Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Valentín Portabales Blanco (1)

jueves, 01 de abril de 2021
En el centenario de un docente por antonomasia:
Valentín Portabales Blanco

Según su expediente académico Valentín Portabales Blanco nace el 17 de febrero de 1829 en Santa María de Amarante, ayuntamiento de Maside y lo hace dentro de una familia de acomodada posición que le permitiría dedicarse desde su juventud al estudio, en unos tiempos en que tal posibilidad no estaba precisamente al alcance de todos. A los doce años ingresaría en el Seminario de Ourense y se matricularía luego en Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, alcanzando el título de bachiller en 1849 y ampliando estudios de Filosofía y Jurisprudencia hasta obtener en 1855 el de preceptor en Lengua Griega. Sería nombrado ese mismo año profesor de Lengua Griega y Hebrea Valentín Portabales Blanco (1)del Seminario de Ourense y tres años después docente del Instituto provincial de la misma ciudad. En 1863 obtendría la cátedra de Latín y Griego del Instituto de Lleida del que se trasladaría al de Lugo en enero de 1864, para asentarse en este centro y en la ciudad durante el resto de su larguísima vida docente.

El Instituto lucense, que había retornado a la capital dos años antes, estaba por entonces instalado en dependencias del Ayuntamiento donde permanecería hasta 1873, y en esas precarias instalaciones Valentín Portabales coincidiría con otros docentes entre los que destacaba Gumersindo Laverde Ruiz quien, tras ser cubrir un breve período como director del centro, marcharía a la Universidad de Valladolid precisamente aquel mismo año. En esos momentos el claustro lucense era mayoritariamente de tono conservador, con profesores adscritos a un ideario neocatólico con el que don Valentín se acomodó perfectamente, desde luego no fue el caso de Nicolás Salmerón, el krausista desterrado a Lugo en 1875 que se quejaba de no tener con quien hablar en la ciudad porque la mayoría de los profesores de su principal centro educativo eran momias o carlistas.

Pero, aunque el krausista no era el ideario de Portabales, sí que era un docente joven y entusiasta cuya actividad le llevaría a ser nombrado muy pronto secretario del Instituto. Desde ese puesto sería el encargado de responder a una petición de nivel nacional para proponer reformas en la enseñanza pública, demanda a la que respondería indicando que el nivel secundario debería dividirse en tres secciones, la de Lengua -en la que sería fundamental su disciplina de Latín y Griego-, la de Filosofía y la de Ciencias. Otra de las reivindicaciones de su propuesta era la de mejorar los salarios del profesorado hasta alcanzar los 12 o 14.000 reales anuales, así como que se regulasen sus derechos pasivos, algo singular en un joven profesor de treinta y cinco años que seguiría enseñando hasta casi los noventa. Sin necesidad de entrar en otros aspectos de su exposición, sus propuestas demostraban hasta qué punto llegaba su compromiso con la docencia y el profundo interés que sentía por su profesión.

Tanto Laverde como Portabales se integrarían muy pronto en la limitada vida cultural lucense del último tercio del siglo, colaborando el primero con el dinámico impresor Manuel Soto Freire en cuyo taller publicaría en 1868 sus Ensayos críticos sobre Filosofía, Literatura e Instrucción pública. Por su parte, don Valentín se convertiría en vicepresidente y promotor del Liceo Artístico y Literario de la Juventud Lucense, una sociedad cultural y recreativa que trataba de competir con el Círculo de las Artes y el Casino sin mucha fortuna.

Sin embargo, es evidente que la actividad fundamental de Portabales era la docencia y su identificación con el Instituto provincial sería plena desde el primer momento, colaborando en su traslado e instalación durante los primeros años setenta al ala norte del palacio provincial, en aquellos momentos en los que España vivía los agitados tiempos de la I República. La dirección del centro durante los años setenta cambió de mano y de signo varias veces en función de los avatares políticos, pero la situación del Instituto, como la del país, se serenaría a partir de 1878 cuando don Valentín asumía el cargo de director que desempeñaría, casi ininterrumpidamente, durante cuarenta años.

Desde el punto de vista profesional, la marcha de Laverde a Valladolid permitió a Portabales cambiar la disciplina que enseñaba, pasando en el Instituto a desempeñar la cátedra de Retórica y Poética, una materia que a partir del Real Decreto de 17 de agosto de 1901 sería equivalente a la de Lengua y Literatura castellana. Como docente de esta disciplina don Valentín se convertiría en una auténtica institución, como recordarían varios de sus alumnos con aficiones literarias cuando le dedicaron sus obras, como fue el caso de Prudencio Iglesias Hermida o de Antonio Correa Fernández por poner dos significativos ejemplos.

Las tareas académicas no impidieron a nuestro profesor participar en otras actividades complementarias. Todavía como secretario del Instituto colaboraría con la comisión encargada de organizar la Exposición Regional que se celebró en Lugo en 1877 en dependencias vecinas al Instituto, y en la que participó incluso como expositor presentando dos botellas de vino tostado. Ya como director, en 1883, con motivo de la visita de Alfonso XII a la ciudad de Lugo para inaugurar el remate del ferrocarril del NO, Portabales, en su condición de primera autoridad académica de la provincia, sería uno de sus anfitriones.
Valentín Portabales Blanco (1)
Cuatro años después, para el curso 1887-88, el Instituto se desprendía de la tutela económica de la Diputación provincial, aunque seguiría siendo su vecino, pasando a depender de los presupuestos públicos. Ese mismo curso el fotógrafo francés Jean David fotografiaba a los profesores y alumnos del centro, como haría con otros institutos españoles y para él posarían los graves docentes de entonces encabezados por su carismático director.

Dentro del claustro del Instituto el colaborador más directo de Valentín Portabales sería el catedrático de Matemáticas Ramón Iglesias Camino, a quien nombraría secretario del centro precisamente para el curso 1887-1888 y a quien mantendría en el puesto hasta que se produjo la obligada jubilación de ambos en 1918.

Un convencido católico como era don Valentín, tanto por formación como por vocación, no dudaría en colaborar en la organización del Congreso Eucarístico que se celebraba en Lugo en 1896, entre otras cosas, organizando en 'su' Instituto un museo de antigüedades y reproducciones artísticas que se inauguró el 20 de agosto de ese año. Era esta una iniciativa que podría interpretarse como precedente del Museo provincial que se instalaría en locales vecinos en el año 1934.

La creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1900 traería algunas consecuencias para la vida profesional de Valentín Portabales. La primera la provocó una nueva disposición que obligaba a jubilarse a los profesores mayores de 70 años como era su caso, por lo que durante algunos meses perdería su cátedra y su puesto de director. Sin embargo, una ley posterior permitía la continuidad en el ejercicio docente de todos aquellos docentes que demostrasen suficientes condiciones físicas e intelectuales para ejercer la enseñanza y, cómo don Valentín podía demostrarlas, recuperó de inmediato su cátedra y su cargo como director de un centro que ahora pasaba a denominarse Instituto General y Técnico. Aquí se iniciaba la segunda etapa profesional de un enseñante que se había convertido ya en toda una institución de la ciudad de Lugo.

(... continuará).

Antonio Prado Gómez es Doctor en Historia.
Prado, Antonio
Prado, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES