Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

La digitalización

jueves, 01 de julio de 2021
Hace unos días se realizó en el Palacio de Ferias de Málaga el primer encuentro internacional Ciudades y Museos, centrado en la digitalización de estos espacios expositivos. Una vez más, esta ciudad centró la atención mundial como foco cultural. Parece que el confinamiento aceleró una tecnología que ya se estaba empleando en muchas instituciones. Hay novedades muy ingeniosas y cada vez las imágenes y las aplicaciones son más perfectas.

Entre tantos ponentes que elogiaban y auguraban un futuro virtual, por suerte hubo alguno que alertó de una posible intoxicación provocada por el exceso de digitalización, y otro dijo que ninguna tecnología puede reemplazar la visión directa de un obra (y no pidió perdón). Menos mal, eso me tranquilizó un pelín. Se habló de todos los museos de Málaga, ya conocida como la Ciudad de los Museos.

Viendo el elevado nivel de los conferenciantes y las cosas que mostraban y decían, un sudor frío me empezó a recorrer la espalda. Cada tanto tocaba mi butaca para asegurarme que era real y no un holograma, por si surgía un fallo y me despatarraba por el suelo. Miraba a las personas que tenía a mi lado, ¿serían reales o virtuales?

La ansiedad me desbordó. Cuando volví a mi casa me abracé llorando a mi mujer y le pedí que me asegurara que no me habían digitalizado, que seguía siendo yo. Ella, cariñosamente me tranquilizó:

- Tendrías mejor carácter y no te olerían los sobacos.

En la mitad de la noche me senté en la cama con palpitaciones y la desperté.

- ¡Ya sé lo que me quita el sueño!...

Mientras acomodaba la manta y la almohada en la terraza, a donde fui desterrado, gestioné mis emociones.Para alguien que aprendió ayudando a los pintores de Altamira como yo, notaba una ausencia. Habían mencionado a todos los museos de Málaga, pero ignoraron uno. El más antiguo. El único que no cerró durante el confinamiento y mantuvo el horario ininterrumpido, todos los días del año. Y además gratuito.

Me refiero al museo que esta noble y cultural ciudad tiene, como muchas otras ciudades, en sus calles, plazas y jardines. Y al que algún privilegiado accede solo asomándose a la ventana. Las decenas de esculturas urbanas de todos los estilos, y los murales o grafitis que últimamente han ocultado la desnudez de tantos muros, alegrándonos la vista con una Málaga más bella.

Hay malagueños que no han entrado nunca a un museo, pero ¿habrá alguno que no haya visto el Cenachero, el Marengo de Huelin, la paloma de Larios o a Cánovas del Castillo? ¿Cuántos se han sentado abrazando a Picasso o a Andersen para hacerse un selfie? ¿Cuántos niños han montado a Platero?¿Cuántos paseantes admiraron y se fotografiaron junto a las esculturas de Elena Laverón, expuestas temporalmente en el Puerto, deseando que se las empadronara de una vez y se les otorgara un alojamiento definitivo? ¿Y el Parque del Oeste, un verdadero museo al aire libre con esas esculturas delirantes de nuestro querido Stefan?, personajes imaginarios posando entre árboles, plantas, flores y algún grafiti soltado por un irrespetuoso pájaro. Estas piezas no hace falta digitalizarlas, ya las hemos memorizado en nuestras retinas, cotidianamente las vemos, a algunas las podemos tocar y hasta sentarnos en sus huecos, como ese banco que instalaron en el Muelle Uno con uno respaldo desproporcionado y curioso.

Obras de arte que quitan el sueño a los responsables del patrimonio municipal, reparando continuamente los daños provocados por esa pobre gente, verdaderos indigentes cerebrales vulnerables, que nunca aprendieron a respetar lo público.

Si hasta a un inquieto gestor de un Gabinete se le ocurrió montar una exposición en unos escaparates inventados, en la fachada principal de la Estación de Autobuses. Si el público no va al museo, el museo va al público, dice mientras se toma la temperatura y se cambia los paños fríos de la frente.

Una de las ponentes, prestigiosa directora, mostró un ilustrativo gráfico donde se veía que, después del confinamiento, a medida que aumentaban las visitas virtuales disminuían las presenciales.Como hablaba muy rápido no puede seguir fielmente sus palabras. Quizás porqué no sé ruso. Pero imaginé que al final de su presentación explicó que estaban acondicionando el sótano de esas otrora sagradas instituciones, para bajar las obras expuestas, despedir a todo el personal salvo el equipo informático y alquilar los exquisitos y lujosos salones para banquetes. Hasta que a algún chiflado se le ocurra inventar una empresa de organización de banquetes virtuales, con hologramas. Menudo futuro nos espera.

¡Uf!, menos mal que todavía falta, y que esta noche puedo volver a dormir en la cama.

Andrés Montesanto, médico, escultor y escritor.
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES