'Nube blanca es nuestra alma'
							Pol, Pepe - martes, 02 de noviembre de 2021
							  Aquel primero de Noviembre fui al cementerio, como solía hacer por esas datas  de difuntos, pero, a raíz   de  lo  que allí  viví,  decidí  ir  en otros primeros  de mes  cuando  el camposanto  está  solo con  los que allí moran muertos sin agobio de vivientes, sin masificaciones   de  visitantes. Rezaba  ante  la tumba  de un ser querido y, de repente, empezó a  soplar  un  aire  fuerte,  tan  intenso  que  cuando  me di cuenta  me había  levantado  del suelo  y me hallaba  ingrávido  a  bastantes metros  de altura  del  cementerio,   altitud  suficiente  para  que  todos  los que  estaban  allí  abajo  en el huerto  de  los  muertos  fijaran sus  ojos  en mí y  uno  de  ellos dice:
- "Mirad,  un globo hombre  pero  no  lleva  ya  el hilo  que  a todos  nos sujeta.  Ya  se ha liberado  de las  manos  de la  naturaleza.  Ese  es  el globo que cuando  somos  niños  todos  deseamos  tener, pues en la infancia  pensamos  que  adquiriéndolo  ya vivimos felices,  pero... ¡Equivocación! La  felicidad  no  está  en la adultez, esa trae  muchos  problemas, la dicha  se encuentra  más al alcance de la mano cuanto  más cerca  estamos  de  la  tierra,  por eso  cada  vez que  crecemos  en años   engrosamos  la cáscara  que supone aislante de la naturaleza  pero también  al no  tener ese contacto con  ella  nos resulta  más  dificultosa la existencia."
Al oír esas palabras,  para  más  sorpresa  me habló  el viento  que me sostenía:
"Ellos  ven en ti  un globo, pero te he de decir  que no lo eres;  tú  ahora  estás  haciendo  un viajecito eterno  al que te he invitado yo, el hálito  del otro mundo  para que sepas  lo  que sucederá cuando mueras.  Ves  todas esas  nubecillas blancas,   ellas son  lo  que eres tú ahora,  espíritu   benefactor  que  proyecta  su  salvadora  sombra  sobre  la tierra.  Tu cuerpo, cuando fines,  será  devorado  por la naturaleza, al igual que hace  con todos, ya  que   ella  se alimenta  de muertos, pero lo único   que  no  puede devorar  es   tu alma; su mirada  es  tan  intensa  que  atrae  todo, es  la  llamada  fuerza gravitatoria,  pero  no es más  que  el  tremendo poder  de  su  mirada. La  naturaleza se comporta como vosotros    hacéis  criando  animales  domésticos  que  luego  sacrificáis  para  alimentaros. Ella  también os  engorda  y luego  cuando  os  proporciona  ese  sobrepeso  que   consideráis  de  poder  y  dominio  u  os  deja en los  huesos  de miseria tanto  a  unos como a otros, obesos  o inopes, uando vuestro corporal globo   lo tiene  bien  lleno  comienza  a  a desinflarlo. Primero con pérdida  de  agudeza visual, dificultades  para  el  movimiento, disminución de la capacidad  auditiva  hasta  llegar a la sordera...  Todo ello  es  para  que no veáis  como  os masacra,  ni   oigas  su voz  tenebrosa  y,  al tener  problemas de locomoción  nunca podréis ir muy lejos.   También   es  una ladrona  envidiosa ya que   a muchos  le quita hasta  sus recuerdos, le dinamita  su memoria. La   que en un principio  os parecía  una madre benefactora  que os daba  la vida, ahora, con el paso  de los años, se torna  en  madrastra  terrible   que os castiga sin piedad. Habéis de saber  que es carnívora,  se alimenta  de vuestra  sangre, carne  y vísceras.  Ella  es vuestra  muerte  y  vuestra  vida.  Cuando  existes  crees  que  es buena y generosa  pero  estás  tan cegado  que  no  miras  o no quieres  mirar  lo que hace  con los  que mata,  pues  esa  que  genera vida  es vil asesina, pero  obra así  para tener  energía  y dar vida  porque  sino  se  acabaría  el mundo."
