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Gundi y sus hijas

viernes, 02 de octubre de 2020
En Sober, pueblo de la comarca de Lemos, según escuchamos por trasmisión oral, había un alfarero que tenía por nombre Segundo pero sus vecinos le llamaban Gundi y, cuando se dirigían a él personalmente lo trataban así:
"Gundi, vos..."

Este laborioso señor vivía en una aldea soberina donde tenía su taller de cerámica, era un artesano muy hábil y experimentado y sus laboriosas manos no paraban de dar forma a diversos objetos de barro que luego vendía en alguna feria. De la arcilla hacía verdaderas obras de arte muy codiciadas por los que gustan de ese tipo de objetos. Llegó su popularidad a ser tan grande que hasta terminó la aldea denominándose Gundivós, pues para referirse al lugar siempre decían:
" Sí, donde vive Gundi vos"

Un día llegaron a su obradoiro unos emisarios del conde de Lemos para darle la nueva de que, muy pronto hasta su humilde taller vendría ese magnate, acompañado de su primogénito, para comprarle el mejor objeto que tuviera hecho. Al ser sabedor de ello el artesano se esforzó por hacer recipientes muy bonitos y variados: ollas, jarras, cántaros…

Tenía Gundi dos hijas, una era de belleza sin igual y otra salió de mal ver, tan fea era que siempre andaba escondida en la trastienda mientras la bonita y presumida pasaba el tiempo coquetamente mirándose en el espejo del escaparate de la tienda, exponiendo su hermosura a todo el que por allí pasaba y, desde que supo que iban a venir tan nobles personajes , no dejaba un instante de estar en el mostrador en tanto su padre, en el torno moldeaba los cacharros. La que no estaba dotada de esa gracia desde dentro de la casa pensaba:
-" Mi padre fabrica tan bonitos recipientes pero, no pudo hacerme a mi como a mi hermana"

Y la infeliz suspiraba cosiendo y cosiendo las prendas que ni rotas estaban, pero se conformaba con lo que el destino le había otorgado. Un día un duendecillo se le apareció y le dijo:

-" No sufras, tú eres bella por dentro y a tu hermana le falta esa belleza tan grande. Tu tienes enamorado a un caballero y cualquier día. aunque te escondas en una cueva, te encontrará por que el que ama no se detiene ante ningún impedimento."

Pasaban los días y meses, pero por fin una jornada llegó un grupo de jinetes hasta la puerta de la casa; ya os podéis imaginar quienes eran, nada menos que el conde en persona y su heredero acompañados de su escolta. Gundi los recibió con el protocolo y la educación que conoce un hombre de aldea, extendiendo el mantel de la hospitalidad y la grandiosa humildad. Les fue enseñando y explicando todas y cada una de las piezas y, como no ,a su lado esbelta y arrogante , su hija mayor aguardando que el más joven, además de que le compraran a sus padre las mejores jarras para escanciar los buenos vinos de Amandi, de ella perdidamente se enamorara y la llevara al castillo de Lemos para, gracias a sus físicos encantos , llegar a ser la gran señora de esas tierras.

Vio con atención el señor de Lemos todas las piezas del artesano pero dijo:
" Buen hombre, por favor, me deja escoger alguna de la trastienda?."

Aceptó el alfarero pero con cierta desilusión, pues al parecer el grande de Lemos le menospreciaba los objetos más distinguidos, los mejor rematados. Apartando el cortinón que le separaba de aquella dependencia y con una inclinación cede el paso a tan egregia comitiva añadiendo:
" Están en su casa, pasen, es un honor."

En aquel cuarto entre un atiborrado desorden de cacharros viejos , sentada en un pequeño taburete y más negra que una de aquellas jarras, estaba la hija menor, pero cuando su rostro recibió la luminosa mirada del hijo del conde, la muchacha, como si recibiera nuevo brillo , se volvió en la más hermosa chica , tan bella era que Gundi y la hermana mayor no daban crédito al cambio experimentado por la más pequeña.

Entonces el conde , avanzando hacia ella y tomándole de la mano, dijo al artesano:
" Esta es la pieza humana que falta en mi castillo. Llevo años buscando la futura condesa y madre de mis nietos y no la daba encontrado."

Gundi, un poco soliviantando, intentando disimular que no le gustaba que tratara a su hija como un objeto más exclamó:

" Con todos mis respetos, señor conde, el amor ni se compra ni se vende, no tiene precio .Dejemos que sean ellos quienes lo decidan no quiero que mi hija viva con todo pero sin lo mejor, el verdadero amor.”

Entonces el hijo del conde tomando la palabra así habló:
-" Yo ya llevo tiempo enamorado de su hija. La conocí un día que estaba lavando en el Sil cuando yo iba a Caldelas y por ella suspiro noche y día en las almenas de la torre de nuestro castillo porque ya por muchas veces que por ese vado del río pasé nunca más la ví. Fue mía la decisión de pedirle a mi padre que viniera, con la excusa de compraros algo a pedir la mano de la que quiero sea mi esposa."

La chica miró a su padre y agregó:
"Así fue, padre mío, pero como me veía tan fea me escondí y por ello no quería salir de la casa, pensaba que podría enamorarse de mi hermana que es muy guapa."

El mancebo respondió:
-" Tu hermana será guapa pero mi corazón solamente palpita por tu belleza y quiero hacerte la flor de mujer del jardín de Monforte de Lemos."

El padre muy contento por la elección dio su aprobación. Ambos chicos se abrazaron y entonces la hermana, llena de envidia y celos salió corriendo y desde el mirador de Sober se precipitó en las aguas del Sil, en tanto en las almenas del castillo anunciaban los esponsales del heredero de Lemos con la hija del alfarero de Gundivós.

Cuando llegó la rapaza a tan egregio sitio, dado que le gustaba la equitación, cuando en cierta ocasión paseaba en su cabalgadura cayó de la silla de montar y. cual si fuera una jarra en el suelo su vida en trozos se rompió. Su marido sintió tanta aflicción que, después de darle cristiana sepultura en un funeral que en el Cabe no tuvo otro igual, renunció a sus derechos como heredero declinando en su hermano tales obligaciones y el marchó como cruzado a luchar a tierra de moros donde según contó un trovador fue alanceado en un combate .

Gundi ya no volvió a hacer más recipientes; se dedicó a llevar una vida contemplativa y de oración y un día quedó dormido para siempre . Cuentan que en las noches de invierno en esos altos de Sober cuando la niebla cubre todo el Valle de Lemos se oye una voz de mujer que grita:
-" La más guapa soy yo, por eso me pertenece ser señora de este valle ".

Aunque Gundi murió, como fueron muchos los vecinos que aprendieron ese oficio, de aprendices con él pasaron a maestros y, hoy en día, en toda Galicia, Gundivós es conocido como el pueblo de los mejores talleres de trabajar el barro.
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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