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Plaza de Pio XII

lunes, 29 de marzo de 2021
Quiero hablar de una plaza que ha quedado casi olvidada como tal, con poco uso ciudadano, la de Pío XII. Lo lamento, pues la considero elegante y señorial. Un lugar en el que sería agradable tomarse lo que fuese en una terraza, siempre aderezado con una buena tertulia. Pero ha quedado en zona de paso con algunas tiendas dedicadas al turista que nos visita. Siempre añoraré en esta plaza la existencia de un agradable lugar en el que disfrutar del entorno, bello, aunque carente de ningún ajardinamiento.

Tiene un acceso único a la muralla, en rampa, constituyendo el medio perfecto para quienes poseen sus posibilidades limitadas para acceder a nuestro principal monumento.
Plaza de Pio XII
Siendo niño, recuerdo momentos de grandes aglomeraciones en esta plaza. Era cuando salían procesiones de la Catedral, en especial las de Corpus o Infraoctava. Banda de música y fuerzas vivas ciudadanas se arremolinaban y conversaban en la plaza, mientras las filas de devotos salían a ritmo cansino. Luego vendrían la carroza, el himno, las campanas, los cohetes, las flores, los cánticos y las palomas revoloteando. Pero todo cambió y no se revive nada de aquello. Parece que aquí no haya interés en conservar costumbres, que deberían ser consideradas como formando parte del patrimonio ciudadano.

Por lo que sé, la plaza se diseñó imaginándola como una unidad urbanística. Si miramos las casas de ambos lados de la catedral, nos encontramos con que son de igual altura y poseen sus fachadas con similares estructuras. Planta baja y dos pisos, con parecidos dinteles en balcones, ventanas y soportes de balcones. Todo muy armónico, tan sin llamar la atención, que posiblemente muchos ni lo recuerdan. Tal vez era lo pretendido, no llamar la atención para dirigirla a la fachada de la catedral que era, y es, lo importante de la plaza.

A mi me gusta mucho esa fachada. Las torres corresponden a épocas diversas y fueron terminadas casi con el siglo XIX por Nemesio Cobreros, a quien nuestra ciudad tanto debe. A pesar de sus diferentes épocas y constructores, todos supieron darles un acertado aire de armonía de modo que no contrastan unas partes con otras, ni tampoco los diferentes estilos que en ellas coinciden. Son torres bonitas, esbeltas y elegantes.

El cuerpo central de la fachada es otra cosa. Digamos que tiene tres secciones, cada una de ellas correspondiente a cada nave del interior, siendo, por tanto, más ancha la central. Columnas, ventanales, capiteles, todo con un orden muy bien definido, se atribuye al estilo neoclásico, pero a mí, que no soy especialista en arte, me gusta pensar que es barroca.

Voy a explicarme. Normalmente, al hablar de fachada barroca pensamos en el Obradoiro compostelano, en nuestro Ayuntamiento o en nuestra iglesia de San Froilán, y no nos equivocamos. Pero hay más barrocos. Pienso en San Pedro de Roma. Allí hay columnas que, casi desde el suelo, se alzan hasta la cornisa, como aquí. En las dos, las columnas definen espacios entre ellas y las seis presentes en la nuestra dejan tres espacios donde encajan, a ras del suelo, las puertas de acceso al templo y, arriba, sendos ventanales. Las columnas rematan en capiteles corintios que, aquí como allí, sostienen una historiada cornisa en la que no falta una bordura con salientes que dan los juegos de sombras que tanto nos gustan desde siempre.

En el centro de la cornisa de ambos templos, un amplio triángulo representa la divinidad. Los dos están coronados por una balaustrada con gigantescas estatuas. En nuestro caso, los cuatro evangelistas y la fe en el centro como referencia al privilegio eucarístico que posee la catedral.

En estas similitudes me baso para pensar que esta fachada es barroca, pero de inspiración italiana. En concreto, teniendo a la basílica de San Pedro como maestra.

Me gusta mucho esta plaza por señorial, provinciana, clásica y elegante. Hoy son pocas las ocasiones en las que recobra su ambiente pasado, como en los mercados medievales con gentío arremolinado por todas partes. Es entonces cuando recupera su tono perdido de lugar de mercadeo y convivencia ciudadana. Siquiera en esas ocasiones, es bonito acercarse hasta ella para saborear y vivir su ambiente renacido.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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