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Idiotas and imbéciles

lunes, 06 de septiembre de 2021
Por lo visto nuestros educadores eran un montón de ignorantes y así, cuando nos enseñaron que Dios regalaba denarios a cada uno y esa era la inteligencia con la que tenía que vivir, nos formaron para ser comprensivos y tolerantes con aquellos a los que les falta un verano, o dos, no están rematados o tienen las luces en intermitente. Nada que objetar. Comprender, ayudar, ser solidario es una virtud muy loable y no vamos a renunciar a ella. En una educación con tantos tabúes, el sexo no parecía existir, sin embargo la realidad se impuso a aquel oscurantismo y descubrimos que también había personas atraídas por otras de su mismo sexo. Y muchas personas pensamos que tampoco nada que objetar, porque ninguno estamos autorizados a entrometernos en la vida de los demás. Ya sobran cotillas, homófobos y racistas y no somos capaces de reciclarlos. También nos habían dicho que el castellano era un idioma muy completo, lleno de matices, que nos permitía una correcta expresión sin necesidad de extranjerismos. Y vean ustedes la cantidad de convecinos, incluidos artistas y gentes a las que se les supone una formación, como echan mano del idioma de Sakespeare para alardear de cultos y progresistas. Curiosamente reniegan del gallego y se llaman así mismos creadores. Entre las diferencias que había de nuestra educación y la actual es que nadie se autocalificaba sino que lo hacían los demás.

Y hasta aquí habíamos sobrevivido antes de la pandemia. Porque encontrarnos con algún familiar o conocido escaso de claridad mental estaba en el equipaje; conocer y tratar, ser amigo de algún homosexual siempre fue una cosa natural y nada extraño comporta; usar el castellano con el debido respeto para los demás, siendo consciente de su inmenso caudal expresivo, ningún complejo debiera producir entre nuestros vecinos... Pero, desde que que estoy en el el claustro, retiro o viviendo en el mundo virtual, observo que mis admirados y humildes maestros son denostados, arrinconados, menospreciados por esa caterva de nuevos intelectuales hijos del bitcoin. Es lo que tiene la modernidad mal entendida: los denarios eran reales, los bitcoins son virtuales.

Siempre pensé que Dios merece más respeto y no se entromete en la vida de los hombres por una simple razón: Seríamos muy osados pretendiendo su intercesión para cosas tan variopintas como nuestros problemas; me parece que lo de los denarios es fruto de la evolución natural, y en menor medida de nuestra educación; que la atracción por el inglés es fruto de la colonización cultural yanqui aderezada con un gran complejo de inferioridad de nuestra sociedad. A un tonto se le puede perdonar, pero a esa cantidad tan enorme de cretinos que presumen de inteligentes, no. Y compruebe el lector, si es verdad lo que digo, mirando a su alrededor. Verán que no exagero.

El problema que se le plantea hoy en la sociedad es complejo, pero sirva un sólo ejemplo para calibrar nuestra realidad. Me refiero al profesorado. Desgraciadamente, muchos jóvenes han sido formados en la wikipedia, con el corta y pega, y no en la biblioteca y la investigación; se compran los títulos y ejemplos de sus trampas los encontramos en nuestros políticos; se abrieron universidades de pago, con el consiguiente peligro para la educación corrompida por el dinero, el amiguismo y el fraude; los trepas se afilian a partidos, como peldaños para aprobar las oposiciones; los "genios" alcanzan su meta con estas servidumbres y cultivan su ego con "buenas" hembras, o machos si la fémina lo requiere, que de todo hay en la Viña del postureo. Se vive bajo, donde, desde, hacia, para, por, según, tras... el dinero y el estatus. La formación está sujeta con alfileres, se rehuye la preparación concienzuda y se montan camarillas o grupúsculos para aplaudirse mutuamente. Les sobra cobardía y autoestima y les falta personalidad. Viven pendientes de las opiniones ajenas y temen sus críticas en las redes sociales.El número de cretinos es inconmensurable. Nadie se extrañe pues que Dios se haya modernizado y ahora sólo regale bitcoins. Es lo que tiene el uso pernicioso de la tecnología. Porque quizás, ante tal panorama de tontos, haya pensado que se pudo equivocar cuando creó al hombre, dicho sea con todo el respeto para las mentes creyentes. Hasta es posible que, harto de nuestras tonterías, esté permitiendo la deriva de autodestrucción que parece acecharnos. Vivimos en el Cuaternario de la era geológica de IDIOTAS AND IMBECILES.

Porque, me lo van a permitir mis lectores, vivo en una sociedad que, si hubiese por donde cogerla, quizás la pudiésemos arreglar, lo malo es que le pasa lo de la fea. Que está hecha de retales. Antes, cuando quien esto suscribe vivía con libertad en el mundo, y la vida no estaba sometida a la presión de esa caterva de inconscientes que tanto saben de "su" libertad, nunca creí que hubiese tantos idiotas por metro cuadrado. Baste una foto del botellón y vean los lectores la capacidad de diversión de tan magno espectáculo. Se puede estudiar en sociología y, si hacen el favor, me lo explican. Miren como será que hasta Isabel I de Madrid, si, la de las cervezas, se convierte en musa de esta intelectualidad. Y les aseguro que no es una cuestión política si les digo que hasta el Gobierno hace con la pandemia el milagro de las bodas de Canaán para convertirla en el maná de Europa.

Miren: donde vivo ya los bancos dejaron de ser tómbolas con sus cacerolas y ahora compiten con las colas del hambre y te echan la bronca, si no llegas a su hora, como si fuese el colegio. Fíjense bien y observen como los buitres despellejan a los ancianos en las residencias sin control alguno y ante la complacencia de las autoridades, más comprensivas con la explotación que con las condiciones de vida de los ancianos. Vean como los pueblos son víctimas de otros depredadores mientras sus vecinos comen los churros. Observen, si no están ya cansados de tanta reflexión, la cantidad de zombis, amorfos, pusilánimes, acomodaticios, reventados por el pasotismo, derrotados por una batalla, incombustibles tabernarios; soberbios y displicentes "intelectuales", jóvenes "hastiados", holgazanes profesionales, jubilados escribas y fariseos, demagogos en paro... miren los que hay a su alrededor. Y ahora ¿díganme que futuro nos espera? Ya nada les importa el cambio climático, ni si los refugiados comen, ni si sus hijos podrán vivir en un mundo mejor, ni si podrán pagar una residencia cuando vayan viejos, ni si hay dinero en las arcas del Estado, ni miles de cosas que cualquier ciudadano normal pudiera pensar. "Viven" con sus denarios o bitcoins, pero no los usan. La inteligencia la guardan como el dinero, una herramienta para la vida, y la esconden con la avaricia absurda de no gastarlos. Y así pegan los pelotazos las eléctricas. Cuestión de luces... Y todavía algunos dicen: mientras haya velas. ¡Ánimo! Todo se andará.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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