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Guerra entre el Gobierno de Lugo y el Colegio de Arquitectos

lunes, 15 de febrero de 2021
Guerra entre el Gobierno de Lugo y el Colegio de Arquitectos Tras encabronar a los hosteleros subiendo caprichosamente las tasas de terraza, a los constructores incrementando sus pagos por ocupación de vía pública para instalación de contenedores o andamios, a los placeros haciendo lo que les viene en gana sin consultarles o informarles, a los usuarios de patinetes confundiéndoles con normativas contradictorias, a los funcionarios con una política de personal agresiva en que se hace una rueda de prensa para poner verde a una persona a la que se cesa (cese anulado por la justicia) y a otros mucho colectivos, ahora les ha tocado a los arquitectos.

La tensión con el sector viene de lejos. El retraso en la tramitación de licencias y las piedras en el camino que la administración pone tradicionalmente a los promotores (excepto a alguno como el del Garañón, con el que se firman convenios que les allanan el camino y los blindan contra cualquier contratiempo) ha sido objeto de diversos encontronazos entre el Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia y el Ayuntamiento. Siempre han sido combates de guante blanco, café con leche y sonrisas, guardando las formas como debía haber sido siempre y exponiendo amablemente los argumentos de cada parte, que sería lo deseable con todos los colectivos aunque curiosamente sea la excepción. Se hablaba de los problemas con cortesía mutua... hasta ayer.

Han dinamitado los puentes del entendimiento, a pesar de que en los cartuchos parece que querían incluir "ofrendas de paz" (que es como poner una bandera blanca en la bomba de Hiroshima), y se ha abierto una guerra sin cuartel entre ambas administraciones. Sí, el COAG es una administración, no es una asociación ni un grupito de colegas, es un colegio oficial y profesional que tiene funciones administrativas muy definidas.

Esto ha tirado por la borda el excelente trabajo y las muy buenas intenciones del concejal Miguel Couto, probablemente el más competente y trabajador del Gobierno Local, que se había prestado a escuchar y compartir las inquietudes de los sectores profesionales vinculados al urbanismo. No hace ni seis meses que mantuvieron una reunión, aparentemente muy constructiva, para facilitar ciertas cuestiones. Pues a tomar por saco todo.

¿El motivo que ha hecho saltar por los aires esto? El nombramiento del nuevo jefe de servicio de arquitectura, un acto que la alcaldesa afirma que es "reglado" pero que se llama "de libre designación", lo que nos ayuda a entender que sí, que hay un procedimiento, pero que también tienen bastante manga ancha para decidir (de ahí lo de "libre", lo otro es "concurso"). Es curioso que se repita la argumentación de Orozco con la licencia del Garañón, que también era un "procedimiento reglado" en que se ve que el Gobierno pasaba por allí, en plan observador, a pesar de que los juzgados han anulado todos y cada uno de los pasos (incluida esa licencia “reglada”) dados por los gobiernos del anterior regidor. Se ve que no cumplieron los reglamentos del acto reglado.

Creo que la alcaldesa, a la que saben que aprecio personalmente, se ha equivocado, y mucho. No es ni prudente ni acertado escribir una carta tan agresiva a un colegio profesional que pone sobre la mesa un problema real, indiscutible y serio, acusándolos de cosas muy duras... justo en la misma semana en que el juzgado les acaba de anular la remoción de otra jefa de servicio a la que pusieron verde desde el propio Gobierno en rueda de prensa. Diría que es irónico si no fuera trágico.

El urbanismo en Lugo es desastroso y decírselo a quien tiene las responsabilidades sobre el tema es razonable e incluso obligatorio. Tanto en el enfoque que se le da, con un planeamiento disparatado que busca abrir nuevos barrios en una ciudad con 12.000 viviendas vacías y al menos dos polígonos residenciales con aceras y farolas pero sin construir (San Fiz y las Gándaras), como la gestión, o más bien la falta de ella. Que se tarden años en conseguir una licencia (salvo que seas una gran superficie, claro que ahí corren como conejos) es un disparate, y que te modifiquen el proyecto por cuestiones no reguladas es otro. De esto último se ha quejado amargamente el Colegio de Arquitectos, que ve cómo desde el Ayuntamiento se les cambian cosas sin ampararse en norma alguna, usando el criterio subjetivo de determinadas personas.

Les voy a contar una anécdota que ilustra bastante este tipo de comportamientos. Una amiga mía abrió hace años una cafetería, y el Ayuntamiento le obligó a poner una puerta automática en la entrada. No es una deslizante sino una que se abre y se cierra como las "normales" pero con un sensor y un automatismo. Un coñazo. La puerta de las narices le costó varios miles de euros (me parece recordar que rondaba los 5.000)... ¿han visto alguna más en Lugo? Yo no. Si era obligatoria, ¿cómo es que nunca más se obligó a nadie a ponerla? Y si no lo era, ¿por qué, por un capricho de una persona, tuvo que instalarla? Pues así funcionan las cosas.

Lo más triste es que esas normas tan estrictas no se aplican al propio Ayuntamiento. Obligan a los particulares a lacar de blanco sus puertas porque lo manda el PEPRI, pero la de la sede municipal está barnizada, ningún edificio municipal del casco histórico cumple ese mismo PEPRI, ni uno, pretenden colocar paneles informativos que están explícitamente prohibidos por esa normativa, quieren hacer un mural en la Ronda que también está vedado por esa ordenanza, la EDAR incumple las distancias a núcleo de población en Nadela pero ahí está, el edificio del juzgado sigue sin licencia pero nadie dice esta boca es mía... y así seguimos para bingo.

Pero la culpa es, como siempre, de otros. De la Xunta, del Gobierno (cuando gobiernan otros, claro), de las asociaciones y los profesionales que protestan. La culpa es del chachachá...

Le auguro mal futuro a este asunto. El nombramiento del nuevo jefe de servicio está recurrido por la persona que iba a ocupar el puesto bajo el buen criterio del concejal del ramo y probablemente ganará a la vista de la mala pata que tienen nuestros munícipes en los juzgados (mala pata o hacer las cosas como las hacen, claro), y entonces a ver qué pasa. Supongo que lo mismo que con Marta López: nada. No habrá disculpas ni dimisiones, no pasará nada más que lo que sucede en Lugo en estos casos, que veremos crecer los árboles y los hierbajos.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


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