organización presuntamente democrática, para convertirlo en una afrenta o sospecha de asalto al castillo del poder imperial sito en la calle Génova?. Mientras tras un mal resultado electoral muy pocos asumen la derrota como pérdida de confianza del pueblo, y rara vez dimiten, sin embargo aquí se vive lo contrario. Quieren poner cerco a una dama que ha conectado con los madrileños y estos le han respaldado con sus votos, no vaya a ser que tome nuevos impulsos, los haga ínfulas y decida asaltar el castillo dónde están cómodos y bien pagados los mandarines de unas siglas nacionales.

De repente me viene al recuerdo algo que pude vivir en el pasado siglo XX. Gana las elecciones Garaicoechea y desde su condición de líder popular, remueve la desconfianza del Euskadi Buru Batzar, que dirigía con mano de hierro, un tal Arzalluz. Aquello se traduce en una crisis sin precedentes. Da lugar a la sustitución del Lendakari. La toma por la fuerza de los Batzokis. La creación de Eusko Alkartasuna. El enfrentamiento en las familias nacionalistas de toda la vida. El peligro de perder el poder si Benegas le hubiera echado valor y aceptado ser candidato a Lendakari. Y menos mal que la crisis nos trajo a un caballero al que tuve el gusto de tratar, Ardanza.

Las crisis en los partidos políticos son conspiraciones inconfesables. Dónde los menos preparados, que necesitan vivir de la política, deben adivinar quién va a ganar la pugna para manifestarle su apoyo incondicional. Y así garantizarse el futuro que consiste en volver a ocupar lugar de salida en la próxima confrontación electoral y en las listas cerradas del partido.
Amén.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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