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Hablar con claridad

lunes, 12 de julio de 2021
A CÉSAR PAIS y JUSTINO NAVAS in memoriam.

Me niego a escribir más necrológicas, no porque mis amigos no lo merezcan, sino porque se me apaga el corazón cada vez que lo hago.

A lo que iba:
Días pasados leí una carta muy sincera y valiente de una profesora sobre su trabajo y la pandemia, así como la intromisión de una agencia de viajes, presionando para cambiar los exámenes, para que los chavales pudieran viajar a Mallorca cuando le conviniese. A la agencia, no a los chavales.

Ayer he leído en la prensa que la enseñanza bilingüe está siendo un desastre en muchas autonomías.

Me alegró la carta y me confirmó mi vieja oposición al bilingüismo, no porque no crea que es necesario aprender inglés en el mundo actual, sino por el nulo realismo de las clases políticas, más atentas a ganar votos y vender imagen de modernidad, que a atender las realidades de la escuela en el día a día.

Vayamos por partes:

Así, con valentía y clarito, la Profesora demostró las agallas precisas para enfrentarse a quien sea menester poniendo los puntos sobre las íes en cuanto a lo que ocurre en su trabajo por diversos motivos, ya sea puntualmente por la pandemia, ya la injerencia de la agencia de viajes, ya por falta de un respaldo de sus actuaciones de la autoridad educativa, o a la, a veces nefasta, actitud de algunos padres. Así deben ser los profes, no los cobardes que se achantan ante la agencia de viajes o las imposiciones de cualquier mindungui.

Después de una resaca grande de autoridad conviene recuperarla, no para el abuso que tanto hemos sufrido y seguimos soportando, sino para cumplir las leyes y respetarlas. Y si alguna consideramos injusta, habrá que cambiarla en el Parlamento.

Lo que pasa, desde hace demasiado tiempo, es que a la escuela no se respeta ni se cuida, sino que se convierte en guardería, eso si, manteniendo muy bien separadas las clases sociales.

El bilingüismo fue, en Madrid, un as sacado dela manga de la truhana Esperanza "Horrible", más atenta ella a dar cobertura a infinidad de golfos saqueadores de las arcas públicas, que a conocer "in situ" los problemas que la escuela estaba sufriendo; más atenta a predicar la necesidad del inglés en la vida futura del niño, que de ver la enorme dificultad que plantea enseñar Ciencias Naturales en inglés a niños de distintos países que no dominan bien el castellano; más atenta a permitir a los amiguetes abrir universidades lucrativas, que a controlar el menú diario y el negocio de los caterings. Hay muchos debes y puntos oscuros que quizás algún día se sepan. Y Ayuso sigue la cervecera senda por donde han ido los golfos de su partido.

Trabajé cuarenta años en la enseñanza y les garantizo que se comen muchos sapos. Y se comen porque se tiene miedo a los descuentos por las huelgas; porque los sindicatos resultan poco fiables; porque los compañeros se escabullen si el problema es tuyo; porque somos muy dóciles y la nómina condiciona el pensamiento; porque aceptamos todo lo que manden sin rechistar, aunque eso suponga perder derechos; porque tenemos miedo a los jefes y sus decisiones; porque los inspectores sólo son bomberos de conflictos y cocos que te asustan; porque los papás, algunos de ellos y algunas veces, amenazan y son capaces de cualquier cosa...

Ante tal panorama la escuela necesita cambios sustanciales, desde personal inteligente, creativo, luchador y respetuoso, hasta instalaciones dignas (se pasa frío y calor en las aulas) pasando por la reforma profunda del sistema con métodos actualizados y vanguardistas. Todo ello requiere una sociedad más igualitaria, solidaria y que viva la realidad. Y me temo que es una utopía mía que quisiera compartir con otra gente.

Pues bien, volviendo a la carta de la profesora de instituto en cuestión, cualquiera que haya vivido con los chavales sabe que hay una edad, pubertad, donde el chaval se desmadra, y procurando salir de niño, trata de imitar al adulto con argumentos falaces y vicios imprevisibles. Ir a Mallorca, como bien decía la profesora, supone para la mayoría de los chavales de instituto estar lejos de casa, en un ambiente nuevo y festivo, con pasta en el bolsillo y ganas de marcha. Pues fácilmente botellón, borrachera y hasta posibles juegos eróticos. Y más cosas... ¿Para qué engañarse? La hipocresía de algunos padres, el pensar que nuestro niño no hace eso y otras cosas es, muchas veces, meter la cabeza debajo de la almohada.

Que se tiene miedo al covid también está muy bien, pero ocasión en la que puede tirar la mascarilla, abrazarse y salir, pues se hace. Sí. abuelo, te quiero mucho, pero mucho, no sabes cuánto... Hay que salir, que si no los bares se arruinan. Dentro de ellos dicen que no se contagia nadie (los científicos sólo juegan en la Sexta). Mira tú que los médicos son unos exagerados y hay que reactivar la economía, porque si no cervezas Ayuso pierde las elecciones. Ella si que nos comprende, además los médicos de la UCI aguantan lo que les echen.

Y el caso es que la Niña de la "Libertad" gana las elecciones. No hay cosa más eficaz y falaz que decir lo que se quiere oír. Ay, libertad ¿dónde estás?... Porque te recuerdo que algunos seguimos en la celda.

Por último, era lo único que le faltaba a la educación: que una agencia de viajes programe los exámenes.

Ya sabía que pasaban muchas cosas raras, que si másteres falsos, que si había mucho comemierda capaz de cualquier cosa por dinero, que nadie se atreve a poner en duda el sistema, que el individualismo lo invade todo y hay demasiado cobarde... Pero tener que aguantar a tantos gilipollas y ser educado... es para nota.

Pero todo esto pasa porque falta valentía. Gracias, Profesora, por enseñar a los chavales la verdad que otros por comodidad niegan.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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