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Médico veterano ante pandemia de manual

viernes, 27 de agosto de 2021
Cuando era estudiante de medicina en la Facultad de la Complutense madrileña, el profesor Piédrola nos enseñó cómo se comportan las pandemias y como son las cadenas epidemiológicas de todas las enfermedades infecto contagiosas. Más tarde, como profesor Asociado por oposición, de Salud Pública, en la Universidad Pública Vasca, fui yo quien enseñaba al alumnado lo que antecede. Durante más de cuarenta años tuve ocasión de enfrentarme con esas enfermedades infecciosas, y como la ciencia médica las iba dominando, hasta el punto de lograr la declaración de enfermedad erradicada en algún caso. Por eso, en este 2021 me encuentro ante dos circunstancias que me han sorprendido: Una pandemia por un virus. Un extraño manejo del manual para romper la cadena epidemiológica tal como me enseñaron y enseñé.

Se sabe quién es el agente causal. Como se transmite. Quienes son sujetos sanos susceptibles. El curso de la infección y sus complicaciones clínicas. Como se diagnostica. La relación entre espacio, densidad de población, medio aéreo dónde se comparte. Vacunación. Mutaciones del virus Pero también hay algunas incógnitas por publicitar: tiempo de incubación según la cepa mutante; tiempo de duración de los anticuerpos producidos por las vacunas; posibilidad de estar vacunado y seguir siendo vehículo de transmisión del virus; complicaciones de la infección.

Y lo más impactante como enfermedad social. Sostenibilidad del espacio económico-laboral con las medidas de aislamiento para enfermos, infectados y susceptibles de infección. Añado, que por razones que se escapan a la comprensión científica, las medidas que se tomaron: cuando, como, dónde, y bajo el auspicio de que realidad jurídica, estuvieron plagadas de vaivenes, incertidumbres y graves errores. Una vez más. La política invadió el espacio de la ciencia. Los mandarines estorbaron a los expertos. La política no fue el arte de gobernar que significa identificar demandas y encontrar para aplicar soluciones. El bajo nivel de los dirigentes se cobró víctimas.

Tarde se quiso atender la llamada de la OMS. Había que celebrar determinadas efemérides aunque ello supusiera el desprecio a la declaración de pandemia. El 8-M de marzo 2020, pasará a la historia de España como una fecha nefasta. Pero no menos que aquellas imágenes televisadas. Los sanitarios aplaudidos pero sin los equipos de protección individual frente a la enfermedad, lo que ocasionó ingentes víctimas profesionales. Las residencias de ancianos mostrando su cara más cruel y miserable: auténticos almacenes de gente usada, que sirven para aliviar conciencias familiares y establecer un gran negocio a costa de la senectud dependiente. La aparente autoridad de unas comparecencias uniformadas que daban dicterios para un estado de excepción sin atreverse a tal gestión parlamentaria. Un Parlamento Nacional dispuesto a usar muertos y "heridos" como arma arrojadiza para lapidar al Gobierno, cuando lo preciso era un gran acuerdo de Estado.

Se declaró que todo ciudadano "pillado" fuera del orden establecido, fuera acusado formalmente por la autoridad uniformada de resistencia y desacato a la autoridad, casi como en estado de sitio. Menos mal que el pode judicial no había sido subsumido por el sanchismo y garantizó la ley, sus límites y en consecuencia los derechos de la ciudadanía frente a la tempestad de movimientos que la partitocracia atrevidamente ignorante y prepotente uso para hacer que hacían, cuando no tenían ni pajolera idea de lo que estaba sucediendo y de como aquellos recortes en sanidad-atención socio sanitaria eran un agujero por el que caían seres humanos hacia la enfermedad y la muerte.

Pasaron los meses, las estaciones del año, las fiestas de guardar sin fiesta. Las víctimas de la pandemia podemos situarlas en tres cohortes poblacionales. Muertos y heridos graves que hicieron plétora en los centros de asistencia sanitaria. Pequeños emprendedores y trabajadores que pasaron de vivir toreando unos ingresos a caer en el pozo de la pobreza. Gentes de las más diversas profesiones, actividades, puntos del mapa, que sintieron la angustia -miedo a lo desconocido- al ver el desconcierto que sólo era realmente dramático cuando los informativos daban el "parte de guerra contra el virus".

Así estábamos cuando apareció la vacuna. Entramos en una nueva fase pandémica. La industria farmacéutica o lo que sea, emprendió una regata de traineras para ser los ganadores de la bandera. El primero que lograra colocar la vacuna en el mercado tenía asegurado el mayor de los negocios. No importaban los pasos obligados por los científicos a fin de garantizar el producto. No importaba que la población potencialmente receptora quedara eficazmente protegida al menos coste de efectos secundarios posibles. No importaba que al ser pandemia, las dosis debían ser disponibles y sostenibles para todo el orbe, no sólo para los países del norte -Mario Benedetti-Solo importaba hacer dinero con la angustia y desesperación de la población susceptible de caer infectada.

Y entramos en una nueva dimensión. La denominada logística de la vacunación, por edades y con vacunas de las que se empezaron a publicitar efectos secundarios muy graves, que nunca sabremos si los hizo pública la batalla entre industrias del producto o fueron realidad consecuencia del poco rigor utilizado para la salida al espacio sanitario de un producto hecho apresuradamente a costa de eliminar fases previstas como necesarias para garantizar la seguridad.

También el Gobierno decidió que se había equivocada. Más bien que se estaba exponiendo demasiado. Y así, de la noche a la mañana señalaron a las Comunidades Autónomas como agentes suficientes y máximos responsables de las medidas para enfrentar la enfermedad. Mientras el sanchismo se apuntaba los éxitos y se beneficiaba del cambio en aquellos temibles "hombres de negro" que imponían objetivos económicos, fiscales y controles para la deuda. ¡Albricias!. Se terminaron los controles del gasto. Ya no era cuestión de presupuestos. Libertad para usar los fondos económicos sin mirar como impactaban en el endeudamiento -¡manda narices, por encima del 120% del PIB!- Dejar a España en la ruina sólo será un problema para los españoles y para los próximos gobiernos que deban enfrentar el caos económico -la única fórmula está en ser capaces de encontrar la piedra que convierta el granito en oro-.

Cinco oleadas por mutaciones del agente causal. Paro la propaganda oficial parece que lo tiene previsto para evitar el pánico. Hacer del verano un canto a la libertad perdida. Volver al negocio del ocio vacacional. Señalar a los jóvenes y su inmadurez como causantes de la quinta oleada. Seguir vacunando y presumiendo de tal. restar dramatismo a las horripilantes cifras de muertos diarios. Evitar que los científicos publiquen trabajos socio sanitarios sobre la pandemia. Dar ejemplo de "dominio" para la situación, y por tanto, hasta el Gobierno con su Presidente a la cabeza, están de vacaciones. Usar la tragedia de Afganistán como cortina de humo frente a la pandemia. Presumir del cambio que han tenido las cifras en macroeconomía gracias al veraneo. No pensar en el otoño...
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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