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lunes, 17 de agosto de 2020
Aquel viaje de ida fue por mar. En barcos del siglo XIX. Pero hace tiempo que hemos emprendido el regreso. Dicen que los gallegos estamos de vuelta en todo. Incluso muchos de nosotros… de vuelta en casa, tras largos años de exilio obligado para algunos y voluntario para otros. Los sueños, sobre todo los americanos, siempre fueron tentadores para los habitantes de un País que quiere dejar de ser pobre. Ya conocéis esta historia, porque algunos sois sus protagonistas. Pero intentaré contaros como puede ser el viaje de vuelta…

Sobre el cuadro de nuestras raíces, de vuelta, la historia pasará velozmente insertada en el paisaje cobrando forma de castro, de castillo, de pazo, de viejo monasterio o de iglesia románica de aldea. Son los recuerdos.

Y al cruzar cada puente, la naturaleza pintará los verdes de siempre en el lienzo de la montaña; los brillos del agua clara en el lecho del río; y azules sobre otros azules en el mar que se deshace sobre la arena de la playa. Son los escenarios de tu infancia.

Yo te invito a volver por aire, mar o tierra… A ti que eres mi viejo compañero de aventuras periodísticas en todo Iberoamérica o en la Europa a la que pertenecemos… Y también a ti, lector amigo, al que trato de tú por la confianza que nos regala a ambos esta Galicia Única que siempre te abre la puerta.

POR EL AIRE
En primer lugar, busquemos el plano cenital del País para imitar a las águilas y disfrutar del paisaje en blanco, verde y azul que nos ofrecen la tierra y los dos mares. Hasta Galicia vuelan aviones por tres aerovías con sendas de planeo hacia tres aeropuertos, próximos a las ciudades más habitadas. En el trayecto nos deslumbra la belleza de la gran montaña y del valle; el reflejo del agua embalsada de los ríos; y dos mares que pintan acuarelas.

Supongamos que entras por Lavacolla. Es la puerta de Compostela por su techo de cielo. Un aeropuerto internacional que cuenta con la más moderna terminal de viajeros y en el que operan casi todas las compañías importantes. Es la entrada más utilizada por el turismo convencional que visita Galicia y el punto de arribada que eligen mayoritariamente quienes decidieron emprender el camino de vuelta. Comparte usos civiles y militares.

Si flotamos sobre el aire que respiramos es para percibir las huellas del espacio terrenal y atravesar veloces el viento en busca de la nueva estética del país. Volando, bien se percibe el esfuerzo revitalizador de los ausentes, de los que huyeron de las miserias de otro tiempo, cuyo entusiasmo ha contribuido a transformar las puertas de entrada de la Tierra que nunca olvidan. Desde este cielo también apreciamos la modernidad que permite a muchos emprender el regreso.

Vigo es la ciudad más grande de Galicia y su interland industrial es el que proporciona una mayor riqueza al País. Por eso la comunicación aérea es básica. Sobre todo para Citroen, el pulmón industrial de esta ciudad en la que converge la economía del sur gallego.

El Aeropuerto de Vigo ha visto crecer –como consecuencia de la gran implantación industrial- su Terminal de Carga. Más incluso que el tráfico de pasajeros, que sigue en ascenso mitigado por la crisis actual. Es el aeródromo de mayor desarrollo de los de su tamaño en toda España. El Aeropuerto de las Rías Baixas cuenta con una Terminal cómoda y moderna. Es seguro y capaz para cualquier tipo de aeronave. Además, cuando se vuela hasta él se conoce desde el aire la belleza de una ría espectacular.

Hemos de imitar el vuelo del águila, para hallar la libertad del verde edén, que está cubierto de inviernos. Sobrevuela la montaña blanca, la atmósfera de nieblas misteriosas que provoca la estética del agua y remueve en su espejo la naturaleza perfecta. Aunque las aves… las aves prefieren la huella del río en busca del valle, que saborea sorbo a sorbo para que reverdezca intensamente. Y así… descubren el rastro del indestructible camino del bosque mágico…

Desde él se contempla todo el paisaje urbano de A Coruña y su entorno. Hasta allí vuelan los aviones que buscan el norte de Galicia. Es el Aeropuerto del Alvedro o Aeropuerto de Coruña, aunque esté ubicado en terrenos del ayuntamiento de Culleredo. Nacido en el 1963, casi al mismo tiempo que el 600, tuvo un muy poco eficaz servicio con aviones de turbohélices a Madrid durante largos años, hasta que la ampliación de su pista de aterrizaje y su modernización –en 1990- permitió la llegada de los actuales reactores. Su actual pista pasa de los tres mil metros y tiene una capacidad de operaciones de 12 vuelos por hora.

POR EL MAR
También te invito a que vengas a vernos en uno de esos lujosos cruceros que buscan refugio en los puertos de A Coruña y de Vigo. Porque… ya sabes, dos mares bañan las costas de Galicia. Los trasatlánticos llegan por el gran océano que penetra suavemente en las rías. Otros lo hacen por el Cantábrico, gran escultor de la piedra marina. Ambos son los creadores de un paisaje de acantilados, de rocas afiladas como agujas, que separan interminables playas de ensueño. El gran océano y el mar infinito, provocan nuestros espacios de paz.

