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Escalofriante fragancia ósea

miércoles, 17 de noviembre de 2021
La hija del tiempo es muy fea y se llama muerte;
su padre nos hiere con las espinas de los días
que ata en gavillas de semanas, meses
y años que van arrojando las hojas de la flor de nuestra vida;
pero ella es ese incierto puente
que a todos nos da miedo cruzar porque asusta el finar.

Si malo es el que hiere,
peor consideramos a la que quita todo sufrir
bebiendo nuestra sangre y comiendo la carne, considerada nuestro bien,
pero lo que la muerte no puedo destruir
son los huesos,
sueltos o conformando esqueleto, peciolos de la flor del vivir
que desprenden la fragancia más pura, la que no tiene dueño
porque al quedar sin pétalos , sin color ni cuerpo físico, el existir
se evapora o queda en los riegos que abrimos en el suelo.

La muerte no mata al alma
porque esa está llamada a hacer camino
por ser trascendente vestida de ropajes de bondad o maldad;
lo demás es ceniza, polvo que sin saberlo el arado egoísta de los vivos
remueve en la interminable besana
ya que buscan, sin pretenderlo, el aroma de la vida,
el que se encuentra en la muerte que detestamos por parecernos mala.

Singular fragancia despiden los huesos, armazón que mantiene unida
la muerte con la vida para avivar el sentir de tanta y tanta
pena que hace aflorar los sentimientos para que siga
muy latente el perfume que supera las barreras de cajas de tablas
de nichos de piedra y de tapias, el aroma de la vida
que solamente se percibe cuando entendemos el habla
de la muerte que nunca nos olvida
que nos espera en su reino de sombras para talar
todo egoísmo, envidia
y decirnos que solo sirve el olor a huesos en paz
en esa eternidad donde no hay días,
cierres son los cementerios de la nada
para que no entre la maldad
donde duerme la semilla del alma.

Sobre las cercas y tapias
se yerguen los cipreses y las cruces como pararrayos que espantan
a todo lo que no es aroma sin vida.
Noche es siempre en los camposantos
aunque brille el sol en el cenit más alto
y en la noche no todos duermen
ni todos son sueños porque la muerte
pasea y recorre pueblos y campos
buscando llevarse más huesos, más aroma mientras demonios y santos
juegan y echan a suertes en el tablero de alguna tumba
si será para uno u otro el nuevo miembro de la noche que más dura.
Pol, Pepe
Pol, Pepe


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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