Con esta "nueva" anormalidad me levanté ayer por la mañana convencida de que era domingo, salí a la calle, y, como casi todo está cerrado festivos y diarios, seguí creyendo lo mismo, pues todos los días está el comercio que si cierra que si abre; es más, muchos, sólo abren los domingos y cierran días alternativos, porque la gente que está trabajando en casa o fuera compra en los super y en los chinos, que están abiertos todos los días y algunos hasta por la noche. Así que dada la situación seguí con el chip de día festivo. Llevaba diez sin salir y sin trabajar, porque en la clase apareció un contagiado y todos nos quedamos en casa cumpliendo la cuarentena, profes y alumnos.
Hoy es lunes, o eso creo yo; arranco la jornada muy temprano; me voy a pasear al parque, donde hay unos niños jugando por aquí y por allá, sus papás los cuidan desde el banco correspondiente manteniendo entre ellos la distancia de seguridad... ¿Pues no debían estar los críos en el cole?: estarán en cuarentena, pero... entonces, ¿por qué están en la calle?, a lo mejor son esos padres que no los llevan al colegio por miedo.
Salgo de allí y me encuentro de frente una manifestación de los negacionistas, casi todos medio jamados, pero algunos con argumentos irracionales, si bien buscando convencer con razonamientos seudocientíficos.
Yo ya no me pregunto nada ni me respondo nada, porque no sé... no sé. Mi cabeza está llena de nubes de algodón, evitando el desconcierto total, buscando la distracción: no pensar, no tratar de razonar. De hecho, a parte de leer, ver pelis en Nexflix y Movistar, jugar al parchís con un contrincante virtual y hacer una tabla de gimnasia dirigida por un profesor de youtube, no hago más. Bueno, paseo, pero las semanas últimas del verano y del otoño paseaba más, incluso con algún amigo, ahora se me hace cansino y las amistades tememos juntarnos.
"Carmen, aquí tienes las novedades de tu cronología" dice mi Google de recorridos, me pongo a mirarlo y veo en mi mapa como los gotas rojas que indican los lugares en que estuve en 2019 lo puntean en España esponjados: Madrid, N.E., N.O., incluso aparezco en el Sur, me recuerdo asomada a la bahía de Málaga, y de allí a Rusia.
Miro el mapa del invierno actual con el goteo concentrado en torno a mi casa y poco más, apretujado, amontonado. Al ver este abigarrado recorrido de menos de un kilómetro evoco a los situacionitas y a la "Guía psicogreográfica de Paris" (1957) del filósofo Guy Debord, que tanto habría de inspirar a los esteticistas del 68 en sus recorridos urbanos y a todo el urbanismo posterior. Me leo parte del texto y compruebo como mi último mapa de recorrido -al que Debord bautizó como "deriva"- encaja a día de hoy en la extensión mínima: la del solitario que parte del domicilio particular y abarca un barrio o bien una manzana, "si merece la pena", dice el autor. ¿Merece la pena?, pues sí: ¡es lo que hay!, todo consiste en vivir los ambientes cotidianos con emoción, descubriendo en ellos algo nunca sentido.
También se puede hacer una "deriva" en el interior de tu casa: ¿qué emociones has vivido en el baño, el pasillo, la cocina, el salón, el dormitorio o en la mesa del comedor?: ¡revívelas!, si quieres sobrevivir en la rutina solitaria de esta pandemia.