Antes de hablarte de la Puerta de América, quiero que conozcas uno de los textos de mi amigo Xosé Luís Méndez Ferrín, de su libro “Vigo, Porta do Alén”, que a mí más me hizo pensar, hace ya unos años, cuando me asomaba a Cíes desde la dársena internacional viguesa:

“Eu sinto a presencia de Nova York. Por tras dese mar, das Illas, está Boston, está Nova York. Os mariñeiros galegos contribuiron de forma decisiva a criación da “Maritim Union Of América”, o sindicato de ramo da CIO… Castelao, con Lois Soto, predicou alí a liberdade en 1938… Os cables telefónicos e de comunicación veñen daquel confín e amarran en Alcabre… ¡Vigo limita, océano polo medio, con Nova York!”

En Latinoamérica todo español es gallego; y la mayor parte de los gallegos mayores de sesenta años, que se fueron al joven continente, exiliados o en busca de fortuna, partieron de aquí; de esta Estación Marítima, por esta Puerta de América.

Este otro símbolo de la modernidad viguesa, puesto en pié por el escultor Silverio Rivas, en esta plaza que llamamos de América, es el umbral de la nueva Puerta de Europa para muchos latinoamericanos, hijos o no de aquellos gallegos, pero profundos conocedores de esa Galicia que les resultaba tan familiar en sus ciudades de origen. Pasado y presente tienen parecidos protagonistas. Aunque unos vivieron y viven aún en América otros buscan recuperar aquí su pasado. Los hay también que encuentran aquí esa fraternidad que ellos nos brindaron en sus países.

EN TREN
Todo tren tiene su historia y el tren de Galicia escribió las páginas de la suya, casi siempre, con desgarrado sufrimiento. Por una parte, la epopeya de los hombres que construyeron las primeras vías en condiciones laborales infrahumanas y que han merecido más de un homenaje. Sin los “carrileiros” no habría sido posible el ferrocarril gallego. Ninguna de las vías. Por otra parte, hay que contar la historia de la emigración generosa que aporta importantes cantidades para la construcción de los primeros ferrocarriles y también la actividad minera que se desarrolla en la provincia de Lugo a principios del siglo XX, originando nuevas vías férreas. El tren gallego, además de mercancías y viajeros, transporta a lo largo de los siglos mil historias. Y no todo es negra sombra, como el accidente trágico del “Alvia” del que aún no nos hemos sobrepuesto. También existen relatos que engrandecen la cultura ferroviaria y el paisaje de Galicia… comienzas a conocerlo desde un tren, como decía la canción de Andrés Dobarro, “pola beira do Miño”.

El tren todo lo trasiega: el río, los árboles, los prados, las aves, la ría, los barcos… En Galicia, el paisaje desde el tren es puro movimiento: una sucesión de pueblos hermosos y la gloria insuperable de la tierra verde, majestuosa, iluminada por la diferente luz de cada día. Incluso en invierno.

El primer ferrocarril fue inaugurado en 1873 para unir Santiago con Carril, que era el más importante puerto de la Ría de Arousa. A esta vía estuvo vinculado el abuelo de Camilo José Cela, el inglés John Trulock, primer gerente de la “West Galicia Railway Company”. La construcción del ferrocarril Zamora-Ourense marcó un hito en las comunicaciones con la Meseta y es en su construcción en donde se producen más historias de carrileiros. Pero tal vez el más romántico de los trenes es el minero que unía A Pontenova con Ribadeo, hoy en desuso, aunque las huellas de sus vías permanezcan visibles en uno de los trayectos verdes más hermosos de este país.

La asignatura pendiente de la modernidad es terminar los trayectos de la alta velocidad con Madrid y con Lisboa. El AVE, que ya vuela sobre los nuevos raíles del ferrocarril de Galicia, es también… El “ave fénix” de las vías muertas… El renacimiento de apeaderos y pequeñas estaciones… La metamorfosis de los viejos vagones abandonados… Planes turísticos que esperan, como todo en este país, la recuperación económica.

EN COCHE
Las históricas Vías del Imperio, buscaban los soutos bordeando la ladera de la montaña para llegar al valle, umbral de una Galicia de oro y plata, oculta en las rocas esculpidas por la erosión del agua… Las entrañables corredoiras atravesaban el paisaje de agua de prado deslizándose sobre el territorio de la vieja aldea, que es el reino de la placidez y el sosiego. Otras aventuras transcurrían por los caminos de serpiente que conducen a la gran montaña, a través del bosque: era esta la senda de los trasiegos y contrabandos para llegar al refugio deseado. La negra sombra rosaliana cubría entonces un País de miserias, que navegaba hacia otros mundos en el barco de los sueños.

