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La Plaza del Campo (I)

lunes, 22 de noviembre de 2021
Para muchos es la más típica. La más recóndita para otros. Hay quienes la consideran la más espectacular o la más gallega. Para mí es única y, como tal, incomparable. No se me ocurre compararla con ninguna otra plaza lucense pues, de hacerlo, la del Campo saldría ganando. Llena de ajetreo, antaño fue sede de mercadeos agrarios, de ahí su nombre actual.

Tenemos otra plaza en Lugo que comparte trazado con ésta, la de Santo Domingo. Como aquella, ésta es alargada con dos porciones bien diferenciadas tanto en estructura como en función. Aquí, una porción está en pendiente suave y hoy dedicada preferentemente a actividades hosteleras. La otra porción de la plaza, está situada en la parte superior de la pendiente, es horizontal y, auque también tiene actividades hosteleras, sede de actividades diversas, anteriormente culturales.
La Plaza del Campo (I)
Se dice que la parte inferior deriva del antiguo foro de Lucus Augusti. No lo sé, aunque la verdad es que aparecen vestigios romanos en columnas y capiteles de los soportales de la plaza. Podría decir que no hay dos columnas iguales ni dos capiteles similares, pero sería exagerado. Pero sí que hay piezas procedentes de diferentes orígenes puestas allí para seguir realizando la función para la que fueron construidas.

Esta reutilización de piezas que eran antiguas en el momento de construir una obra nueva ha sido muy normal en toda la Europa de épocas pasadas. En esta plaza tenemos restos romanos en plena calle y una lauda sepulcral haciendo las veces de escudo nobiliario. Siempre fue de este modo. Dos piezas antiguas juntas no desdicen entre ellas por muy diferentes que sean en edad. Comparten antigüedad, que siempre es nobleza. En la Plaza del Campo abundan estas piedras nobles. Pasear o detenerme en esta parte de la plaza me sitúa al mismo nivel histórico que vivo en otras ciudades antiguas europeas, en las que los restos antiguos relatan su propia historia a la vista de todos.

Las casas de esta parte, la que está en cuesta, se distribuyen en dos flancos. Uno de ellos, con soportales de muy diversa estructura y el otro, de casas dignas que ni desdicen ni llaman la atención. Los soportales son muy diversos. Los hay antiguos, adintelados con columnas que soportan una viga transversal sobre la que descansa la fachada y la parte delantera del edificio. Otros son de granito, macizos y con arco, clásicos que pudiera decir teniendo en cuenta que estoy en Galicia. Las fachadas nos hablan, faltaría más, de períodos muy diferentes, pues las hay humildes, antiguas, junto a alguna señorial, barroca y levantada con pautas clásicas.

Las casas que le hacen frente, esas que defino como dignas pero sin llamar la atención, son edificios bonitos, sin grandes pretensiones constructivas. Me dicen que vinieron a substituir a otras anteriores, muy deterioradas, que estaban cabalgando unas sobre otras. Cayó una y cayeron todas. Fue preciso construir tal vez sin muchos presupuestos.

En este lienzo de casas, haciendo esquina con las que enfilan la Rúa Nova, hay un gran edificio racionalista. Hermoso, faltaría más. Pero muchas veces me he preguntado el significado de ese edificio, grandioso, en esta plaza recóndita. Muchas de las faltas que se les ponen a estos edificios se refieren en general a no haber tenido en cuenta el entorno para el que fueron construidos, si rompían una armonía previa o dejaban de romperla. Creo, es mi opinión, que la mayoría de edificios racionalistas se alzaron en Lugo sin tener en cuenta su ubicación y su presencia en un entorno urbano previo. Este edificio me gusta, lógico, pero lo encuentro desacertado en este sitio (opinión personal).

La plaza está casi en la salida de la ciudad si pensamos en los peregrinos a Compostela. Habrían cogido agua de la fuente y, camino abajo, se enfilaban a seguir su Camino. Aquí, en lugares apropiados, comerían, se encontrarían con amigos caminantes para retomar la senda juntos. Pero antes, repondrían fuerzas, comerían. Hoy como entonces, esta plaza sigue siendo lugar de comidas para grupos de peregrinos o de ciudadanos. Allí se conserva un ambiente que permanece desde hace siglos, gracias a quienes mantienen usos y costumbres aunque desconozcan sus significados históricos.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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