Asustado  le  dije:
- "Aire  desconocido, tengo miedo, pero quiero volver a gozar de figura aunque como dices llegará el momento que me devorará, pero ese es el destino de todo ser  vivo."
El aire  me  contesta:
- "Si quieres  puedes  quedar aquí; tú cuerpo  se encargarán tus  deudos  de  darle sepultura, es decir  entregarte  a  la naturaleza  para  que seas  su alimento, la comida  de la que  sin tener  boca  ni dientes  devora  a todos."
Le  respondo:
- "Por favor,  ente desconocido,  devuélvame  al suelo, no quiero  verles sufrir  a mis familiares por  mi muerte, ni tampoco  deseo  marchar  yo. Son muchos años  con ella  y no me acostumbraría  y aunque  la  muerte sea  su  tétrica camarera  tengo que aceptarlo, aunque  procurando   retrasar   ese encuentro."
De nuevo  volvió  a  hablar   ese  singular aire  en  tono   no tan sereno como  hasta entonces:
- "Bueno,  si tu deseo es  seguir  viviendo  es  signo  evidente  de  que   también  eres  naturaleza   y   llevas  sus genes  de  egoísmo  y  materialismo, por eso  quieres  vivir, porque  gracias a  ella  crees  estar gozando  pero  la que  no  lo está es tu alma  que  vive  encerrada  en  ese  cuerpo corrupto  de  placeres, goces  que   te ofrece la naturaleza. Recuerda, te he querido  mostrar el  camino  de ultratumba, la luz  que  verás  después  de que, cerrados tus ojos  no percibas  la  solar,  la  natural,  esta  es  la sobrenatural."
En  ese instante  todo  el cielo  contemplé  radiante  de  una  luminosidad que me inundó de  paz  y tranquilidad,  era  como un edén  encantador.
Pero  le hice  una pregunta:
- "Por favor, dígame ¿ Quién es?"
Él , dejando  de soplar, contesta:
- "Soy  el que  soy, el  Padre  de todo y al que le  duele que vosotros  los humanos no deis valor  a lo  eterno e imperecedero, el alma."
Luego  se  despidió:
- "Marcha con ella, pero, recuerda, te espero así que dedícate a alimentar tualma  para que cuando te devore la naturaleza tu naturaleza seas nube blanca limpia de mácula."
De repente me vi en el suelo frente a la tumba. No soplaba aire alguno ni en el cielo vi rastro de nube.
 
Desde  ese  día  volví  todos  los primeros de cada mes   al cementerio  pero  no percibí ese aire.  En un ocasión una voz  ultratumba   me  dijo:
- "No me busques,  solamente  nos  encontraremos  después  de la muerte."
Pasaron los  años  pero yo  cada  día, cada  estación y  cada  año  que transcurría,  sabía  que,  al igual  que  las hojas  caducas  de las plantas, parte  de mi ser se iba  marchitando   que  era  como un tributo que  añalmente  iba  concediendo  a  quien me dio  todo  sabiendo, a ciencia  cierta,  que todo sería  suyo  pero,  hay  algo muy importante  que no es  ni será  de la naturaleza,  es  la  nube blanca  que se  llama alma, la  que  nunca muere  porque  es sobrenatural.
Llegó  mi fin,  mis seres queridos  lloraban  porque ya no   me verían junto a ellos; sabían sin  decirlo,  que  la naturaleza  me  llevaba  para  servirle  de  abono  alimentario, pero,  como  yo  no hablaba, al  no tener  voz no les podía decir  que   estaría  siempre  a su  lado;  que era  una de esas nubes blancas  que  en las noches de invierno aparece  convertida en niebla a  su lado  y en los días  soleados  conformando estela  para  indicarles  el camino que  parece  antinatural  porque es sobrenatural.
Todo lo que  no pueden percibir los racionales ojos,  lo intangible  entra  dentro de  un mundo  que solo  lo  comprendemos  y entendemos, aunque parezca entelequia,  los que estuvimos  en el más  allá  y de un modo  u otro  volvimos  porque  nos dieron  una segunda oportunidad, pero, tarde más o menos,  el  cuerpo  fina, desaparece  para  que  el alma  sea  eterna.
							
							
Pol, Pepe