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El amor y la amistad no se extinguen

viernes, 05 de marzo de 2021
A nuestro amigo Zardoya, in memoriam

Querida Esther y familia:

Escribía recientemente, ante el fallecimiento de Cancio Mel, que somos como viejos olmos, ya sin ramas y carcomidos por el tiempo de la vida, y hoy, la muerte de vuestro querido Suso, mi viejo compañero y amigo Zardoya, nos deja, no sólo el alma herida, sino sin una raíz del árbol de la nuestra.

Porque, al menos mi vida, se sustenta todavía en la familia y los amigos. Y Zardoya, lo sabéis bien, era uno de los nuestros. Y hablo en plural porque, además de Maika, lo lloramos nuestra peña de compañeros de Magisterio (Benigno, Lozano, Serén, Justo, Otero, Novoa,..y sus respectivas parejas). Así como otros amigos, Cacao o Noriega, lo echarán mucho de menos en las tertulias del Castilla.

Para mí el Castilla estará siempre huérfano de su presencia. Igual que el Filón, donde muchas veces me preguntaban como andaba. La misma Abrela, donde celebrábamos nuestras comidas de compañeros, siempre llenas de camaradería y buen rollo. Y ¡ Vieiro!... y vuestra casa con las fiestas que montábamos, tampoco será el mismo. Porque "morreu Susito do Reino", el que no olvidaba un entierro de un vecino, el que compartía con ellos lo que fuese preciso, el que sabía echar una mano con discreción, el que se preocupaba por los problemas de la gente. Y es que hay lecciones, que nos dio Zardoya, que debemos aprender, y lugares que evocarán siempre la presencia del amigo.

La maldita segadora, esa guadaña que tan bien simboliza la muerte, os ha robado un marido, padre, abuelo, profesor -¿verdad Ainara? - Y a nosotros nos ha robado la vieja amistad de juventud, aquella que sabía disculpar fallos y errores. La que no juzgaba, sino la que comprendía. Porque como dirías tú, Esther, fue bueno hasta para morir.

Nuestras vidas, como sabéis, se habían reencontrado después de muchos años de distancia por el trabajo, pero siempre mantuvieron esa común savia de la tierra y el compartir años de juventud. Así que, ya jubilados, supe lo orgulloso que se sentía con los éxitos profesionales de sus hijos y la satisfacción con que me contaba los libros que publica Estefanía.

Y ahora que ya descansa con los angelitos buenos, quiero que sepáis, y hablo en nombre de todo el grupo de compañeros, que nos sentimos muy orgullosos de haber disfrutado en esta vida de su compañía y bondad y, teniendo para cada uno de nosotros un aspecto a resaltar, sin embargo, todos convergíamos en que era el más querido del grupo.

Por tanto Esther, Juan, Estefanía, Ainara... y toda la familia sabéis que nosotros seguiremos ahí, cerca de vosotros, para remediar en lo posible el dolor que nos embarga y así hacer más llevadero el camino que nos queda por recorrer.

El amor y la amistad no se extinguen. Se extingue la vida, pero queda la luz del hermoso recuerdo y el cariño de los amigos.

Ricardo Timiraos Castro
En Colmenar Viejo, a 4 de Marzo 2021
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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