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El periodismo está de luto

lunes, 14 de junio de 2021
Una vez más, la sinrazón de los conflictos armados se ha cobrado, el pasado viernes 4 de junio, al oeste de la región de Nagorno-Karabaj (Azerbaiyán) la vida de dos periodistas.

El desgraciado suceso ocurrió a las 11:00 am hora local (07:00 GMT) en una carretera rural de la localidad de Susuzluk, distrito de Kalbajar, cuando el autobús en que se desplazaban los periodistas y otros civiles para realizar labores informativas pisó una mina antitanque colocada por los soldados armenios.

Los fallecidos en el desempeño de sus funciones han sido el cámara de la televisión nacional azerbaiyana, AzTV, Siraj Abishov, de 32 años (deja un hijo) y el corresponsal de la agencia de noticias AZERTAC, Maharrán Ibrahimov, de 39 años (deja 2 hijos). También falleció el representante adjunto del Jefe de la Autoridad Ejecutiva del Distrito de Kalbajar, Arif Aliyev, de 38 años (deja 3 hijos).

Además, resultaron heridos en este atentado, el director de la televisión nacional azerbaiyana, Emin Mamadov y otros 3 civiles.

Se suele decir que cuando hay una guerra la primera víctima es la verdad. Se impide el trabajo a los periodistas que son quienes, sin más armas que cámaras, micrófonos y libretas, arriesgan muchas veces sus vidas para contar al mundo lo que está aconteciendo.

Periodistas que se esfuerzan en dar una visión lo más objetiva y ecuánime posible de las graves situaciones que atentan contra la seguridad, el bienestar y la vida de muchos seres humanos que se han visto involucrados en estos conflictos, la mayoría de las veces, sin pretenderlo.

La ignorancia es el peor de los males. Es lo que lleva a todo lo malo y extremo que podamos imaginar. Y el trabajo de los periodistas consiste, muchas veces, en mostrarnos situaciones, en denunciar hechos o crímenes, en ayudarnos a que nos quitemos ese velo de ignorancia que tapa nuestros ojos y nuestro corazón para que nos demos cuenta que, en muchas ocasiones, la realidad es muy diferente a lo que se nos pretende hacer creer en la tranquilidad de nuestros hogares.

El periodismo es una profesión de alto riesgo. Según los datos de diferentes asociaciones internacionales de periodistas en lo que va de 2021 se han confirmado, al menos 7 muertes. En 2020 fueron 65 los periodistas asesinados (¿se le puede llamar de otra manera?) y 48 en 2019.

En conjunto y desde 1992 hasta la actualidad, más de 1.400 periodistas han perdido sus vidas realizando la honrosa y vital profesión de informar al público.

Este grave incidente ocurrido en la región azerbaiyana de Nagorno-Karabaj no indica otra cosa por parte de quienes colocaron dicha mina que el deseo de hacer daño, de causar víctimas y de impedir que las personas que un día huyeron de sus hogares puedan volver a ellos y empezar a reconstruir sus vidas.

Es mina formaba parte de las más de 35.000 minas que el ejército armenio colocó en la región que ocupaba con la intención de destruir. Destruir vidas, ilusiones, futuros... y crear terror entre la población. Minas que desde la firma del armisticio el 10 de noviembre del pasado año, se han cobrado la vida de más de 27 personas y dejado más de 100 heridos.

Aunque la Agencia Nacional de Azerbaiyán para la Acción contra las Minas, ha desactivado, en los 7 meses que han pasado desde la firma de la paz, 3.643 minas antitanques, 7.449 minas antipersonas y otros 9.033 artefactos sin explotar, podría llevar entre 5 y 10 años limpiar carreteras, campos y lugares de todas las minas enterradas. Eso significa hipotecar durante esos años el futuro de la región...

Y es por ello por lo que la OSCE y la Unión Europea y otros países implicados deberían redoblar esfuerzos y realizar las acciones necesarias para conseguir que Armenia entregue el mapa de la situación de las minas terrestres. Armenia, hasta la fecha reticente a entregar esa información, debe darse cuenta de que mientras no haya una situación de paz real y de seguridad en la región, no se darán las circunstancias de que permitan, para ambos pueblos, Azerbaiyán y Armenia, un desarrollo sostenible, conjunto y en colaboración, y ese desarrollo no sólo redundará en su beneficio sino también en el de la región de Europa Oriental.

Me gustaría poder expresar mis más profundas condolencias a las familias y amigos de los periodistas y el otro civil muertos y trasladarles, además, mi deseo de un pronto restablecimiento a las 4 personas heridas en este atentado.

Mi sentimiento, además, de proximidad y reconocimiento a la comunidad periodística. Como se suele decir, algo (o mucho) deben estar haciendo bien cuando se convierten en objetivo (directo o colateral) en los conflictos armados que enfrentan a las personas. Sin su labor, el mundo sería muy diferente... y peor.

La pluma es más fuerte que la espada, pero muchas veces los reportajes se escriben con sangre, con la sangre de los periodistas caídos en el ejercicio de sus funciones. Cuando cae un periodista de esta manera, es un trozo de la verdad, presente y futura, que se nos oculta para siempre. La sociedad en su conjunto debería darse cuenta de ello, ya que es un altísimo precio que no debería aceptar ni permitir jamás.
Novo Lens, Fernando
Novo Lens, Fernando


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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