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Una iglesia rural

jueves, 08 de octubre de 2020
Conocía el ábside de la iglesia parroquial de Santiago de Meilán, pero nunca la había rodeado por ver su fachada.

Situada en el margen izquierdo de la carretera que nos lleva a Hombreiro, ha sido durante muchos años el final de un paseo que ma gusta hacer. La iglesia es de un bonito estilo románico rural, con un murete que cierra su entorno, puerta con cancilla y, junto a esa puerta, el pedestal de un esbelto cruceiro con cruz desnuda, sin crucifijo. Como abrazando este conjunto hubo (sí, hubo) un corpulento castaño que en otoño confería un entrañable colorido al conjunto. Hay una torre barroca a la que se accede desde fuera y situada al inicio del ábside. Para mi gusto, la torre no es muy alta, quedando con un cierto aspecto rechoncho.

En otoño, el castaño enmarcaba todo este conjunto, confiriéndole un hermoso y colorido aire rural. Por suerte, tengo una diapositiva que recoge la belleza de este encuadre en esa estación. Hoy ya no existe el castaño, tal vez la construcción de un aparcamiento aconsejó eliminarlo y ya sabemos que en eso de quitar árboles somos muy obedientes. Desconozco la causa, pero la última vez que estuve allí, también había desaparecido la cruz del cruceiro, con lo cual sólo quedaba su fuste y la ménsula sobre la que estaba situada la desaparecida cruz.

El conjunto, sin árbol y sin cruz, sigue teniendo una hermosa serenidad rural, acogedora. Para mí, es bonito volver a Meilán por ver este lugar. En las descripciones de Una iglesia ruralla iglesia es posible leer que además del ábside románico, posee fachada barroca. Pero lo dice de un modo tan displicente que nunca se me ocurrió dar la vuelta al edificio para verla.

Cuando lo hice, me encontré lo inesperado y lamenté no haber ido a verla en fechas más tempranas. La fachada es un gran paredón blanco, ocupando la ausencia de la inicial, pero con una puerta que describiría como de lo mejor del barroco compostelano en Lugo. Todos sabemos que Domingo de Andrade, constructor de la Torre del Reloj de la catedral de Santiago, estuvo en Lugo levantando la sacristía de nuestra catedral, y que su discípulo, Fernando Casas Novoa, autor de la fachada del Obradoiro de la catedral compostelana, construyó la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes, así como el claustro de la catedral de Lugo.

Creo que la puerta de la iglesia de Santiago de Meilán fue hecha con un diseño de cualquiera de los dos maestros. Habría que cotejar fechas en documentos, pues no dispongo de datos concretos. Pero la obra está allí, en Santiago de Meilán, para quien quiera constatarlo.

La puerta, festoneada con rebordes, ofrece un bonito juego de luces y sombras con la complicidad del sol, haciendo que en cada hora tenga un aspecto diferente, algo muy del gusto de los maestros compostelanos. Sobre la puerta, un tímpano triangular truncado con los extremos sobresaliendo sobre cada límite de la puerta.

En el tímpano, albergada en el hueco que define el vértice ausente, podemos ver una hermosa escultura del Apóstol Santiago. Aparece como peregrino, como siempre gustó en Compostela. Llega al lugar caminando, a pie y sin más emblemas que lo identifiquen que los suyos propios: cayado alto, sombrero con el ala vuelta sobre la frente y, en esa vuelta, la vieira; esclavina con sendas vieiras en sus extremos sobre el pecho. Compostelano cien por cien.

La imagen del Apóstol está en el centro de la fachada y bajo sus pies aparece de nuevo una vieira, así como la cruz de Santiago.

Enmarcando el conjunto, deslizándose a lo largo de los bordes de la puerta, cayendo desde los extremos del tímpano sobresalientes, vemos racimos de frutas, principalmente manzanas. Recogiendo la tradición del Renacimiento con sus cornucopias repletas de frutos, a los maestros compostelanos les gustó imaginar que tales cornucopias giraban para desparramar esos frutos sobre nosotros. Las gracias celestiales que nos llegan gracias al Apóstol.

Las manzanas, siempre las manzanas. La manzana de Eva, la de la discordia, la de Guillermo Tell, la de Caperucita. La del barroco gallego. Un bonito paseo acercarse a Meilán.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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