Pero la Patria que habitamos construyó Nuevos Caminos de progreso e hizo breve el trayecto hasta la Villa, hasta la gran ciudad…

Lo que pasa es que… la aldea del abuelo sigue abandonada esperando la resurrección de los vivos. Entre las paredes de la casa en ruinas, crecen las zarzas, que es planta de muerte en esta tierra de vida. Dicen en la villa que la casa fue la causa de aquel viaje solo de ida. Y que terminó, antes de la vuelta, toda la tierra, yerma, entre las posesiones de un banco. Hasta la casa del abuelo llega aún la corredoira. De dura tierra en caluroso verano y de blando barro cada vez que es invierno. Nadie la camina cuando está próxima al frío. Y solo las lagartijas y sus mayores, los lagartos, corretean por ella cuando el sol mas calienta. Una pena.

Claro que, si sigues curioso el paisaje verás que, más abajo, en la ladera, hay otra aldea nueva que bajó de la sierra. Hay varias casas de piedra con chimeneas que echan humo porque están habitadas. Desde lo alto de la vieja corredoira, ahora ancha y asfaltada, aunque serpenteante -por ser también maravillosa atalaya-, prevalece el verde de los prados recuperados sobre el negro de la tierra cultivada… Pierde aspereza el terreno, que es aquí fértil, de huerto. Y entre las pocas casas del lugar, hay plaza, cruceiro y también vida social. Desde aquí vemos a lo lejos como asoma la sierra entre la niebla, refugiados del frío en la taberna, renacida para compartir historias y leyendas de otros tiempos.

Tú ya sabes, mi amigo, que en el país hay mucho que ver y ahora todo está más cerca. Los nuevos caminos nos permiten desayunar en Madrid y comer en Vigo. Viajar en poco más de una hora de A Coruña a Tui y en otro tanto desde la ciudad fronteriza hasta Oporto. De la montaña al mar y del norte al sur los nuevos caminos han hecho posible la interconexión de Galicia por carretera. La “esquina atlántica” ya está muy cerca del resto del estado español y más cerca de la Europa común. Aunque yo destaco, por su importancia, los nuevos caminos de proximidad que nos sitúan en el mundo cuando doblamos la curva de la carretera de la aldea, el origen de todo. Galicia ha entrado por la puerta de la modernidad cuando se asfaltó el último kilómetro de carretera: cuando los habitantes de los pueblos aislados de la montaña compraron el primer coche. Cuando se rompió el fatal aislamiento que obligaba a los hombres y mujeres de esta Tierra a emprender el incierto camino de ida…

Por todo esto, la Galicia del siglo XXI, -la de los tres aeropuertos, autopistas autovías, y puertos trasatlánticos-, se siente integrada en el continente y vive intensamente la evolución favorable de sus sectores más dinámicos.

A PIÉ
También podrás venir a pié a esta tierra que es santa… porque solo a ella vienen peregrinos, como a Roma van romeros o a Jerusalén palmeros. Para caminar y comprender la importancia de hacerlo, deberás antes conocer porqué lo haces, mi estimado amigo. Si por motivos religiosos o porque simplemente te gusta la aventura.

Si tienes la paciencia de superponer el mapa de las vías romanas a los caminos de Santiago en Galicia, te encontrarás la coincidencia de algunos de los trazados. Por ejemplo la Vía XIX Lugo-Astorga; o la XX, entre Lugo y Betanzos; y parte al menos de la traza “Per Loca Marítima”. No te extrañe. Las vías romanas fueron la base de los caminos medievales o reales, al menos de gran parte de ellos. Los Caminos Reales se llamaron así porque por ellos viajaban los reyes. En el siglo XI se convirtieron en Rutas Xacobeas.

También eran viejas vías militares, económicas, de ordenación del territorio, usadas ya por todas las civilizaciones anteriores a las medievales. Fueron abandonados durante la invasión musulmana y reutilizados una vez que la frontera de la Reconquista baja más allá del Duero. El hecho de que una gran cantidad de gentes utilizase los Caminos Reales en dirección a un solo lugar… es el origen de los diferentes Caminos de Santiago.

No conviene olvidar que estas rutas tienen también un componente legendario que propicia el relato y la poesía. Lorca la definió como “Ruta de los Sueños” y Dante Alighieri no “entiende por peregrino a ningún caminante que no sea el que va o vuelve a la tumba de Santiago”. En los siete caminos al Campus Stellae confluyen la espiral mística, la leyenda de Parsifal, la aventura de los Caballeros del rojo lagarto en la capa blanca, los pasos de don Gayferos de Mormaltán, la fábula artúrica, La alquimia, la magia, en definitiva, lo que decimos “el espíritu del Camino”.

Hay mil historias del Camino de las Estrellas tan bellas como la del poeta francés Germain Nouveau, también peregrino a Compostela, quien, animado por el amor de una dama y rodeado por las gentes nativas de Triacastela, recitó en francés sus versos…

—- Y aquellos sus oyentes, que solamente sabían el romance gallego, lo entendieron…”

En realidad, la leyenda y lo mágico son producto de la belleza que nos rodea que aviva deseos y crea situaciones imaginarias. Por eso las más antiguas vías del imperio crecieron como caminos reales y estos como rutas de peregrinación…

—- Entonces…. ¿Te vienes a Galicia?
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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