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'Sentado a la puerta de mi cabaña...' (Tagore)

miércoles, 21 de abril de 2021
Para Idalia, mujer de mi amigo García, con eterno cariño.


"2Te has ido, gran amigo/ diligente, atendiendo a la llamada/ más amarga/ dejando en el aire/ el eco de tu voz y tu mirada". Con estas sentidas palabras despedía mi buen amigo Jesús García Martínez ( Miñotos‑Ourol- Lugo, 1934) a su amigo Fidel.

Hoy me toca a mí su amarga despedida y me refugio en sus poemas: sencillos, sinceros, valientes, sin pretensiones, humildes, pero cargados de una sensibilidad y bondad que no necesitan ninguna petulancia. Mi amigo era así: servicial, suave, tierno, cariñoso, encantador, dulce, ético, educado, tímido, sensible, melancólico, creyente... y sobre todo humilde. Un "carísimo" ejemplar de ser humano. Caro de no dejarse comparar y caro de ser querido. Doy fe de ello.

García no era sólo ese corredor de seguros diligente y servicial del que todo el mundo habla bien; sino que bajo su máscara, agachada entre la hojarasca de la aldea, se escondía una exquisita sensibilidad, buen gusto, una cultura más extensa de los que muchos creen, y que él, tan celoso de su intimidad, sólo manifestaba a muy poquitas personas. Huía de soberbios, altivos, prepotentes y vanidosos... Así que muy poca gente sabe de su juventud.

Hizo la mili en Madrid y aprovechó la estancia para escuchar a Dámaso Alonso y Gerardo Diego en las tertulias del Café Gijón. Tampoco conoce el gran público la sólida y hermosa amistad que mantuvo nuestro protagonista con Doña Luz Pozo Garza en la época en que lo nombra corresponsal de Vida Gallega.(2ª época 1954-63) .

Por entonces, García comparte con Doña Luz aficiones literarias y es cuando ella, prendada de la calidad de los escritos de nuestro amigo- supongo muchos perdidos y otros escondidos sabe Dios donde-, escribe:

"Jesús García Martínez ha nacido en una aldea de Galicia donde el río ignora el horizonte. Tiene alma mágica que brilla a su alrededor, como una atmósfera de triste luz, que hacen vivir en un mundo sólo, aislado y purísimo, como en un pozo íntimo que él sólo visita en la oscuridad de la noche". Y después de señalar las estrofas que más le agradan, le dice que le hacen evocar al mismísimo Tagore ( premio Nobel de Literatura en 1913) ¡Nada más y nada menos que se lo recuerdan!

Por entonces mi buen amigo no sabía quien era aquel genial poeta, pero Doña Luz señaló "mera coincidencia temperamental".

Salvando las distancias, el humildísimo García desconocía que compartían lazos comunes como la religiosidad- erigió una pequeña ermita a la Virgen en memoria de su madre en las inmediaciones de su casa-, el amor a la naturaleza y la patria. García, cuyo trabajo lo apartó de las labores del campo, se sentía campesino y conocía los sinsabores de la vida dura del labrador. Él eligió, sin dejarle de ser suyo, buscar la luz de la palabra y vivía los avatares de sus vecinos porque compartía los problemas sociales. Era muy solidario.

Les contaré un detalle que de algún modo lo describe como era:

Cuando en Viveiro se le concedió el titulo de Hija adoptiva a Doña Luz le comenté, dada la ilusión que le hacía reencontrarse con su admirada musa, que debía de presentarse a felicitarla y saludarla, que, cuando se reencontrasen, a pesar del tiempo, ella se acordaría de él. Pues bien, tengo entendido que quiso asistir al acto; pero vio tanta gente buscando el saludo que él hizo mutis por el foro como buen tímido, cauteloso, educado... A mi se me ocurrió pensar que quizás en aquella muchedumbre no encontrara mucha poesía.

¡Qué bien nos entendíamos! ¡Y cuanto nos reíamos a veces paseando por Viveiro y comentando el gran teatro del mundo! ¿ Con quien compartiré ahora confidencias, mi querido amigo?

No, no es un poeta con obra publicada, si exceptuamos los folios encuadernados "CUANDO SUENAN LAS HOJAS VERDES DE LOS SAUCES", pero eran muy poquitos los encontrados. Confío en su sobrina Marta para que busque en lo que parece imposible.

Y ahora se nos fue y, en palabras de él a su amigo Fidel, quiero expresar nuestro dolor, de tu querida Maika y mío: "Y despertarás con la blanca luz/ de la eterna aurora/ entre querubines y cantos de pajarillos / sabrás entonces de este profundo dolor/ que siento ahora/ las lágrimas afloran y cantan los grillos"

Amigo: Hombres como tú hacen creer en Dios y la esperanza, porque me enseñaste que el mejor camino para encontrarlo es desde la humildad. Te doy gracias porque viviste pisando el suelo y compartiendo con todos lo que podías. Gracias por lo que nos regalaste que fue mucho y de valor. Gracias por mostrarme tu encorvada figura para huir de soberbias y pedestales. Gracias por haber hecho los anteriores surcos y así pueda seguir arando la tierra yerma de nuestro cotidiano vivir. Yo nunca vi querubines, a no ser que sean los niños que mueren en las pateras. Yo busco la luz blanca que ilumine mis palabras con el halo del amor y el perdón. Lo demás, como a ti, no importa.

Lo que quiero que sepas es que estoy oyendo pajarillos cantando en tu honor y que tus palabras sonarán siempre en mi vida para agradecerle a ese Dios tan amado el haber compartido nuestras vidas.

No te preocupes por Idalia. Estará siempre en nuestro corazón.

Decía Tagore: "Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas".
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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